¿Podrá el nutritivo, delicioso y versátil huevo de gallina sacar de apuros en la cocina con sus más de 100 recetas creativas, retornar a la canasta básica familiar, y reconquistar la popularidad?
Hay acciones para dar respuesta a tantas inquietudes, pero la solución depende aún de un plazo indefinido para volver a lo normal.
Tantas veces se viró la “tortilla” durante el último lustro en la avicultura que, en Ciego de Ávila, como en las demás provincias, no ha podido dársele el otro vuelco indispensable a la gestión integral para recuperar la tradición productiva y la reanimación de la eficiencia que es, en la actualidad, algo incipiente en ese sector.
El huevo, hoy, no es para todos. Fluctúa en los puntos de venta el valor del alimento. Al ritmo del alto costo de la vida, sigue el precio hasta los 100.00 pesos cada uno de los blancos y a más de 80.00 los morenos o criollos.
Mientras las tarifas altisonantes proliferan en los mercados no estatal e informal, el susodicho del cascarón pierde la esperanza de reincorporarse a la cuota normada por la libreta de abastecimiento, en esta segunda mitad de 2025.
Y es que las aves de oro, como les llamaban a las ponedoras avileñas, las más productivas de Cuba hasta 2019 (colectivo Vanguardia Nacional, con más puestas por animal, mejor eficiencia en la conversión del pienso y salud de la masa avícola), empezaron a perder su glamour en 2021.
Arribaba también a sus instalaciones una novedad, la Tarea Ordenamiento, experiencia desafortunada, especialmente para las consagradas mujeres naveras, pero tan empeñada en ordenar las finanzas del país que le retiró el habitual subsidio al producto por cada millar de posturas producidas; luego lo restableció, pero con el propósito de bajar las pérdidas con ayuda del presupuesto del Estado y así evitar la desaparición de la empresa avileña.
Los propios avicultores la califican de triste realidad. Conmovedora fue la puesta de las aves en Ciego de Ávila: 25 millones de posturas por debajo del plan y 35 millones de pesos de pérdidas económicas en 2022, las cuales continuaron en 2023, ascendieron a más de 149 millones en 2024, superaron los 27 millones en el primer semestre del presente año, y se planifican más de 101 millones para el cierre de 2025.
Ya no se habla de los más de quinientos kilómetros recorridos, como promedio diario, por parte de la entidad que más lejos buscaba el alimento en la industria nacional, sino de que el país no pudo garantizar la importación de pienso, se redujo casi a cero la producción por varios meses de 2024, y el gasto por muertes de animales registró 42 millones 400 000.00 pesos de pérdidas en el territorio avileño.
La crisis financiera y alimentaria obligó a sacrificar gran cantidad de gallinas. Ni siquiera la Unidad Empresarial de Base (UEB) 21, del municipio de Primero de Enero, pudo preservar el título de mejor de su tipo en Cuba. Incluso, la avicultura alternativa, con ejemplares de semirrústicas, no sobrevivió; dejó de acopiarse el huevo criollo que ayudaba a las ventas y a disminuir el endeudamiento.
Mientras las aves comen pienso de importación en la actualidad, la economía de la Empresa Avícola avileña se alimenta de créditos bancarios por más de 200 millones de pesos para cotizar ese alimento, neumáticos, baterías, lubricantes y otros insumos muy costosos, además de honrar las deudas con el Banco para resarcir las pérdidas económicas.
A pesar de todo, se siente menos cacareo en las naves. Las plumíferas están menos estresadas y sus cuidadoras más consagradas a la tarea. Un mejor clima predomina desde noviembre del pasado año con la puesta en la escena laboral de la producción cooperada, una alternativa salvadora.
Los avicultores habituales continúan el manejo de ese tipo de masa ganadera y productores agropecuarios privados financian la importación de pienso, quienes tienen representantes en las granjas para supervisar la cantidad de comida a suministrar en el horario establecido y el control de la producción diaria, de la cual les corresponde a ellos quedarse con el 70 por ciento.
Mientras tanto, el 30 por ciento lo obtiene la Empresa Avícola para asegurar la distribución a Salud y Educación, en lo fundamental, además del Programa de Atención Materno Infantil, el Sistema de Alimentación a la Familia de personas de bajos ingresos, las dietas especiales y el Turismo.
Tales prioridades para el consumo social son posibles por esa alianza estratégica que impidió el fin de la avicultura estatal y le propicia la recuperación paulatina de su vitalidad en indicadores de eficiencia como la puesta de huevos por ave, la conversión del pienso por decenas de posturas producidas y la viabilidad, con alentadores resultados, al cierre del primer semestre del actual año.
En apenas unos meses de tal iniciativa, se nota el cambio. Al cierre de 2024 la producción de huevos de aves alcanzó solo el 61,6 por ciento de cumplimiento del plan y el 159,6 por ciento tras concluir el primer semestre de 2025.
No fue posible recorrer todas las unidades en modo de coproducción en los municipios de Majagua, Primero de Enero, Ciro Redondo y Ciego de Ávila. Sí pudo Invasor llegar a la UEB cercana a la comunidad de Santo Tomás, en el municipio cabecera, donde observó a estibadores manipulando sacos con pienso, sacrificadas obreras al pie de las jaulas y los frutos de la faena cotidiana en las ocho naves en explotación: 28 500 huevos diarios y más en determinadas jornadas, según informó la administración del centro.
Queda, para la empresa estatal socialista en cuestión, el gran desafío de ir reanimándose y enfrentando el déficit financiero con su propio capital, con vistas a revitalizar los volúmenes productivos, como años atrás, cuando era líder en las entregas al balance nacional de distribución de alimentos.
Ahora, más que en la pelota, se gana por huevo salvado. Mas es preciso dar jonrón para llegar a la mesa de todos.