Clave de son

Siempre será difícil. Detrás de cada acto rutinario, se agazapan incontables modos de pensar y actuar que, de algún modo, imponen costumbres y reacciones, aparentemente inviolables. Un hombre o una mujer se levanta, y hace lo mismo, y lo mismo, y lo mismo… en el transcurso de horas, días, semanas; hasta que el tedio y la desmotivación terminan por mandarlo todo al quinto infierno, entonces y no antes, muere el acto de crear en su verdadera dimensión.

Dicho así pudiera parecer muy sencillo, pero es como decretar el deceso en vida, negar aquello que ahora y siempre quisiera tararear junto a Joan Manuel Serrat: Hoy puede ser un gran día/ plantéatelo así… Claro que hoy, mañana y casi siempre puede que le regales un gran día a la vida, a tu vida, y a la de los que te (nos) rodean, pero, romanticismo aparte, el regalo cuesta.

Justo cuando quien lea estas líneas deba servirse de la luz solar, o del carbón vegetal que ponga término a la comida, o del cubo de agua que fue a buscar al vecindario; la vida reta.

También retó este Primero de mayo, para unos Día Internacional de los Trabajadores; para otros, jornada hecha a la medida de expoliar y maltratar a quien sea posible, día para que la mayoría sude y proporcione placeres al resto.

Lo digo después de una fecha que jamás termina de asombrarme. Aunque quien me asombra y deslumbra no es el día, y sí la gente de este país, que se levanta en la primera jornada del quinto mes del año, sin que le falten los improperios y las maldiciones habituales, pero casi como si nada intentara aplastarnos, y ya se sabe que no solo hablo de apagones y escaseces.

En la calle, donde siempre nos encontramos los de Invasor, los encuentros de ocasión anteceden al desfile, unos vienen acompañados del apretón de manos y hasta del abrazo, otros culminan en felicitación o pésame; todos, en esa carga humana, aparentemente invulnerables a tanto golpe, que no puede, ni escaseará en Cuba, como el agua o la energía eléctrica.

Intente captar todos los matices de un día en la calle, a lo Primero de Mayo, y se encontrará con los regalos que pocas veces ponemos en la báscula de la existencia, a pesar de cuánto valen la anécdota, la jarana o la burla; sin percatarnos, de la mano y junto a la consigna y el compromiso. Es solo un instante, una pausa en el decurso de 365 días en los que, igualmente, se necesita de todos los ingredientes vitales para continuar la marcha.

Como si no flotaran a cada paso los obstáculos, el trayecto a la plaza, entre canciones y frases, no pudo ser exactamente igual a las anteriores, pero fue marcha alegre y de conga, esta vez con un intento de diferencia a ritmo de clave cubana; una clave por amor a Cuba que debió percutir por un minuto a las 10:30 de la mañana, en tanto acto de salvaguarda del son y los bailes populares.

Y si la clave del son es la madre del songo, la timba y la salsa, un tributo a nuestra cultura, de algún modo, vale aplaudirla orientación general; aunque prefiero que se haya entremezclado con todo lo que sabe a originalidad y frescura, a sabiendas de que las orientaciones generales y desde arriba no siempre concluyen en buenos resultados.

Y a sabiendas, además, de que la canción de Serrat dice mucho más, porque “hoy puede ser un gran día y mañana también”, a pesar de que a nadie puede dudarle que la vida reta.

Si lo dudó en algún instante, revise las imágenes y las noticias que a través de las redes sociales de Internet daban cuenta del jolgorio madrileño en el momento en que allá terminó el “largo apagón”.

“El día después del apagón —consigna El País)—, con la luz restablecida al 99 por ciento y las incidencias en vías de solución, Pedro Sánchez se concentra ahora en descubrir qué pasó y sobre todo en exigir responsabilidades. En La Moncloa se está celebrando una reunión entre el presidente, dos vicepresidentas y dos ministros y representantes de los principales operadores del mercado eléctrico (…), después de que Sánchez dijera esta mañana en una comparecencia que el Gobierno ‘exigirá todas las responsabilidades pertinentes a los operadores privados’. Por su parte, la Comisión Europea ha anunciado que dispondrá de un informe independiente sobre el apagón masivo en la península Ibérica que incluirá una primera versión técnica que estará lista en un plazo de seis meses y otro estudio —que incluirá también recomendaciones— que debería estar terminado antes de septiembre de 2026”.

Acá, el colega Osvaldo Gutiérrez acudía al humorismo que lo distingue: “¿¡Qué saben ellos de apagón!?”. A esta hora, la carcajada no puede faltar, y hasta nos quedamos chiquitos con las fechas de entrega de los informes de la Unión Europea que alguien se atrevió a comparar con los que se redactan en alguna que otra oficina de acá.

De vuelta a los sonidos únicos, formulados en el idioma de la clave cubana, no me queda otra que sugerir la cadencia bullanguera de una percusión a la que jamás, día tras día, ha de faltarle el ritmo de lo propio; aquí, donde el festejo ibérico puede causar risa o asombro, porque los retos son otros, y la capacidad para sortearlos también. Porque la vida reta y hay que seguir bien arriba, por encima de cuanto intenta oscurecernos el porvenir. Hoy puede ser un gran día/ imposible de recuperar/ un ejemplar único/ no lo dejes escapar”.

Claro que siempre habrá quien esté dispuesto a socavar y difamar acerca del respaldo popular al festejo, y a algo sagrado e imperfecto, inconmensurable a su modo, que se sigue llamando y refundando bajo el término que molesta a los odiadores porque no estamos en Madrid, ni en ninguna otra urbe del Primer Mundo. Los que comparten o no estas líneas, saben que hablo de Revolución, nótese siempre, en letra inicial mayúscula.