Lactancia materna: el amor no duele

Finalizada la campaña cubana por la lactancia materna exclusiva, Invasor revisa otros factores externos a la orientación médica, que inclinan la balanza a favor o en contra, sin los motivos correctos

Mamá con su bebéNohema Díaz Muñoz Quien es madre o aspira a serlo, de lactancia materna ya debe haberlo oído todo: “hasta los seis meses sí”, “tanto tiempo no”, “los senos no te quedan iguales”, “es bueno para el niño”, “así el niño no engorda”, “dale leche de vaca”, “no se la des”.

• Sobre el tema, lea en Cubadebate.

La madre recién estrenada se enfrenta a un proceso natural y beneficioso respecto al que, con tanto consejo, en vez de apoyo, recibe una presión social basada en mitos o indicaciones que no calan lo suficiente. En general, un mensaje errado de “es malo para ti, pero te aguantas porque eres buena madre”.

El desconocimiento se señala en Cuba como una de las causas de que, a pesar de que el 98 por ciento de los bebés dejan el hospital siendo alimentados por la mamá, a los seis meses la realidad cambia, y disfruta de la lactancia materna exclusiva solo el 33 por ciento.

• Más de estos datos en la Encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados (2014) asesorada en Cuba por la UNICEF. Descárguela aquí.

En el 67 hay madres que trabajan y no pueden hacerlo; otras que parecen no disfrutar esa conexión emocional; que sufren no producir lo suficiente; abuelas que sugieren leche de vaca, jugos de frutas o agua de arroz, y hasta dosis de molestias o dolores soportados en silencio y, supuestamente, por amor.

• Los prejuicios machistas provocan serias inseguridades femeninas en torno a la maternidad. Consulte la opinión de Invasor.

Con ayuda del doctor Arisney Jiménez Herrera, jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Provincial Roberto Rodríguez, Invasor se propuso rebatir mitos que hacen que la lactancia duela más a las madres, en cuerpo y alma, de lo que debería.

“Si te fijas, todos están relacionados con la mala técnica durante la lactancia”, dice, tras explicar que el éxito radica en que las madres consigan orientación médica y apoyo de la familia en la comprensión de su importancia.

Cualquier molestia merece atención, aunque en general, asegura, se deben a la mala postura del bebé o la retención de la leche cuando se produce en exceso, que ocasionan mastitis o aparición de grietas. “Es un acto fisiológico, y no es doloroso si se hace adecuadamente.”

Las maltas y las barras de maní que receta la familia para que ella tenga leche abundante después del parto, engordan menos a la prole que a las frustraciones de la madre cuando solo segrega calostro. Ahí también el desconocimiento conspira en contra de mamá y nené, que a pesar de las recomendaciones médicas rotan a escondidas en la sala, amamantados por otras madres que “tienen más leche”.

El calostro, líquido amarillo que se produce durante los primeros tres días de vida del bebé, más pobre en aminoácidos y carbohidratos, es vital para la protección contra infecciones, por su alta concentración de inmunoglobulinas. Es lógico que el crío demande mayor cantidad de tomas, menos lo es que, por esa razón, la familia lo crea insuficiente.

Luego llegan las “dietas mágicas”, por la obsesión por tener un niño grande y rollizo, a pesar de que el aumento de peso entre 15 y 30 gramos por día es saludable. Ninguna fórmula supera la ganancia que se consigue con la leche materna. “Es un alimento vivo imposible de copiar por la ciencia”, concluye el doctor.

• Lea sobre la creación de un banco de leche humana en uno de los servicios avileños de Neonatología.

Lo notable de que las ideas erróneas pervivan tras años de campaña por la lactancia materna exclusiva, es que no es suficiente recordar por radio y televisión que los estudios la asocian con el desarrollo cognitivo o la prevención de cólicos y alergias.

Para eso están las consultas. Es mejor centrarse en que la madre, acompañada de la familia, sea capaz de llegar a una decisión responsable, basada en los parámetros médicos de la salud de su bebé, no en cosas que “dicen los viejos”, y menos en juicios que hacen del tema una línea divisoria entre buenas o malas madres.

¿Cómo saber si se amamanta correctamente?

—Se debe buscar una posición cómoda, con espalda, brazos y hombros apoyados y relajados. La nariz del bebé debe estar a la altura del pezón cuando este se ponga al pecho, para que abra la boca lo suficiente para que quepa la aureola del seno.

—El pecho se da a demanda, el bebé es quien establece los horarios. Lo hará con mayor frecuencia durante los días en que recibe el calostro, y cada dos o tres horas aproximadamente con la leche madura.

—Cuando el bebé termine con una mama, se debe colocar frente a la otra, y alternar el orden en que se le ofrecen. La succión debe ser rítmica y acompasada.

—Un bebé satisfecho tiene una actitud relajada. Normalmente, le provoca un sueño tranquilo, de una a dos horas.

—Durante el primer mes de vida maman más de noche que de día, para luego invertir el horario del hábito.

—Un niño bien amamantado acumula de cuatro a seis pañales mojados de orina, y cuatro deposiciones diarias. Aunque en los primeros días después del nacimiento son más escasas.

—El crecimiento y desarrollo adecuados son los indicadores correctos para medir el éxito de la lactancia, y no los llantos o el hambre aparente.

—Por último, cada madre y bebé son diferentes: antes de hacer juicios o tomar decisiones, se debe consultar a un especialista y apoyarse en madres o nodrizas de mayor experiencia para instruirse en la técnica correcta.