“La palabra locutor, que antes generalizaba a todos los que intervenían ante un micrófono, ha venido tomando la importancia que merece, y ya no solo es la persona que sabe hablar, que domina la oratoria radial”, sino también la persona que comunica. Porque comunicar es mucho más que leer un guion delante de un micrófono. Comunicar es hacer partícipe al otro de lo que uno siente.
El comunicador (específicamente en televisión), según los investigadores del Instituto de Radio y Televisión de España, Polo de Guinea y Montesdeoca, se presenta como alguien que clarifica el acontecimiento a través de su humanidad y cuyo principal objetivo es seducir al espectador, ayudándose de su personalidad, seguridad, capacidad para la comunicación, (…). Debe conseguir la atención del espectador y, sobre todo, su confianza”.
Por lo tanto, el locutor “debe ser una persona estructurada, de una gran sensibilidad humana, un artista de la palabra, un técnico en la interpretación, un experto vendedor de la idea, un gran intérprete de los sentimientos y un auténtico representante de la cultura de su pueblo”.
De esta manera un locutor delante de un micrófono, no solo leerá, sino, además, expresará todos y cada uno de los estados afectivos presentes en el texto a leer; persuadirá, convencerá. Un buen profesional de la palabra dominará el idioma, la entonación, la interpretación, a fin de otorgar a cada frase el sentido real que encierra.
Pero también deberá reunir una serie de cualidades naturales que le permitan desempeñarse a cabalidad en su profesión. Varios estudiosos del tema, entre ellos, Emma Rodero, Frank Guevara, Alfredo Casanellas, coinciden en que lo primero es tener una voz eufónica, es decir, una voz que resulte agradable al ser escuchada a través del micrófono.
⦁ La voz informativa radiogénica
—La voz. Cualidades.
La voz, como diría el filósofo griego Galeno, es el espejo del alma. No solo juzgamos a las personas por su imagen y desenvolvimiento, sino también por sus cualidades vocales. De ahí, entonces, la importancia para quien decida dedicarse a la locución, de poseer una voz, si no bella, al menos agradable; teniendo en cuenta que de ella dependerá el fin último del proceso comunicativo audiovisual.
La voz tiene cualidades acústicas que determinan su aceptación por parte de quien escucha. Estas son el tono, el timbre y la intensidad.
El tono, según una definición ofrecida por A. Huertas Bailén y J.J. Perona Páez, “es la impresión que nos produce la frecuencia de vibración a la que se manifiesta una determinada onda sonora. En el caso de la voz, la marca del tono (grave/agudo) viene dada por la cantidad de movimiento que se produce en las cuerdas vocales en una unidad de tiempo, es decir, por el número de vibraciones que en ellas tienen lugar. Cuantas más vibraciones acontezcan, más aguda será la voz, más alto será su tono”
De acuerdo con un estudio realizado por la Doctora en Ciencias española Emma Rodero Antón, los locutores de voces graves se prefieren en los informativos radiales y televisivos, al menos, por tres razones. En primer lugar, desde el punto de vista fisiológico, porque no necesitan ampliar la intensidad y por tanto se esfuerzan menos. Desde la arista acústica, las voces graves resultan cercanas y cálidas. Y, por último, desde la visión psicológica, se perciben como más confiables, seguras y creíbles.
En este sentido, Rodríguez Bravo, Profesor titular del Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universidad Autónoma de Barcelona, afirma: “El locutor construirá una voz mucho mejor aceptada por los oyentes siempre que procure hablar situándose acústicamente en torno a sus registros más graves. Es decir, siempre que sitúe el tono modulador en la zona más baja de su tesitura. Esta afirmación es válida tanto para las voces masculinas como para las femeninas”.
En el medio radial, por ejemplo, el tono juega un papel determinante en la construcción sonora de ambientes y escenarios. De esta manera encontramos que los tonos agudos se relacionan con la luminosidad y los colores claros, mientras los graves suelen asociarse con los colores oscuros.
El tono interviene, además, en la creación de ilusiones espaciales. Así, cuando se describe un objeto en relación con una determinada situación espacial, la agudeza del tono implica lejanía, mientras la gravedad sugiere proximidad. También, las asociaciones arquetípicas establecen una correspondencia entre la audición de una voz grave y las sensaciones de tristeza, depresión, pesimismo, melancolía, por lo que resultan convenientes a la hora de construir personajes sombríos, misteriosos y/o malévolos. Por el contrario, la agudización del tono indica alegría, optimismo o sorpresa, pero también miedo, nerviosismo y tensión, y es adecuada para recrear tipos joviales, cómicos, dementes, etc.
En ocasiones, el concepto de tono se confunde con el de intensidad, incluso en los medios de difusión. No es extraño escuchar “¿podría subir el tono de su voz?”, cuando en realidad lo que se precisa es hablar más alto, subir el volumen.
La intensidad es precisamente eso, el volumen; depende de la potencia con la que el aire golpea los bordes de la laringe, por tanto, mientras más amplias sean las vibraciones del aparato fonador, mayor será la fuerza con la que se emite la voz. A diferencia de lo que sucede con el tono, este rasgo acústico es más fácil de diferenciar perceptivamente, al tiempo que despierta sensaciones menos abstractas. De esta forma, una voz fuerte demuestra cólera, agresividad, pero también alegría y vitalidad; mientras que una voz baja evoca tristeza, melancolía, debilidad.
El timbre es la cualidad más particular de cualquier sonido, su especificidad, lo que permite diferenciarlo de otro, aunque posean el mismo tono y la misma intensidad. Por consiguiente, el timbre informa más que cualquier otra cualidad acústica, sobre el aspecto del hablante (edad, atractivo, altura), por lo que resulta idóneo a la hora de construir determinados personajes radiales, o el retrato que, del locutor radiofónico, quiera este que se hagan los oyentes.
Según el estudio de la Dra. Rodero Antón, con respecto al timbre, en los espacios informativos se prefieren siempre los locutores cuyas voces posean resonancia y presencia, claridad y dulzura, como rasgos esenciales. Los primeros, resonancia y presencia, son ineludibles para los hombres y los segundos, claridad y dulzura, para las mujeres.
⦁ Caracterización de una correcta locución informativa en los medios audiovisuales
Cuando escuchamos la voz de alguien que nos habla a través de la radio, o cuando lo vemos en el televisor, las características acústicas a las que hicimos referencia, emergen al unísono, de manera que se interrelacionan y constituyen lo que algunos autores definen como el color de la palabra.
“El color de la voz no solo nos describe el escenario y el ambiente en el que se desarrolla la acción, sino que también nos aclara cómo es el protagonista. (…). Nos encontramos pues que el color de la voz es uno de los instrumentos claves en la construcción del personaje no sólo en el radiodrama, sino también del locutor del programa informativo o de entretenimiento”.
Referencias
García Camargo, Jimmy: El mundo de la radio. Editorial CIESPAL, Quito, 1998. pág. 185.
Polo de Guinea, Emilio y Montesdeoca Alonso, Francisco: Locución y presentación televisiva. Ed. IORTV, Madrid 1995, pág. 8.
Huertas Bailén, A. y Perona Páez, J.J: Redacción y locución en medios audiovisuales: la radio. Barcelona, Bosch Comunicación, 1999, p.89.
Rodero Antón, Emma: El tono de la voz masculina y femenina en los informativos radiofónicos: un análisis comparativo. Disponible en (URL): http://www.bocc.ubi.pt.
Rodero Antón, Emma: Los principales errores que debe evitar todo locutor de informativos radiofónicos: un estudio práctico. Texto publicado en las Actas de las XV Jornadas Internacionales de la Comunicación, Facultad de Comunicación, Universidad de Navarra. Disponible en (URL): http://www.saladeprensa.or/art275.htm