Sería absurdo pensar que el objeto social que garantice la higiene y belleza comunal corresponde, únicamente, a Comunales
Hizo lo mismo que otras veces. Como presidente de su Comité de Defensa de la Revolución, la alternativa le había dado resultado en su barrio, alejado del centro de la ciudad y, por ende, de los menos favorecidos en cuanto a la recogida sistemática de la basura. Sabía que luego de la llamada telefónica al 33223633 anotarían el pedido en la Dirección Municipal de Servicios Comunales y que —días más, días menos— la Cama Ampliroll sería situada en la cuadra.
La primera parte discurrió por el guion previsto: trajeron la Cama (con la consiguiente asignación de combustible y gastos por concepto de transportación para la entidad), y el fin de semana no quedó desecho sólido que no fuera a parar al socorrido depósito, en tiempos en que los recursos energéticos van siendo una rareza y Comunales no tiene presupuesto como para contratar a todos los carretoneros que desearía.
Pero un final inesperado le añadió tonos dramáticos al suceso, cuando alguien determinó incendiar los desechos vertidos, toda vez que el voluminoso recipiente seguía en el mismo lugar. El saldo, lamentable y reiterado: otra baja en el parque de estos medios en el municipio de Ciego de Ávila; ya van cinco.
Hasta aquí la primera parte de la historia. Una segunda pudiera centrarse en los supiaderos. No paran de construirse. En lo que va de 2023, suman 26 los que aparecieron en consejos populares de la cabecera provincial y, a tono con demandas de los electores, otros 14 deben terminarse antes de que concluya el año. Y, que conste, estos solo son los números de la entidad municipal de Servicios Comunales, porque empresas enclavadas en el territorio también invierten recursos con similar propósito.
En cuanto a los supiaderos, se han concebido con la idea de contribuir a la educación ambiental de los vecinos. En el entorno, generalmente se siembran plantas ornamentales; sobre las paredes, el texto de turno convoca a mantener la higiene en una ciudad, en teoría, cada vez más limpia.
Sin embargo, se construyen hoy y de inmediato “sufren” la pesadilla de la indiferencia y las agresiones, además de la mayor de las incongruencias: la gente deposita la basura fuera, cuando están total o parcialmente vacíos.
Sería absurdo pensar que el objeto social que garantice la higiene y belleza comunal corresponde, únicamente, a Comunales. ¿Y qué hacen los pobladores y los llamados factores de la comunidad, sea en Ciego de Ávila o Morón, o en el más pequeño de los asentamientos humanos en la provincia? ¿Y cómo haremos para que la Cama Ampliroll, el supiadero y los árboles que nos rodean existan en armonía con la vida que merecemos?
De algo estoy convencido, de nada vale crear bienes y servicios, si carecemos de eficientes mecanismos de control y protección de lo que siempre cuesta. Cuesta dinero. Cuesta energías físicas y mentales invertidas en un trabajo socialmente útil que nadie tiene derecho a tirar por la borda. Cuesta credibilidad y confianza. Y ante tanto costo, ¿lo seguiremos permitiendo?