Empresa Viajero en Ciego de Ávila: Destino incierto

Estuve desde las 8:00 de la mañana hasta las 2:00 de la tarde en la Agencia de Viajero —o Empresa de Servicios de Reservación—, ubicada en la Terminal de Ferrocarriles provincial. Al llegar a la taquilla, con un saltico en el estómago, supe que no había capacidad disponible para el tren La Habana-Holguín.

Allí, para quienes mucho o poco salen de casa, es difícil hablar de seguridad en la adquisición de un pasaje, a lo que se suman los tormentos que causa la automatización de los procesos, si bien esto ha disminuido el impacto de las listas de espera y favorece el control interno en todos los momentos de la venta.

La forma empleada para “satisfacer” las previas necesidades informativas de los clientes no es efectiva, pues prohibir la comunicación directa con los expedidores, evita interrumpir la venta, pero atropella el tiempo de los que pagan por la (no) calidad.

“Se supone que el acceso ahora sea más fácil y ágil, pero si usted quiere saber si queda boleto para determinado lugar, tiene que hacer la cola y esperar su turno, y quizá haya perdido el tiempo porque las capacidades se agotaron”, explica Kirenia Pérez García, al frente del servicio en el territorio. Antes, las pizarras tampoco mostraban los asientos que iban quedando disponibles.

Organizar el trabajo, en tiempo real, tampoco debe ser sinónimo de “no se puede preguntar en las taquillas” o “para hacerlo tiene que hacer la cola”, pues “le zumba el mango” estar horas para saber qué cara te vas a llevar al trabajo o casa, donde tal vez esperan abuelos y niños enfermos. La capacitación del personal, sujeto al cambio de un sistema manual a uno computarizado, es vital.

Informatizar las actividades de la Empresa, con una base de datos centralizada, a la que todas las agencias interconectadas al sistema tienen acceso, y lograr una transformación organizacional en la gestión y venta de las capacidades, parece ahogarse en la demanda de los viajeros, la poca cantidad de taquillas habilitadas, las carencias de medios de transporte y la desinformación.

Como las tres agencias instaladas en Ciego de Ávila para realizar reintegros, ventas de boletos de reservaciones y pasajes para ómnibus, trenes o catamaranes nacionales (en la Terminal de Ómnibus Nacionales, en la Universidad de Ciego de Ávila Máximo Gómez y en la Terminal de Ferrocarriles provincial) funcionan de manera integrada, y abren juntas sus servicios —de 8:30 de la mañana a 4:00 de la tarde—, cada vez que el sistema se sondee, los números se actualizan. “Una taquillera puede informar a alguien que hay pasaje y, un rato después, ya no haber”.

Aunque se reconocen los esfuerzos de Viajero por extenderse a las provincias, ¿sería posible la creación de un área informativa aparte, software enfrente, actualizado minuto a minuto? Recibir la información necesaria, como derecho del cliente, expuesto en murales, es muy abarcador; y más si se conoce la insuficiente cantidad de capacidades otorgadas a la provincia.

Por ejemplo, el tren La Habana-Santiago de Cuba posee 36 capacidades a vender por día, y 28 el de La Habana-Guantánamo, ambos bastante demandados, que incluyen personas con discapacidad, empleados y algunos asientos dados a municipios.

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El hecho de que la agencia de la Universidad expenda, diariamente, unos 40 pasajes y la de Ferrocarriles alrededor de 150, no recoge la cantidad de avileños que asiste a esos lugares y que, tras un tiempo invertido por gusto, son empujados hacia aquellos que buscan dar salida a turnos de la cola vendidos.

Como expresó nuestro Presidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, hay que lograr que la informatización de la sociedad cubana contribuya más y mejor al desarrollo económico del país y, por ende, a la calidad de vida de la población, lejos de complicársela un poquito más.

La implementación del sistema, al menos en Ciego de Ávila, no ha disminuido mucho el tiempo de ejecución de la venta del boletín, que de los pensados “unos minutos” llega hasta los 30; eso si, con una buena conexión y sin interrumpirse al expedidor, quedan capacidades disponibles a un destino, hasta ese momento, incierto.