Las condiciones en que las personas nacen, crecen, trabajan y envejecen necesitan observancia, seguimiento y transformación, pues, también, deciden vidas
Pareciera que basta con repetirlo para que el milagro obre por sí solo o que los ejemplos felices, como el de la Empresa de Cepillos y Artículos Plásticos Juan Antonio Márquez, innovando para recuperar los cuneros del servicio de Neonatología, no han sido suficientes para que el trabajo intersectorial labre un camino exitoso a favor de la salud pública en Ciego de Ávila.
Sucede que, desde hace bastante tiempo, este concepto es un eslabón suelto en la cadena que va de la comunidad al Consultorio del Médico y la Enfermera de la Familia y, de ahí, al nivel secundario de atención.
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No solo han faltado el acompañamiento y las acciones de promoción y prevención en las escuelas y comunidades, sino que la administración económica y la búsqueda de recursos ocupan demasiado tiempo y espacio en las agendas de los profesionales y directivos del sector, lo cual, a la larga, juega en contra de la gestión eficiente y con calidad de los servicios que se prestan puertas adentro de un hospital o un policlínico.
Si las cosas se han dado así es, en primer lugar, por los efectos en espiral de la crisis económica vivida en los últimos años y, luego, porque falta comprender que las determinantes sociales, o sea, las condiciones en que las personas nacen, crecen, trabajan y envejecen necesitan observancia, seguimiento y transformación, pues, también, deciden vidas. Hoy, la práctica nos coloca en sentido contrario a muchos objetivos imprescindibles para medir los índices de desarrollo humano y sostenible del país.
Lo decía recientemente en el Pleno Provincial del Programa Materno Infantil Alberto Moronta Enrique, director del Hospital Provincial General Docente Doctor Antonio Luaces Iraola, “las empresas que prestan servicios deben cumplir su rol activamente, no debiera ser una preocupación para nosotros que en el hogar materno de Majagua falte el combustible para cocinar o escasee el detergente. Para gestionar salud debemos empoderarnos como sistema y exigir, así como deslindar responsabilidades económicas, que pesan hoy sobre nuestros hombros”.
Igual de apremiante es solucionar los 77 casos de gestantes que viven todavía en piso de tierra, garantizar una dieta alimenticia balanceada para aquellas cuya condición médica lo requiera, disminuir el índice de embarazos en la adolescencia, asegurar el transporte para que la proyección comunitaria de los especialistas sea un hecho y eliminar microvertederos a fin de evitar la proliferación de vectores y enfermedades.
Por su parte, Manuel Vázquez, director de Salud en el municipio de Ciro Redondo, cuestionaba que en el círculo social aledaño al hogar materno las actividades culturales y deportivas diseñadas para este grupo poblacional son esporádicas.
Concordemos en que ninguno de estos pendientes verá la luz únicamente en el radio de acción del Ministerio de Salud Pública; dependen del trabajo intersectorial, de que cada parte haga lo suyo en esta carrera de fondo, que no acabamos de coronar. De hecho, la ausencia en dicho pleno de determinados organismos, entidades y organizaciones políticas y de masas no hizo más que confirmar cuánto terreno se ha cedido.
Aunque ninguna de estas exigencias es nueva y hay experiencia acumulada para hacerlo mejor, sensibilizar, convocar, participar y exigir son urgencias, si queremos indicadores en positivo y acortar el trecho que invisibiliza los esfuerzos de unos cuantos. “Al que le sirva el sayo”, reza el refrán.