Anuncios contra evidencias

Por mucho, los aportes de las ciencias al progreso del país rebasan las condiciones existentes en el momento que puede tomarse como punto de despegue de estas. Se elevan, quién lo duda, por encima de los sueños.

Es poco probable que, en estas casi seis décadas de Revolución, haya lugar en Cuba ajeno a la aplicación de determinada innovación o avance tecnológico, salidos, incluso, en número sustancial del intelecto de nuestros coterráneos.

Con todo eso, quien se mantenga atento a lo que sucede cada día en esta decisiva línea para el desarrollo, podrá determinar cuánto más podría lograrse, o hacerse mejor, si las decisiones tuvieran, invariablemente, un sustento científico.

Como antaño, permanece en el abecé del conocimiento que la mayoría de los cultivos de la llamada temporada de frío: caña, papa, tomate y tabaco, requieren para su adecuado ciclo vegetativo de las condiciones climáticas propias de la estación: escasas lluvias y un declive de las temperaturas. De no sucederse así, algo que está aconteciendo más de lo común, sobreviene una inevitable disminución en los rendimientos agrícolas.

Pero esa reducción acontece ante la aparición de un fenómeno: El Niño, Oscilación Sur. En la actual temporada, los centros de pronósticos sobre el estado del tiempo lo están anunciando desde hace meses, va a hacerse presente antes de concluir el año y se extenderá, al menos, durante el primer trimestre de 2019. Aun así, no faltan directivos y funcionarios del sector cañero-azucarero que, en medio de los preparativos de la inminente zafra, han afirmado su confianza en estabilizar los resultados a partir de diciembre… ¿Y la ciencia, qué?

Semejantes anuncios, también resultan “sembrados” por otros que se hallan al frente de unidades productoras de papa, quienes refieren haber plantado las variedades que elevarán la producción con respecto a las de contiendas anteriores; por demás, una frase bastante usada.

Siento insatisfacción, y hasta pena, al abordar esta realidad y asumir el rol de emisor de mal agüero. Pero es preciso poner los pies sobre la tierra para no crear falsas expectativas en la población y, sobre todo, para no perder tiempo ante el enorme reto que nos impone el cambio climático.

Si no se equivocan los meteorólogos, el evento de El Niño se estará imponiendo a partir de los próximos días, haciendo de este invierno un período más húmedo y caliente que lo normal, anomalía que ha de tenerse muy en cuenta en toda proyección económica, puesto que impactará en cosechas determinantes en nuestras arcas y, asimismo, en la mesa del cubano.

Si la caña recibe cierta cantidad de lluvias en la etapa previa a la cosecha, ocurre en ella pérdida en la calidad de los jugos, un crecimiento vegetativo, aumento de la humedad del tejido y una disminución en el contenido de azúcar en los tallos, sostiene Luis Soler, especialista del Instituto de Investigaciones de la Caña de Azúcar.

Mientras que un estudio, a mayor plazo, sobre los fenómenos El Niño-La Niña, realizado por especialistas agropecuarios de la provincia de La Habana, confirma los efectos de las precipitaciones en la etapa de recogida de la papa, provocando en esta una reducción en los rendimientos por enfermedades fungosas y bacterianas en los tubérculos.

Y a no dudar, las citadas evidencias científicas son parte de una complicación mayor al que llamamos Cambio Climático, el cual, entre otras consecuencias, ocasiona reducción de las áreas de cultivo y de la disponibilidad de agua, además de pérdida de la agroproductividad. Pero, también, sé que la comunidad científica va hallando, cada vez más, significativas soluciones a tan urgentes problemas de la humanidad.