Detrás de la noticia

Cuando en enero de este año reventaron los precios inflados en las tiendas de materiales de la construcción (algo de lo que muchos deben estarse enterando ahora mismo), quise dar el palo periodístico —que es como en este oficio popularmente llamamos a “decir primero”— y escribí una nota que nunca verán publicada. Sus dos primeros párrafos decían así:

“Suponiendo que nadie en Ciego de Ávila fuera por un solo bloque a las tiendas de materiales, la desprotección de la que todos fueron objeto (sin saberlo) podría calcularse en millones de pesos.

"Pero el desfalco involuntario de los que asumieron sin arqueos que un bloque costaba lo que decían que costaba, tuvo fecha de caducidad cuando el acuerdo 369 del Consejo de la Administración Provincial entró en vigor en enero y acordó rebajar los precios de 45 productos de la Empresa Productora de Materiales de la Construcción (PROMAC), deshilando, sin querer, los nudos de la formación de precios.”

Más que rápido, quise escribirla bien, porque la noticia terminaría siendo una mezcla de satisfacción y encono ante lectores inteligentes, que se preguntarían cómo un tanque de hormigón que costaba 327.00 pesos pudo rebajarse a 190.00, y nadie salió perdiendo. Si partimos de que las empresas deben ser rentables y de que, incluso, las que producen artículos subvencionados reciben del Estado la inyección para seguirse sosteniendo, es fácil entender que PROMAC (o el CAP) no rebajaba bloques, losas, tanques…por prerrogativas de una Feria o lento movimiento (que solo se ve en las colas).

Lo difícil era enfocar, entonces, una noticia obviando un pasado que podría explicar el presente. En el periodismo, eso se llama interpretación y supone triangular fuentes. Que, como mínimo, tres voces con intereses diferentes te confirmen lo mismo o te lo rebatan, para conducir al lector por la solidez de criterios y no por anuncios tendenciosos: y eso a los entrevistados, a veces, les da mucho trabajo y acabo pasándolo yo.

Lo que siguió a continuación de aquella nota “inédita” fue el careo necesario. Ya tenía el acuerdo del CAP que admitía que los precios anteriores estaban mal (para decirlo suavecito). Tenía a Víctor Limia de la Rosa, especialista de Precios del Grupo Empresarial del Comercio, diciendo que los cálculos que se habían hecho fueron desmesurados y que la revisión en la que él participó concluyó con la rebaja en casi un 50 por ciento del precio final de 45 productos… Faltaba PROMAC y hasta allí llegué.

Justo el día en que, casualmente, se le calculaban nuevos precios a los 45 productos, Invasor tocó sus puertas. (Sí, leyó bien, le reitero). A menos de dos meses de que un acuerdo del CAP determinó rebajas a los precios de 45 productos que “estaban inflados”, allí volvían a sacar las cuentas y con la razón de su parte me decían.

“Espera en publicar eso, porque los precios van a cambiar otra vez”, “vas a provocar confusión”, “no tiene sentido decir que se rebajó casi la mitad cuando ahora no sabemos lo que costará”. Carlos Castaño Oliva, subdirector de Técnica y Desarrollo, decía las frases sueltas y, entre ellas, cernía una verdad. Antes, la Industria le entregaba cinco metros cúbicos de áridos por cada tonelada de cemento, pero esa conversión cambió. Ahora es uno; los otros cuatro deben buscarlos en las piedras naturales de un potrero o en reciclar escombros o… en cualquier alternativa que los hará, con los mismos hombres, emplear más tiempo, trabajo, tener mayores gastos…

El mismo mes que les redujeron casi la mitad de sus ingresos por la rebaja de precios (que fijaron y aprobaron anteriores administraciones), su materia prima se les hizo “polvo” y andan con salarios mínimos y planes invariables que trituran sus cumplimientos.

Desde entonces ando yo, también, con una nota sin publicar y, créanme, no ha sido la censura: es que los precios de los materiales de la construcción han sido una mezcla que no concreta y me tienen todavía detrás del “palo”, en arenas pantanosas, preguntándome, incluso, cómo si los bloques artesanales de PROMAC estaban inflados, los más eficientes e industrializados (y ahora más caros) no han “reventado”.

Sin embargo, entrelíneas se observa que los precios se mueven, obedecen a dinámicas reales y no son estáticos, salga el sol por donde salga o esté el crudo a como esté. Y esa sí es una buena noticia que ya puedo dar.