Ya cierra un ciclo de un año, inmerso en desafíos, alegrías, retos, adaptabilidad, tristezas, añoranzas, sueños por cumplir y otros cumplidos; cada detalle de nuestras vidas que marcaron el decurso de este 2024 y que, de igual manera, determinaron nuestro modo de pensar y enfocarnos en el presente de forma positiva o negativa.
Se abre entonces un nuevo camino hacia otro ciclo: un 2025 de experiencias inciertas, quizás, pero que de igual manera dejará huellas en ti. Por eso paso a compartirte un tema que te aconsejo tener presente ante los nuevos retos por vivir. Deténte y piensa: ¿Cómo asumir una nueva manera de pensar? ¿Cómo hacerlo desde la perspectiva de ser una persona optimista? ¿Es el optimismo una manera de proyectar mi vida?
De manera sencilla, debes saber que el término optimismo se deriva del latín optimum, que significa “lo mejor”. Ser optimista, en el sentido típico de la palabra, es esperar el mejor resultado posible de una situación determinada. En psicología se suele denominar optimismo disposicional: refleja la creencia de que las condiciones futuras irán a mejor. Como rasgo, fomenta la resiliencia ante el estrés.
Desde su naturaleza, algunas personas nacen con un temperamento optimista. Pero el optimismo también lo determinan nuestras vivencias, a medida que crecemos. Aprendemos a ser optimistas observando a las personas que tenemos como modelos a nuestro alrededor, la imitación nos permite adoptar nuevas maneras de pensar. De igual modo, existe lo contrario, el pesimismo, que se refleja del mismo modo.
El optimismo y el pesimismo son actitudes mentales; maneras de pensar y ver las cosas. Los optimistas ven el lado positivo de las cosas; creen que las cosas van a salir bien; creen que tienen la capacidad y la habilidad de hacer que las cosas vayan bien. Un pesimista tiende a esperar que las cosas salgan mal o se concentra en lo que no salió bien.
La gente no es siempre optimista o pesimista; pero la mayoría de las personas tiene una tendencia a ser de una manera o de otra. La buena noticia es que, si tiendes a ser pesimista, no estás destinado a ser siempre así: todos podemos ser un poco más optimistas, modificando la manera en la que vemos las cosas.
Comparto, entonces, algunas sugerencias de cómo lograr fomentar el optimismo en nuestras vidas:
Identifica las áreas a cambiar. Identifica las áreas de tu vida en las que sueles pensar de forma negativa y centrarte en una de las áreas a las que debes darle un enfoque más positivo.
Detente y evalúa lo que piensas. Si encuentras que tus pensamientos son mayormente negativos, trata de encontrar una manera de darles un giro positivo.
Utiliza tu sentido del humor. Permítete sonreír o reír, especialmente durante momentos difíciles. Busca el humor en situaciones cotidianas. Cuando uno puede reírse de la vida, se siente menos estresado.
Mantén un estilo de vida saludable. Intenta practicar algún tipo de ejercicio físico y de dormir lo suficiente.
Rodéate de gente positiva. Rodéate de personas positivas que te apoyen y en quienes puedas confiar para que te den consejos y opiniones útiles. Las personas negativas pueden aumentar tu nivel de estrés y hacerte dudar de tu capacidad para controlarlo de manera saludable.
Practica el diálogo interno positivo contigo mismo. Comienza siguiendo una simple regla: no te digas nada a ti mismo que no le dirías a otra persona. Sé amable y alentador contigo mismo. Si un pensamiento negativo ocupa tu mente, evalúalo en forma racional y responde con afirmaciones de lo que está bien sobre ti mismo.
Practica el agradecimiento. Esto te permite valorar logros que son significativos y que, en ocasiones, no los tienes presentes porque te centras en otros aspectos. Esta práctica renueva el alma.
Debes conocer, además, que practicar un pensamiento optimista o positivo trae beneficios para la salud pues permite aumentar la expectativa de vida, tener tasas más bajas de depresión, así como niveles más bajos de sufrimiento emocional, mayor resistencia a las enfermedades y mejor capacidad de afrontar una situación difícil durante las dificultades y los momentos de estrés.
A ti que lees: cuando las cosas no resulten de la manera esperada, cuando todo se vuelva complejo, cuando la espera desespere y la esperanza se vuelva incierta, no le abras las puertas al desaliento ni al pesimismo; el ser una persona optimista o vivir con optimismo te va a permitir ver los acontecimientos decepcionantes como situaciones temporales que podemos superar, te va a dar fuerzas para seguir intentando cosas en vez de darse por vencido, te va a permitir mantener las metas y sueños vivos, para que puedas actuar en base a esa motivación. Como consecuencia, las personas optimistas sienten que tienen un mayor control de las situaciones y una autoestima mayor; y, aunque, en ocasiones, un poco de pesimismo puede servir como alerta para evitar ciertos riesgos y ser precavidos, intenta valorar la vida desde una perspectiva optimista.
El pensamiento positivo no significa tampoco que ignores las situaciones menos agradables de la vida, sino que enfrentas lo desagradable de una manera más positiva y productiva, confiando en que va a pasar lo mejor y no lo peor. Regálate entonces esa oportunidad de cambio, lo mereces. Practica el optimismo, conviértelo en una manera de vida para este 2025.
Ten presente las palabras del escritor británico Winston S. Churchill: “Un pesimista ve la dificultad en cada oportunidad; un optimista ve la oportunidad en cada dificultad”.
*Licenciada en Psicología. Máster en Educación Especial y profesora de la Universidad de Ciego de Ávila Máximo Gómez Báez