Educación Física, ¿asignatura pendiente?

En el papel, y en el diseño curricular, la Educación Física es una de las asignaturas más completas. Es la encargada no solo de elevar la capacidad de rendimiento físico de los escolares, sino de sembrar las contribuciones formativas más profundas.

Según los expertos, es el espacio donde la habilidad motriz se convierte, en un doble desafío, en fin y en medio para educar.

Esta clase, debe ser el motor donde se concretan las estrategias metodológicas, la chispa que interrelaciona el patio escolar con los festivales deportivos, los maratones y las competencias. Pero, ¿está esa planificación llegando con efectividad a la cancha de todas las escuelas, o pertenecen solo a algunos archivos?

Recientemente, mientras una cobertura exigía trasladarme hacia un punto al norte de la geografía avileña, un maestro me ancló al presente, o quizás, al pasado.

Detallé a un joven profesor impartiendo su clase de Educación Física con una motivación que creía olvidada. Su entrega era similar a la que, por suerte, me fue impartida hace ya varios años.

Fue inevitable recordar esos tiempos en que las responsabilidades cabían en una mochila, y quitarse el uniforme para corretear era, sin duda, la mejor parte del día.

Durante algunos minutos, vi cómo en la clase se integraban en un proceso único, la instrucción y la educación. Se propiciaba el desarrollo de conocimientos, habilidades motrices y capacidades físicas, demostrando que ese tiempo en el horario estaba organizado y estructurado para ser aprovechado.

Aquella escena es el ideal. La Educación Física, en su concepción más pura, es un espacio para generar aprendizajes perdurables para la vida.

Es allí donde se educan valores sociales, éticos y morales que el aula tradicional no siempre puede tocar. Se fomenta el sentido de cooperación y amistad, donde el ejercicio, más que un fin, es un medio para un desarrollo integral.

Se aprende a practicar deportes en equipo, a valorar el esfuerzo del compañero, a compartir y disfrutar al aire libre. Aunque el cansancio muscular aparezca, al finalizar la actividad física se siente un bienestar general, un alivio emocional que descarga toda tensión.

Pero la escena descrita no es siempre la norma. La Educación Física es tomada con frecuencia como una asignatura inferior, un recreo glorificado, o un turno libre más.

A veces se olvida que, así como los profesores de Geografía o Física planifican una lección, la concepción de un grupo de ejercicios para calentar el cuerpo y mantenerlo activo también lleva una preparación metodológica rigurosa.

En los peores casos, los maestros que imparten esta actividad no suelen ser tomados en cuenta, quizás por no transcurrir su jornada entre las cuatro paredes de un aula. Sin embargo, para los alumnos, ver llegar al profe de Educación Física es una fiesta donde recibirán estímulos constantes y donde el compañero de puesto puede convertirse en el más leal aliado o el más digno rival.

El sistema educativo sí reconoce su importancia. Como asignatura, entró en el perfeccionamiento de los programas de estudio del Ministerio de Educación, entendiendo su rol básico en el currículo desde la primaria hasta la universidad.

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El dilema reside en que, cuando una clase de Educación Física es aburrida, no está cumpliendo su objetivo. Ahí entra la capacidad creativa del docente para buscar alternativas con lo poco que tiene, y hacer que el estudiante esté a la expectativa de la motivación en cada encuentro.

Claro que hay factores objetivos que atentan contra esa calidad. La carencia de implementos o el mal estado de los medios deportivos es el primero; antes era común ver aros, conos y banderas, pero hoy, incluso el sonido de los silbatos parece haberse perdido en el tiempo.

El deterioro de las instalaciones deportivas es otro factor. En no pocos casos, hay que trasladar a los estudiantes hacia áreas cercanas a la institución, pero estas tampoco presentan las condiciones requeridas para una práctica segura y efectiva.

A esto se suma un fenómeno que educadores de la materia refieren como preocupante: el incremento de certificados que eximen a los alumnos de esta actividad. Hay que ser más rigurosos sobre qué esfuerzo exactamente no puede realizar el estudiante, sin contradecir el criterio médico.

En ocasiones, es solo un facilismo de la familia para que el niño no sude, no se lastime o no se ensucie la ropa.

El déficit de cobertura docente que golpea a la provincia tampoco ha dejado exenta a esta área. Para suplirlo, incluso se han implementado alternativas que implican a los especialistas de los combinados deportivos de las direcciones municipales de Deportes.

También es preciso evaluar las consecuencias asociadas a que esos profesores de la base del deporte dispongan de su tiempo para cubrir el déficit en los centros educacionales.

Ninguno de estos aspectos es nuevo. Han sido planteados varias veces por los diputados de la Comisión de Salud y Deportes de la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Estas deudas en lo metodológico, lo material y lo organizativo deben resolverse. La escuela cumple una función integral, y la Educación Física es piedra angular en la batalla contra el sedentarismo que impone la era digital.

Quién sabe si en esas clases que hoy no están en sus mejores tiempos, se están perdiendo los talentos que mañana podrían regalarle a Ciego de Ávila y a Cuba nuevos motivos para celebrar.