Un día cualquiera en las afueras de la Dirección Municipal de Trabajo y Seguridad Social de Ciego de Ávila la cola crece y los bancos no alcanzan. Funciona solo la computadora usada en los trámites relacionados con el cuentapropismo y el resto de las funciones, que no son pocas, se llevan a punta de lápiz y libreta.
No hay agua ni baños, en un mismo local se efectúan varias funciones, la iluminación es poca, y las paredes desconchadas y el mobiliario roído completan un cuadro surrealista y las ganas de salir de allí lo más rápido posible.
Ya no se trata solo de que el trámite sea expedito, preciso, y de eliminar trabas en el acceso, sino que el estado deplorable de esta oficina ─y de otras en la provincia─ y la poca disponibilidad de medios informáticos entorpecen el trabajo y atentan contra la calidad de la atención.
El tema no es nuevo porque desde 2016 ocupan ese inmueble y, tampoco, un asunto menor, sobre todo, si tenemos en cuenta el número de gestiones que se realizan en estas direcciones municipales, encargadas de dirigir, controlar y asesorar la política laboral, de prevención, asistencia y trabajo social, seguridad y salud ocupacional.
Ancianos, embarazadas, impedidos físicos, madres con tres o más hijos, cuentapropistas, trabajadores, quienes buscan opciones de empleo o, simplemente, información sobre determinados procedimientos llegan hasta ahí cada día y está claro que la satisfacción no dependerá solo de la respuesta obtenida.
Según las observaciones hechas desde la Dirección Provincial de Trabajo y Seguridad Social, son Morón y Ciego de Ávila los que presentan oficinas en peor estado, territorios donde, paradójicamente, la demanda de servicios y las colas son mayores. En condiciones más o menos similares se encuentran las enclavadas en Venezuela, Baraguá, Primero de Enero y Chambas, mientras que en el resto de los municipios se sortean las carencias con más éxito, aunque sin soluciones mágicas.
De hecho, Orlando Díaz Rodríguez, subdirector de Prevención, Asistencia y Trabajo Social en la provincia, explica que, al tratarse de unidades presupuestadas de subordinación local, adscritas a los gobiernos municipales, las posibles reparaciones dependen de la autogestión hecha desde la base, de la correcta planificación de los recursos en los planes y, luego, de su aprobación.
El ejemplo más evidente está en la propia Dirección Provincial de Trabajo y Seguridad Social, donde se han gastado más de 150 000. 000 pesos en acciones constructivas, lo cual ha cambiado para bien el confort del inmueble, y otro monto considerable para poner en marcha sus medios de transporte. No fue rápido ni fácil, pero sí empuje necesario para un desempeño más eficaz.
Ivia García Bello, directora de la Dirección Municipal de Trabajo y Seguridad Social de Ciego de Ávila, habla de financiamiento aprobado para la reparación de otro espacio, ubicado en la calle Honorato del Castillo, porque restaurar este implicaría gastos exorbitantes, pero ¿mientras tanto?
Es cierto que asistir con recursos a una persona vulnerable no compite en prioridad con tener una oficina pintada o amueblada, no obstante, habrá que entender que, cuando hablamos de servicios sensibles brindados a la población, el buen trato pasa, también, por el filtro de las condiciones materiales en las que se desenvuelve el personal que allí labora.
A la larga, seguiremos soñando —y apostando— por incrementar los espacios de consultoría y atención a la población online, páginas web con información imprescindible al alcance de un clic, y que muchas gestiones transcurran en el espacio digital para aligerar la carga que pesa hoy sobre muchas entidades; mientras, toca mirar oficina adentro y “predicar con el ejemplo”, justamente, allí donde es más necesario.