¡No están solas!

Le costó mucho contarle a alguien. Dejó entrever las primeras señales de violencia mucho después de la primera ofensa, del primer golpe, de la primera vez que el frío metal en su cuello le advirtió que la violencia que su pareja ejercía sobre ella, no era cosa de juego.

En las últimas décadas la violencia contra la mujer ha alcanzado un incremento catastrófico a nivel mundial. Por lo que, desde el año 2000, el 25 de noviembre fue designado por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Una fecha para mostrar solidaridad, realizar acciones a favor de las mujeres que sufren violencia y concienciar a las personas en este sentido.

Este año el lema que acompaña la conmemoración de este día, encierra en sí mismo la dolorosa magnitud en el ascenso de este mal, y constituye, además, un llamado a la reflexión de que este no es solo un problema entre y para las mujeres, sino que nos atañe a todos.

“Cada 10 minutos se asesina a una mujer”, tiene un objetivo preciso, el de encender las alarmas a nivel mundial, y así lograr una mayor visibilidad de este flagelo, que representa la agonía, el miedo, la soledad, el rechazo y el dolor al que está sometido el sexo femenino que padece este tipo de violencia.

Los hechos de maltrato hacia la mujer están presentes en la sociedad desde tiempos remotos. La creencia prehistórica y machista de que “la mujer es el sexo débil, y el hombre tiene todo el derecho sobre sus acciones y su cuerpo”, es una de las causas que provoca la comisión de este delito.

En Cuba existe una política de tolerancia cero a este tipo de violencia, y las mujeres son especialmente protegidas por la ley. La Federación de Mujeres Cubanas (FMC) de cada territorio, la Casa de Orientación a la Mujer y la Familia, la Fiscalía y la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), son algunas instituciones encargadas de recepcionar las denuncias, orientar, y brindar apoyo emocional y psicológico a quienes transitan por esta problemática.

Todavía queda mucho por hacer para eliminar este mal que ha echado raíces sobre la faz de la tierra y la ha poblado como yerba mala que arrasa, contamina y mata toda forma de vida. Un buen comienzo en este sentido sería, suprimir la insensibilidad y la falta de empatía en las personas encargadas de tramitar este tipo de casos; para las víctimas de violencia todo apoyo, confianza y seguridad que se le transmita, es fundamental.

Recorramos el camino de la solidaridad hacia las mujeres que sufren en silencio la violencia, o las que valientemente han logrado denunciar a su agresor. Pongámonos en su lugar, sintamos en carne propia cada una de las ofensas, el dolor del puño sobre el cuerpo, y hasta el último aliento de la que no se atrevió a denunciar el maltrato. Construyamos un puente seguro por donde ellas puedan caminar sin miedos. Extendamos nuestro brazo. Hagámosle saber que no están solas.

Yo deseo un futuro libre de violencia contra la mujer, ¿también tú?