El comercio electrónico en Cuba ha tenido varias temporadas y, quizás, la última pasó de prisa frente a nuestros ojos, pues en la misma medida en que la COVID-19 arreció, las plataformas en línea para compras y las pasarelas de pago (Tranfermóvil y EnZona) alcanzaron más usuarios y aceptación.
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Posted by XETiD-Ciego de Ávila on Thursday, August 19, 2021
No voy a detenerme en TuEnvío que, al menos aquí, no ha tenido momentos felices; menos ahora, cuando la tienda virtual, ubicada en el centro de la ciudad de Ciego de Ávila y en la que podían recogerse las compras sin contratiempos, fue trasladada al reparto Aeropuerto, distante y difícil de llegar por la falta de transporte público. No obstante, hay otros ejemplos “haciendo aguas” y dejándonos con las ganas.
Es así que un día cualquiera en la puerta del hotel Rueda, un grupo de amigos da media vuelta, al informarles que el pago es solo a través de tarjetas magnéticas, novedad que atenta contra la clientela de un sitio agradable y céntrico, al que muchos llegan de paso y con dinero en la mano.
La congestión ya se vive a ambos lados: dependientes “enredados” con el POS (terminal de punto de venta), y amigos o familias sacando cuentas para pagar con una única tarjeta y ahorrarse tiempo y disgustos con los intentos fallidos que, casi siempre, anteceden al cobro. El asunto es más complejo cuando se trata de reservar el patio o el salón para eventos o fiestas, porque las cantidades a desembolsar son mayores y no siempre están en las tarjetas, sino que es necesario correr a depositarlas en el Banco y sortear las consabidas colas.
A esto podríamos añadirle que no todas las personas reciben sus salarios a través de este medio o tienen cuentas bancarias asociadas, y que la disponibilidad de cajeros automáticos obliga a extraer el efectivo a la primera oportunidad, en lugar de ir cada vez que se necesite.
Aunque la decisión, probablemente, exceda a la provincia o sea una alternativa para contrarrestar el exceso de dinero circulante en medio de la inflación que vive el país, esta es solo una forma de pago, no la única, y, en el momento en que se le impone al consumidor, se irrespetan, en parte, sus derechos.
Si seguimos escudriñando descubrimos otra arista del fenómeno: las tiendas virtuales avileñas en el Bulevar EnZona, a veces, fueron repositorio de inventarios ociosos y de lento movimiento, o una vitrina de mínima exhibición, pues los productos al alcance de un clic ni siquiera resultaban una muestra representativa del potencial de la entidad u organismo que los posicionaba.
El asunto es más evidente ahora, frente a un mercado deficitario; sin embargo, el problema no es nuevo, más bien ha venido engordando en los últimos meses, porque, a la larga, las administraciones terminan decantándose por lo tradicional, el “face to face” cliente y producto, y la oferta virtual queda en un limbo.
Sucede, también, que, en algunas esferas, el comercio electrónico se ha entendido como un “requisito obligado” para simultanear otros procesos, sin detenerse en su verdadero rol como dinamizador de las ventas y facilitador de la vida. Así están, por ejemplo, los mercados de nuevo tipo de Acopio y los restaurantes devenidos unidades empresariales de base, que para funcionar como tal se les exige incluir la modalidad de ventas en línea.
Habrá que esperar otro contexto económico para valoraciones más justas, pero vale poner “el parche a tiempo”: la falta de cultura institucional para el uso de este servicio no puede normalizar las malas prácticas. Ojalá la puesta en línea de la plataforma EnZona insufle, otra vez, nuevos aires.
De la informatización de la sociedad, se supone, avancemos a la trasformación digital; no obstante, la distancia del salto no podemos medirla solo en cantidad de aplicaciones (Apk) y plataformas, sino en el uso que hacemos de ellas, en la calidad de los procesos y en la satisfacción del cliente. Las deudas, todavía, están en línea.