Nuestro “fijador”

Unos 15 años atrás, en una visita de trabajo a una granja agropecuaria, escuché decir a Jorge Luis Tapia Fonseca, entonces primer secretario del Comité Provincial del Partido en Ciego de Ávila: “(…) podemos hacer maravillas, emprender campañas muy alentadoras, pero mucho más importante que eso es lograr que nuestro ’perfume tenga fijador’, porque de nada sirve hacer mucho hoy y olvidarnos mañana”.

En esa frase pensé cuando a raíz de la sede por el 26 de Julio, que con mucho honor se ganó este territorio, me percaté de que, al menos en las zonas más céntricas de la ciudad, el panorama cambió como por arte de magia.

Me resisto a pensar que en aquella oportunidad fue posible solo porque aparecieron los recursos, que antes no existían, para emprender tan importante encomienda. Es evidente que entonces apareció algo más importante que equipos y combustible: la voluntad de hacer.

Por eso ahora no puede ser una quimera, ni algo que está bien distante de las autoridades administrativas, el cambiar el panorama impactante en las calles avileñas de desperdicios y basureros. ¿Qué es difícil? Claro que lo es, pero a lo largo de tantos años no son pocas las tareas que se han rendido ante el tesón de los avileños.

Por estos días se hace aún más necesario revertir la actual situación. El gobierno provincial activó los grupos temporales de sus 10 municipios, como respuesta a la situación epidemiológica actual, y se ha programado el inicio de la fumigación extradomiciliaria en Morón, Ciego de Ávila y Venezuela.

Lo anterior trae consigo que se acometan acciones de tratamiento focal y saneamiento ambiental, para evitar la proliferación de epidemias. El dilema se crea ante la pregunta de cómo exigirle medidas profilácticas a los que habitan una vivienda si en todo su entorno proliferan las casi “montañas” de basura.

En verdad, el contexto en que aparece esta amenaza a la salud es bien complejo y desde luego que se requiere de la contribución de todos en la eliminación de los criaderos. Bien sé que el incremento de las lluvias y las altas temperaturas de nuestro verano propicia que proliferen los mosquitos y se propaguen esas enfermedades.

También conozco que en las actuales condiciones económicas del país resulta difícil acometer campañas de higienización y que los vehículos recolectores de basura lleguen con sistematicidad a todos los barrios.

Por cierto, en la actualidad, por ejemplo, la capital provincial cuenta con solo dos vehículos y lo que necesitan son, al menos, cuatro. A ello se agrega que laboran 88 barrenderos y serían necesarios 108, pero contra este propósito conspira el pobre salario de 3600.00 pesos. Es lamentable, desde mi óptica, que en Comunales no se aplique el trabajo por resultados.

Es significativo, eso sí, que municipios como Majagua, Baraguá y Florencia puedan mostrar la mejor cara, aun en medio de tantas limitaciones. ¿Esos pueden y los restantes no?

Estas líneas no serían objetivas si no dejara claro que, desde hace un tiempo, es bien bajo el coeficiente de disponibilidad técnica de los medios de transporte de Comunales y que la asignación de combustible para esta entidad está distante de la que se requiere.

Para cumplir la faena diaria necesitan unos 700 litros de diésel y solo tienen en asignación 300.

No olvido tampoco que, en épocas de mejores condiciones materiales, la capital de Ciego de Ávila era ejemplo de limpieza en sus calles, y recuerdo que hasta representantes de otras provincias venían aquí para tomar experiencias de cómo se lograba que el concepto de la cultura del detalle se evidenciara por doquier.

Pero aun cuando se superen todos los contratiempos, habrá que ver el papel que desempeñan en el cuidado y limpieza de la ciudad, y que las autoridades encargadas de que se cumplan las normas establecidas, sean consecuentes con sus responsabilidades.

Con todos estos argumentos, es fácil llegar a una semiconclusión: la carencia de recursos, como consecuencia del más brutal bloqueo que ha tenido que enfrentar país alguno, es determinante en el depauperado estado higiénico que hoy muestran las principales ciudades del territorio. ¿Pero es solo eso la causa?

Lo cierto es que, si queremos que el actuar tenga “fijador”, habrá que barrer, no solo los desechos, sino las indolencias. Y, más que todo, dejar en el basurero la desidia.