El regreso de las marcas

chancletas tomada de mercadolibre.comEric Marcel dice que, si le compro unas chancletas, que sean de marca, y yo disimulo y hago como si no entendiera. “Sí, de marca, Gucci o Fila”, insiste. A los 11 años que casi cumple ya, mi hijo cambia de número de pie cada dos o tres meses. Eso y la histórica ausencia de chancletas en la red de tiendas cubanas se han confabulado contra mi bolsillo.

Sobre las mesas de los cuentapropistas, o en cualquier portal avileño donde se vende ropa, calzado, maquinillas de afeitar y platanito de fruta —por solo mencionar tres o cuatro cosas de una larga lista de ofertas—, un par de chancletas “de marca” roza los 15 pesos convertibles. Con todo y que hace unos días me aumentaron el salario, ese precio sigue estando fuera de mi alcance.

Si de verdad fueran Adidas, Fila, Puma, tal vez lo valdrían, pienso, porque detrás de cada marca reconocida hay una tradición de diseño, innovación y calidad que debe ser remunerada. Pero, a las que vienen por montones de Guyana, México, Panamá o Miami se les ven las costuras de la imitación. Cada vez que pregunto cuánto valen y las reviso, me imagino a una madre china sentada detrás de una máquina fabricando 100, 200, 1 000 pares por hora y me da vergüenza ajena.

Sin embargo, no me espanto por el pedido de mi hijo. Cuando yo tenía su edad, empezando los 90 y la irrupción intempestiva de la crisis y el mercado (con todo lo bueno y lo malo que trajo consigo), los chiquillos de la escuela empezamos a coleccionar las etiquetas de las cosas que se vendían en la shopping o venían de “afuera”. No fuimos los únicos, que conste; aquí hubo quien puso latas de refresco vacías como adorno. Supongo que los papelitos de caramelos ocuparon el lugar de la filatelia y las latas; bueno, las latas quizás eran el recordatorio de que los refrescos ya no vendrían en botellas.

En fin, luego, durante la secundaria, los adolescentes de entonces dibujaban en sus libretas los logos de la Nike, Reebok, Adidas con la ingenuidad de quien conjura unos tenis nuevos. Siempre se dijo que esa afición por las marcas era un problema de consumismo, una batalla cultural y simbólica de baja intensidad que se nos hacía. Pero no es solo contra la juventud cubana, más bien es el resultado de un fenómeno de globalización y estandarización de las llamadas industrias culturales.

Porque lo que está detrás de una u otra marca es la leyenda de originalidad, superioridad, incluso bienestar, que moviliza a escoger y, en el caso de nuestros muchachos, a pedirnos a sus padres un esfuerzo “supremo”.

Tres décadas después, sigue siendo un desafío que los más jóvenes no crean a pie juntillas las fábulas del mercado, si ya hay Pumas chinas, vietnamitas, tailandesas y hondureñas y, por más que la mayoría se esfuerce, no podrá comprar en las mismas tiendas donde compran quienes ponen de moda una u otra marca.

Un desafío mayor, me parece, porque la multiplicidad de vías por donde se accede a la información hoy complejiza cualquier intento de atajar los efectos negativos de asimilar acríticamente los modos y modas, sean nacionales o importados. Hoy buena parte de los adolescentes y jóvenes van a Internet en busca de sus ídolos y sus ídolos idolatran, a su vez, a las marcas.

Con mucha humildad del fondo de mi corazon!!!!!!!! ???????????????? #EvolutionOfTheSwoosh #BecauseSneakers #Nike Foot Locker

Posted by Anuel AA on Tuesday, August 6, 2019

En definitiva, el problema no es en sí mismo el producto, sino llegar a convencernos de que, por no tenerlo o no poder acceder a él, somos gente de tercera o cuarta categoría. Por lo general, con la edad uno entiende lo verdaderamente importante de las cosas materiales de la vida. En lo personal, se me pasó el encantamiento con los papelitos de colores bastante rápido. Ahora esperaré a que a Eric Marcel se le quite la fiebre de las marcas.