Primera fila

Las campanas repican tres veces. Sube el telón. Sale a escena la Compañía de Títeres de Vittorio Podrecca que, en sus presentaciones por todo el mundo, llegó a contar con 2 000 muñecos. La próxima semana se anuncia el negrito del Bufo, encarnado por el gran Arquímedes Pous.

Luz tenue sobre las tablas. Sube el telón. Prudencia Grifell, directora, actriz y comediante gallega, comanda una agrupación de ocho actores y nueve actrices que dejan a su paso “una estela radiante de simpatía”, según la crónica del periódico La Región.

Baja el telón. Los aplausos se sostienen. La enorme tela esconde del público efervescente los rostros sudorosos y felices. Alguien grita ¡Bravo! Sube el telón y el cuadro de comedias de la compañía Telmo-Montalt, que acaba de interpretar El Genio Alegre, hace la reverencia de rigor.

Lo más esperado de 1924 en la cartelera del Iriondo es la presentación de Esperanza Iris, a quien llamaban La Reina de la Opereta y Emperatriz de la Gracia, y que, en el Ciego de Ávila de entonces, al interpretar la exitosa opereta Benamor, reúne “lo más selecto y distinguido de nuestra culta sociedad avileña”. Baja el telón y las flores caen por todo el proscenio.

Dicen que por no poder asistir a ese espectáculo específicamente, Doña Ángela Hernández, una viuda adinerada de la ciudad, mandó a construir su propio teatro. Si fue así o, por el contrario, la picaresca convirtió la voluntad de la benefactora en una disputa con Don Vicente Iriondo de la Vara, ya no se sabrá con absoluta certeza. Nos quedan sus preciosos edificios, a los que el tiempo amenaza y lastima. ¿Y aquel espíritu?, ¿queda?

Pero esta historia ha empezado al revés. Primero hubo representaciones teatrales en los patios y salones de las casas más lindas y adineradas de la naciente ciudad. Los entusiastas aficionados buscaban en la herencia española y reproducían sin mucha parafernalia obras clásicas. Luego la afición se volvió negocio y estatus, para terminar siendo patrimonio y bien común.

Proyección de cine y teatro entraron de la mano en el gusto y la cultura avileños de finales del siglo XIX y principios del XX y, con los capitales que ya se empezaban a juntar, le nacieron a la comarca no uno ni dos, sino varios teatros por donde desfiló lo más selecto que hasta las orillas cubanas llegaba.

Este suplemento pretende descorrer algunos bastidores y poner mucha luz sobre las tablas, al revisitar historias casi olvidadas y, también, mirar al Teatro con los ojos de hoy. Siéntese en primera fila que la obra está por comenzar.

Silencio. Repican las campanas. Luz tenue en la sala. Sube el telón.

Fuentes
Fuentes Pérez, Gerardo (2019): “Ciego de Ávila (Cuba): Retrospectiva escénica. El teatro Iriondo”. Latente [en línea]. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7088922 [consulta: 06/12/21].