Lo público de las públicas

Que todavía haya quien deba salir de su casa para realizar una llamada, pues carece de telefonía fija, puede ser, en pleno siglo XXI, un mal chiste sin gracia alguna, contado con toda la intención de quien solo aprecia un lado de la historia y obvia las alternativas.

Mayores carcajadas provocaría escuchar que en muchos lugares de nuestro país hay personas guardando pesos, pesetas y centavos para la próxima llamada, por ser un teléfono público el más cercano y único medio para llamar al hospital en casos de urgencia o contarle a la familia lo complicada que se torna la vida.

Pero quien sabe de lo que hablo se pone serio cuando salta a relucir el estado actual de la telefonía pública en Ciego de Ávila, no porque la situación sea tan grave, sino por lo complicado de definir responsables cuando las cosas de todos no son de nadie.

Usted pudiera pensar que la necesidad real supera los 2218 teléfonos públicos, donde, también, se incluyen los centros agentes de toda la provincia (795), y piensa bien, pues, hasta que en cada uno de los hogares exista un medio para la comunicación a distancia, los números juegan en contra del cliente pendiente a beneficiarse.

Hasta el día de hoy unos 47 permanecen instalados en escuelas de nuestro territorio, 14 en hogares maternos, 67 en centros penitenciarios y 101 en hospitales, por solo citar ejemplos, mas las historias de hombres y mujeres que dejaron de comunicarse porque el teléfono estaba dañado o fuera de servicio rivalizan con las cifras en apretada competencia.

Llegamos a la parte más obvia del asunto. ¿Por qué se rompen las públicas y, a veces, demora su reparación? No hay que ser un entendido en la materia para deducir las posibles respuestas: maltrato de algunos usuarios, piezas que se facilitan con el proveedor español mientras que con el italiano se dificultan, y un montón de gente cruzada de manos al ver a otros golpear al equipo y gritarle como si con ello este entendiera su “obligación” de funcionar.

Queda claro que la cantidad exacta sin prestar servicios es un dato poco probable de obtener, sobre todo por la variabilidad de las roturas y porque no todos los que detectan una avería llaman al 114 para reportarla. Así comprobamos las hipótesis: unos desconocen la posibilidad real de hablar del problema, otros, no apreciaron la existencia del mismo o prefirieron aceptarlo como algo “normal”.

Lo normal es que servicios como este crezcan, aunque lo hagan de maneras no convencionales, logrando expandirse, en toda la extensión de la palabra.

Existen comunidades intrincadas a las que los hombres de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A (ETECSA) no han podido llegar con las redes telefónicas y aun así llevan a ellas dispositivos GSM para posibilitar la comunicación desde una línea celular en la que el minuto solo cuesta cinco centavos en CUP; no obstante, en Caguasal, Los Maceo o La Isabelita los pobladores tienen la esperanza de contar con teléfonos propios algún día.

La parte sur de la ciudad cabecera provincial está en desventaja con respecto a otras zonas de la misma, si de telefonía pública hablamos, aun cuando en repartos como Maidique continúan las inversiones para la fija. A nivel provincial, Morón es el más complicado y, para este año, anularán toda perspectiva de crecimiento, al menos en la urbe.

Y, aunque en el departamento de telefonía pública, su jefe, Jorge Luis Sánchez, se empeñe en decir que los períodos de rotura no duran más de siete días, hay historias testificando lo contrario. Es el vandalismo uno de los catalizadores para el rápido deterioro, pero, a toda costa, se debe evitar que sea el pueblo quien sufra las consecuencias y eso es algo que, por lo menos a mí, no me da risa.