Ante la COVID-19: Necesarias “endemias”

La ruta que, difícilmente, transitamos desde hace medio año, nos lleva a no descuidar una realidad en movimiento, en la que los riesgos que se experimentan provocan sucesivos cambios. Mientras un mal aprovechó el día 80 (30 de mayo) para quedarse, un grupo de bienes debe inyectarse, con cierta prisa, en la textura social.

Para lograrlo, es preciso que se reinvente tanto la producción (o la recuperación) de valores como la de alimentos y, a pesar de ser cuestión de toda la vida, asumamos una conducta endémica: más madura, profunda, consciente y solidaria, por encima de que encuentre numerosos obstáculos para extenderse.

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Plantar semillas en el campo o en el patio, e injertarle al día a día una dosis de optimismo son, entre otras tantas, aspiraciones de antaño, pero ahora una tribulación modifica y reorganiza lo existente. Aunque, los meses dejados atrás, nos han subrayado cuestiones que, más que enseñarlas, hay que ejercitarlas, como la responsabilidad.

Requeriremos, entonces, que los mismos actores —campesinos, artistas, educadores, ingenieros, obreros…— parezcan nuevos, en medio de estrategias de levante que, fieles a la regla de oro del progreso social y el desarrollo económico, exigen recursos humanos más comprometidos, cultura organizacional, formación permanente, calidad en los servicios e integración de las potencialidades.

Que se esparza esa “enfermedad transmisible” que representa aportar e “infecte” tantos espacios como pueda, hasta hacerse endémicas las buenas conductas, frente a un horizonte sanitario que abre, también en las mentalidades, senderos al raciocinio.

El Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, informaba, recientemente, que el país conforma una estrategia de recuperación de la COVID-19, la que, seguro seguro, tendrá como palabras claves producir más.

La estrategia demandará buenos decisores o solucionadores de problemas, que sepan considerar mejor las circunstancias y sean más racionales frente a ellas; pues, aparejado al innegable desgaste en el enfrentamiento al coronavirus, cualquier mecanismo de reajuste y dinamización económica seguirá bajo los efectos de la agudización del bloqueo de los Estados Unidos

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¿Podremos comprender la dinámica que plantea la “nueva normalidad”? Digamos que no nos afecta solo por las limitaciones materiales, sino por el sentido subjetivo que esas dificultades o carencias arrastra para cada familia cubana.

Ni siquiera en pandemia, han quedado atrás esfuerzos para la erradicación de diferencias en el acceso a los recursos disponibles —trama compleja e inevitable en las actuales circunstancias—, que ha constituido fuente de descontento social. Sin embargo, escuchar a la población ha sido y debe continuar siendo gestión endémica de nuestro país.

Ante todos, se sitúa la lucha porque la expresión fundamental de un padecimiento no sea el fuerte deterioro de las condiciones de vida, esa misma que tanto se ha protegido. Por eso, recogeremos lo que sembremos, en todos los ámbitos de la existencia, aunque es este un desafío que la cotidianeidad siempre nos ha impuesto.

Recordemos, además, que hay salidas que no dependen ni dependerán, estrictamente, del urgido “despegue económico”, por lo que ojalá tampoco sea solo cosa del confinamiento extrañar la escuela o el trabajo, donde ha de patentizarse nuestra capacidad de crecer.

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