Desde el 1ro. de enero, el aumento del costo de los alimentos que adquieren los afiliados a los comedores sociales del Sistema de Atención a la Familia (SAF), como parte de la Tarea Ordenamiento, multiplicó por 13, además, las preocupaciones.
La idea era que los nuevos importes debían responder al valor real de los productos, una vez que se eliminaran los subsidios y teniendo en cuenta que los precios minoristas fuesen continuidad de los mayoristas.
Pero, aunque el Gobierno cubano incrementó en 5,45 veces la cuantía de la pensión mínima por edad e invalidez total del Régimen General de Seguridad Social, la cifra resultó insuficiente para una parte de las 1 475 personas que estaban acogidas a las 55 unidades del SAF en Ciego de Ávila al cierre de 2020.
Desde entonces y hasta el pasado 7 del mes en curso, 388 clientes se habían dado baja, según estadísticas ofrecidas por Pedro González Alfonso, director de Gastronomía en el Grupo Empresarial de Comercio de la provincia, lo que representa el 26,3 por ciento de los censados.
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Sin embargo, el 16 de marzo, en una visita realizada por Invasor al SAF La Sombrillita, en el municipio cabecera, su administrador, Julio López Escasena, declaró que de los 98 clientes en su registro, alrededor del 70 por ciento no estaba asistiendo. ¿La causa fundamental? El dinero no les alcanzaba para costearse, además, otras necesidades personales.
Entre almuerzo y comida, esos avileños destinan unos 26.00 pesos diarios y 806.00 al mes, excluyendo ofertas opcionales y tan necesarias como pan o yogur, que no se tienen en cuenta para el cálculo de las 1 200 kilocalorías que se requieren en cada menú ofrecido por el SAF.
González Alfonso reconoce que resulta imposible, o muy difícil, poder acogerse al SAF y comprar la canasta básica normada porque, aunque la pensión mínima es de 1 528.00 pesos, estos bienes adquirieron un crecimiento monetario considerable, que sobrepasa la mitad de estas cuantías.
Hoy ascienden a 1 104 los comensales, incluyendo 17 altas, sin que signifique una asistencia diaria de la plantilla. El precio de alimentos como el arroz blanco y el moro, ensaladas, ajiaco y el huevo ha tenido alguna que otra reducción en tres anteriores ajustes, lo que no representa un ahorro significativo en los bolsillos de quienes deben ser beneficiados, a juzgar por la mínima reacción favorable en los clientes.
Tocaría insistir en las palabras de Marino Murillo Jorge, miembro del Buró Político del Partido y jefe de la Comisión para la Implementación y Desarrollo de los Lineamientos, cuando explica que el objetivo es avanzar hacia la atención de personas y no a los subsidios de productos, pero en concordancia con la posición de la Revolución de atender a los más vulnerables, para lo cual el Gobierno tiene previsto 700 millones en su presupuesto anual.
Alarmante resultaría la conclusión de que no es probable otra rebaja, si los precios mayoristas no disminuyen a la par, porque no se trata de un cálculo solo de orden económico, sino de una cuestión de sensibilidad humana.
Como bien dijera Luis Antonio Torres Iríbar, presidente del Consejo de Defensa Provincial de La Habana, “el Sistema de Atención a la Familia no es un gran favor que se le hace a los ‘viejitos’, sino que representa el pago, en buena medida, de la deuda tan grande que como sociedad tenemos hacia esas personas”.