Díaz-Canel: A corbata quitada

Mientras compraba magníficos plátanos fruta, producidos por la Empresa Agropecuaria La Cuba, nuestra colega, Caridad Picart, de Radio Surco, le comentaba, preocupada, a una amiga suya, la desfachatez con que algunos cibernautas se empeñan y, a la postre, se despeñan, agrediendo a la figura del Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en las redes sociales.

No me extraña en lo más mínimo —fue todo cuanto atiné a decir—. Y ella, con un gesto mudo, que lo decía todo, movió afirmativamente la cabeza, en señal de coincidencia.

Rumbo a mi trabajo, satisfecho, también, por la presencia y calidad de los bananos recién comprados, no pude evitar darle algunas vueltas a un asunto que, por lógica de lo ilógico, se veía venir.

Lo reafirmé desde que, sin haber asumido la Presidencia de los Consejos de Estado y de Ministros, ya los cuervos graznaban pidiendo sacar ojos, con franqueza, o con sutilezas como las arqueadas, el 18 de abril de este año, por Nora Gámez Torres, especialista en Cuba del Miami Herald, y publicadas por El País, en términos así: “Para llegar a donde ha llegado, sin ser defenestrado, la condición número uno es no salirse del guion, y él ha sido muy efectivo en eso… Nunca se desvía de la línea del partido… Se sabe muy poco de cómo piensa.”

Pareciera que, quienes así opinan, no hacen un adecuado uso (seguimiento para informarse) de las mismas redes que utilizan para “rajar” a diestra y siniestra. De lo contrario, no ignorarían la claridad con que Díaz-Canel dijo en la Organización de Naciones Unidas (ONU) lo que piensa, lo que siente, lo que hace.

Por cierto, si de guion inflexible se tratara, no se habría quitado el saco y la corbata con que escaló el podio de la ONU para repiquetear tumbadoras y bailar casino con su esposa, en Nueva York, durante el concierto ofrecido por Juan Guillermo Almeida, hijo del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, algo que resaltó hasta el mismísimo Nuevo Herald.

Esas cosas, por supuesto, no son nada buenas para quienes obran —y muchas veces cobran— para tallar, a punta de agravio, una imagen negativa.

Dicho en otros términos: Si Díaz-Canel es noticia en la Iglesia Riversade o intercambiando, transparentemente, con cubanos procedentes de varias ciudades y estados norteamericanos; si impacta en su entrevista con Patricia Villegas, Presidenta de Telesur; si recorre provincias, dialoga con la gente, se presenta en zonas afectadas por fenómenos meteorológicos, como el más reciente caso, en Pinar del Río; si abre una cuenta en Twitter que a los 14 minutos tiene 378 seguidores, 72 retuits, 83 me gusta, 15 comentarios y ,dos días después, acumula más de 24 000 seguidores, pero si, además, asiste a un concierto de Los Van Van, en plena Universidad de La Habana, el pasado 22 de octubre…, ¡Compadre, todo eso tiene que causarle ronchas a “alguien”!

Alguien tiene que justificar, a golpe de tecla, los millones de dólares que otro “alguien” está desembolsando para aupar una agresión mediática, con empleo de tecnologías de información y de comunicación, que mina redes sociales y anida en proyectos como el Zunzuneo, dirigidos a denigrar, a desestabilizar y a retorcer el ordenamiento político de Cuba, en flagrante violación del Derecho Internacional y de la soberanía de los Estados .

Que sigan aullando, pues. Es de esperar mientras nuestro Presidente piense, hable y actúe como lo hizo, o haría, en este instante, Fidel. Y por lo visto, no tiene ni la menor intención de cambiar el paso… para bien de todos los que somos Cuba.