Concluye la temporada ciclónica, ¿cuál es el saldo?

Las hipótesis acerca de la existencia del Cambio Climático ha cambiado de forma drástica. En las décadas de los 70 y 80, citemos, los expertos no tenían dudas sobre la ocurrencia cíclica del fenómeno de El Niño, evento ENOS u Oscilación Sur.

En un período se llegó a considerar que ese evento, gran trastocador de las condiciones del clima a escala planetaria, hacía presencia cada cinco años. Hoy no solo El Niño, también La Niña, aparecen cuando menos nadie lo espera; causantes, entre otros muchos estragos, de una gran inseguridad respecto a la tenencia de agua potable y la producción de alimentos.

Viven, los entendidos, en la zozobra de prever cuándo se activará el evento, en la urgencia de alertar a los decisores y a la población. En tanto que, en la actualidad, asistimos a un momento de cambio de estación climática, habrá algunos que ya conocen de las predicciones; otros aguardan por un adelanto informativo.

Esta vez las noticias no son desconcertantes, al contrario. A criterio de los especialistas del Centro Meteorológico de Ciego de Ávila, los modelos de comportamiento del tiempo, a corto y mediano plazos, apuntan a que estos se mantendrán en un rango cercano a los índices históricos, visibles incluso desde el recién finalizado período húmedo (de mayo a octubre), en el cual se sucedieron precipitaciones en torno a la norma en el nivel provincial; aunque en algunas zonas ubicadas al sur y al centro-oeste los registros fueron negativos.

Visto desde la perspectiva, la gran noticia es que el evento ENOS, todo parece indicar, persistirá en su fase neutra (sin El Niño o La Niña) durante el período de sequía que va de noviembre a abril, con probabilidades de un inicio temprano de la primavera de 2020.

Una inminente advertencia a los trabajadores de la industria azucarera, comprometidos con la realización de una zafra crucial en el orden económico, precisados, de esta forma, a disminuir al máximo el tiempo perdido en el corte y la molienda, en el afán de aprovechar toda la caña disponible antes de que rompan las lluvias.

Y entre otros grandes apremios, sobresale el de evitar un estado de inercia en las inversiones, algunas ya iniciadas, desde la cómoda posición de que “todo está bien” porque disponemos de suficiente agua en el manto freático.

Pienso en redoblar los esfuerzos por completar la batería de pozos de infiltración y los canales que los enlazan con el ya surtido canal trasvase Zaza-Ciego de Ávila, una de las más importantes acciones de la provincia, de las comprendidas en el Plan de Estado para Enfrentar el Cambio Climático, conocido como Tarea Vida, destinada a servir de escudo hídrico ante la penetración de la cuña salina del mar, que amenaza una y otra vez con contaminar los fértiles suelos del territorio, cada vez que acontece una extensa sequía.

En este momento de fuentes bien surtidas, sería pecado dejar de insistir en el Programa de supresión de salideros de agua potable, sobre todo en las ciudades de Ciego de Ávila y Morón, donde sé, además, que brigadas de Acueducto y Alcantarillado trabajaron fuerte en los últimos días. ¿Quién, de los que diseñaron o llevan a cabo la Tarea Vida, puede dormir tranquilo sabiendo que casi el 40 por ciento del agua para el consumo que se bombea en la provincia no llega a las plumas de los hogares, centros laborales e industrias?

Entendidas esas y otras preocupaciones, desde las circunstancias que supone la escasez de recursos para acometer las obras, pero también desde la obligación que implica la inevitable presencia del Cambio Climático, y, al propio tiempo, desde la certeza de que concluye una buena temporada ciclónica, sin el azote de huracanes y con el acopio de bastante agua en el subsuelo.

• ¿Cuál había sido el pronóstico del Centro Meteorológico de Ciego de Ávila, sobre la temporada de huracanes que concluye? Véalo aquí.

Igualmente la acción del hombre agudiza esos golpes drásticos de la naturaleza, esos que a él le corresponde enfrentar con inteligencia.