Después de que cada uno cobró la chequera, los abuelos aguardaban fuera de las oficinas de Correos del reparto Vista Hermosa a la espera de que cesara la lluvia. Una directiva de la institución decidió entonces darle un aventón a cuantos cupieran en el carro que tiene asignado por su función estatal.
Ante el llamado, era difícil borrarle la expresión incrédula a los “viejucos” que irían rumbo a sus casas. Quienes continuaron bajo el techo del centro hasta que escampara definitiva tampoco eran capaz de dar crédito de lo que había ocurrido.
Paradójicamente, sorprende tal gesto en un país que busca naturalizarlos. Frente a las crisis actuales se apela a la concientización de quienes tienen vehículos estatales para apoyar la transportación de pasajeros; pero entre que “a mí no me dan combustible para esto”, “las empresas de transportes para qué sirven” o “me van a dañar el carro” corren las justificaciones de quienes a veces ocupan, incluso, importantes cargos en la sociedad.
Es cierto el déficit de combustible y que las reparaciones de los vehículos dependen de las gestiones de los propios trabajadores y que los gastos salen a veces de sus bolsillos; mas sería válido cuestionar entonces si ello los vuelve dueños de esos medios o poseen la autoridad para determinar qué otros encargos ha de cumplir o no.
Al final, el que tiene cómo “moverse” jamás entendería totalmente lo que supone la necesidad de trasladarse sin seguridad alguna de poder hacerlo ni cuánto deberá sacarse del bolsillo si lo lograse, en una parada o en un punto de embarque cuando los ómnibus públicos son cada vez “menos visibles”.
Tanto es así que Ciego de Ávila posee un coeficiente de disponibilidad técnico (CDT) para las actividades de ómnibus públicos de un 26 por ciento a partir de la falta de partes y piezas, especialmente baterías y neumáticos, de acuerdo con información que aporta el director de la Empresa Provincial de Transporte, Vidal López Más.
Con las escasas guaguas que siguen en funcionamiento y sin recibir casi recursos desde el Ministerio del Transporte ni un respaldo económico para que otras nuevas empiecen a rodar, la entidad busca en primera instancia asegurar servicios vitales como el de turnos médicos y el de fletes funerarios, en tanto va de “marcha atrás” el cumplimiento de su encargo social.
Como es de suponer, frente a la compleja situación de déficit de combustible que afronta el país, la EPT tiene que manejarse con un 30 por ciento del portador energético que requiere, apunta López Más.
Resultado de todo lo anterior, de las 135 rutas establecidas en la provincia, son cubiertas siquiera menos de la mitad (57), con gran inestabilidad y solo en dos momentos, en horarios de apertura y cierre de servicio.
Para disminuir la problemática, las máximas autoridades del territorio decidieron disponer de los autos estatales en función de la modalidad de transporte solidario gratuito. Determinadas entidades locales prestarían esa “ayuda” en las rutas fundamentales. En su concepción, la idea es excelente. En la práctica, las indisciplinas siguen sin parar, cuando el apoyo a la transportación ha de avanzar a exceso de velocidad. De forma general, siempre se necesitarán más directivos como la de Correos.