La fe debe ser como el aire que respiramos, es un principio de acción que nos permite establecer confianza y seguridad para vencer el temor que nos produce ver tantos acontecimientos negativos que suceden cada día en el mundo en que vivimos.
Una pandemia ha cambiado los giros del mundo, nos llena de dolor y pesar, y lo peor, nos obliga a convivir con la COVID-19, una enfermedad que entró sin permiso para colmar nuestros días de momentos crudos y pérdidas irreparables.
Cuántas personas se han marchado en estos últimos tiempos sin poder despedirse, sin dejar despedirnos, y sin siquiera, permitir ofrecerles un duelo digno junto a la familia y amigos.
Pasan los días y las estadísticas se siguen alejando de la tan deseada nueva normalidad, sobre todo en las últimas jornadas, en la que el territorio avileño alcanza la más alta mortalidad del país, según reporte oficial del Ministerio de Salud Pública.
Mientras, en contra del tiempo y la recuperación, persiste la irresponsabilidad de algunos, que siguen visitando, abrazando, besando, sin detenerse a pensar que hoy se habla de jóvenes y niños infectados, incluso, de fallecidos que no presentan comorbilidad aparente, sin dejar de mencionar el peligro que corren los grupos vulnerables o de alto riesgo como son las embarazadas y adultos mayores que, en su mayoría, padecen de hipertensión arterial, afecciones cardíacas, un sistema inmunitario debilitado, obesidad o diabetes.
En Ciego de Ávila, la curva de contagios va en ascenso de forma sostenida y, según los modelos de pronósticos, se estima que no se ha alcanzado aún el pico pandémico, vaticinio que asusta al más avezado en la materia científica; sin embargo, existen personas con síntomas que no acuden al médico, incluso se automedican, poniendo en riesgo sus vidas, y las de los demás, siempre y cuando no se mantengan aislados.
Si lugar a dudas estamos viviendo días muy difíciles, llenos de limitaciones y escaseces que laceran la salud mental, incluso, de las personas sanas.
A penas queremos abrir las redes sociales en Internet, porque reflejan las penas de esta etapa sin glorias, donde los emojis de la tristeza pasan a ser la expresión más empleada ante tanto sufrimiento.
Pero es preciso retomar el aliento, y para ello basta con el buen sentido del amor inmenso por la vida, ese amor que no podemos dejar escapar jamás, aunque estemos rotos. Y no lo digo fácil, porque no lo es, estos tiempos forman parte de una página gris en nuestras vidas.
Entonces, sin perder la percepción de la realidad que nos rodea, piensa que la situación es adversa, pero es temporal, que las metas y proyectos siguen siéndolo, aunque los aplaces, no te intoxiques con opiniones negativas, y cuídate, cuídate personalmente, abraza la realidad, asimílala, súfrela e interiorízala, estas son las claves para crecer, ante la adversidad.