La palabra clave es analizar, pues la contabilidad no es registrar y tener controles exactos
Cuando ya no le alcanzaron los dedos para calcular, el hombre pasó a las cuentas del ábaco y, gracias al fraile italiano Luca Pacioli, a finales del siglo XV, al manejo de la partida doble, estando más seguro de cuánto ganaba y cuánto debía en sus operaciones de trueque, comercio e impuestos.
Hoy, en la era digital, con cálculos y controles en la nube, el ser humano no ha dejado de contabilizar su patrimonio, con el interés de reflejarlo de manera fiel y entonces tomar mejores decisiones sobre el futuro de su economía.
Dinero, números y contabilidad han sido inseparables desde sus orígenes, y así será mientras se demande controlar bienes, reservas y transacciones. Nuestros soberanos softwares de gestión empresarial Versat Sarasola y, más acá, el Distra, entre otros, nos tecnifican un proceso que no hace tanto era a lápiz y calculadora, y facilitan en Cuba una exactitud y estandarización de los hechos contables no lejos de la experiencia mundial.
Pero, más que todo, un ejército de hombres y mujeres se echan a su espalda con talento, responsabilidad y limitaciones materiales, una tarea vasta e importante en un Estado que cuenta centavos para sobrevivir. En este punto, ¿todos los decisores reconocen a la llamada espina dorsal de la economía como su mejor aliada?
Existen quienes la experiencia les atizó el olfato, al punto de no necesitarla, y solo con mirar desde arriba saben lo que tienen o les falta para decidir. Y otros que necesitan les “soplen” cada número y concepto, para disponer. Entre el exceso y el defecto hay matices. Los que se desentienden de los resultados y tienen a la contabilidad como un fenómeno formal; y las empresas para las que la indisciplina informativa se hizo práctica y sus estados financieros son cero para la estadística local y nacional. ¿Es la rutina la culpable de violaciones y excusas?
No solo para enmendar está esa persona, que, desde tiempos remotos, se llama contador; asesor, capacitador y controlador de lo que tiene que ver con finanzas en una empresa y, en primera y última instancias, es evitar desde el derroche hasta la corrupción.
La falta de personal calificado en entidades duele, más aún su ausencia total; sin embargo, las plantillas todavía son inmensas en cargos administrativos y ponerle inteligencia al estudio de cargas no está prohibido para quienes dirigen y así disponer de mejores salarios.
Sabemos que un contador no se forma en un día, pero mientras la universidad los gradúa con la teoría y la práctica profesional adecuadas, debemos hacer más por acelerar el conocimiento, pues la voluntad y la responsabilidad, aunque indispensables, no bastan. La atención a estos profesionales comienza antes de titularse y debe ser cotidiana, honrando su figura en los entornos laborales y sociales, los jefes de estas áreas deben ser miembros del consejo de dirección.
Por eso citar el Acuerdo 9041 del Consejo de Ministros de 2021 y la Resolución 213 del Ministerio de Finanzas y Precios de ese año, para fortalecer la contabilidad de las entidades del país como herramienta en la toma de decisiones y garantía de fiabilidad en la información financiera y estadística, de manera oportuna y razonable, no es referencia teórica o eslogan, sino reto en la actualísima lucha por corregir distorsiones y enrumbar nuestra economía por el camino correcto.
La palabra clave es analizar, pues la contabilidad no es registrar y tener controles exactos. El camino es estudiar profundamente los resultados, para que las decisiones sean efecto esperado y no azar. De chapucerías está lleno el saco. Mientras los académicos del mundo se ponen de acuerdo en si la Contabilidad es ciencia o arte, situémosla en su verdadero lugar y dispongamos sabiamente de su rol protagónico en la economía cubana.