En la puerta de la casa

Pensé en comenzar con la archiconocida frase “No es limpio el que limpia…”, pero se me hizo vieja de tanto leerla en murales o escucharla en discursos estériles. Mejor ir al grano. ¿Es responsable solo Comunales de que casi la totalidad de las áreas comunes estén enyerbadas o sucias?

Sin obviar su objeto social (porque de que le toca, le toca); son muchos los ojos que miran y no ven. No ven, o ignoran, que, incluso, la salud depende de la higiene. Y la higiene queda pospuesta, pues “urgen” tantos asuntos, y son tantas las preocupaciones que uno llega a pensar que este particular no preocupa. ¡Vaya modo de solapar la responsabilidad!

Otra mirada a la responsabilidad

Y en los barrios, la gente vierte desechos en cualquier parte y crecen los micro (y macro) vertederos; y los espacios públicos se llenan de hierba que, cuando se mal corta, queda sobre las aceras, ensuciando más, y ni los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) hacen su labor para que los patios y solares tengan la estética que exigiría una verdadera ciudad.

Entre tanta basura acumulada se retoma (digo retoma para que nadie confunda este verbo con el sustantivo creatividad) la gestión de los carretones particulares: esos que, si se les contrata a tiempo y se les paga bien, te dejan las calles como espejos.

Resulta que esto tampoco ha sido como debiera y la burocracia se adueña del resultado que podrían tener las gestiones. Por ejemplo, Morón, al cierre del domingo 22 del mes en curso, necesitaba 40 carretones para recoger sus “excesos”; sin embargo, la demora en la firma del contrato, en tiempos tan difíciles, de guerra como se ha explicado, era la causa primordial que entorpecía el proceso y, una semana después, el déficit ascendía a 20.

Mas, no solo Morón. El municipio cabecera cabecea hace rato entre contratos, censos de carretoneros (que hay bastante, aun así nos demoramos) y decisiones, sin que se aprecie que “ven” lo que puede traer consigo más churre por día.

Lo dijo el vice primer ministro Jorge Luis Tapia Fonseca, el citado día, en reunión del Grupo Temporal de Trabajo para la Prevención y Control de la COVID-19: “La cultura de la limpieza de un pueblo depende de los principales jefes. ¿Cómo es posible pasar en un carro, ver el enyerbamiento, no bajarse a preguntar, y seguir camino sin buscar a los responsables? Cierto es que hay muchas obligaciones, no obstante, la higiene de los pueblos nadie ha dicho que ha dejado de serlo”.

Ahí aparecen las palabras que, parafraseando a Silvio Rodríguez, “torcieron camino y se perdieron en el monte”: proactividad y control. Y puede decirse que la primera incluye a la segunda: “Que toma activamente el control y decide qué hacer en cada momento, anticipándose a los acontecimientos”.

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Tal vez sea este el motivo, aunque lo justifiquemos con carencias materiales que no lo son tanto más que las actitudes y aptitudes para querer hacer. Y querer, por lo general, es hacer.

Cierto es, también, que mucho podrían ayudar los Grupos de Trabajo Comunitario existentes en cada Consejo Popular —repito: en cada Consejo Popular—, y muchos avileños desconocen, precisamente, eso, su existencia.

Bendita la autonomía de la que en su momento, al frente del país, habló el General de Ejército Raúl Castro Ruz. Bendita porque no solo exige, sino da la posibilidad de conocer, al dedillo, el teatro de operaciones, las potencialidades que tiene y el empleo eficiente que podemos hacer de estas: hay carretones suficientes, empresas con gente sin reubicarse temporalmente aún, otras con parque automotor “parqueado”…, y todos podrían estar en función de ciudades, poblados y comunidades más limpias y saludables.

¡Ah!, también está la contribución del uno por ciento que hacen los territorios, si es que de “pagos” se trata. Y organizaciones como los CDR y la Federación de Mujeres Cubanas que mucho podrían hacer, si se lo proponen.

Tener más carretoneros no solo ahorraría combustible, sino constituiría una fuente de empleo, incluso pluriempleo. La autonomía municipal debe desprenderse de la gestión provincial. Se trata de gestionar, no de llenar gavetas; de ser sustentables; pero, primero que todo, de un cambio de pensamiento que nos incluya a todos. Las soluciones, a veces, están en la puerta de la casa; otras a menos de dos cuadras. Como los vertederos y los carretoneros.