La Trocha, exponente del patrimonio cultural

La Trocha de Júcaro a Morón es una construcción militar erigida por el gobierno español durante el proceso de colonización. Constituyó una estrategia militar adoptada por el alto mando de aquel gobierno, como resultado de la creciente actividad de los mambises y su definido interés en la invasión a Occidente. Por ello, España estableció, para los españoles, una barrera infranqueable formando una sofisticada instalación militar en Cuba, impactante, además, en América.

En abril de 1871 se inició, en forma de ancha cinta, el desmonte del terreno sobre el cual se levantó la Trocha de Júcaro a Morón, e iniciado el año 1872 fue construida la primera versión de esta fortaleza: contaba con 33 fuertes en una extensión lineal de 60 kilómetros. Terminada esta costosa labor —bajo el mando militar de Valeriano Weyler, en 1897—, la Trocha tenía 68 fuertes, 60 blockhaus, 402 abrigos para escuchas, una torre heliográfica, una fábrica de gas, una tupida alambrada, varios pozos y fosos, campamentos, hospitales y el ferrocarril. La construcción tenía como objetivo aislar la lucha independentista en los departamentos orientales, debilitar y privar a los mambises de ayuda en abastecimiento, armas y pertrechos, y evitar que la guerra afectara sus bases de sustentación y las posiciones de hacendados, terratenientes y comerciantes de Occidente.

A pesar de las inversiones, y demostraciones, del nivel de construcción de esta área militar, no impidió el paso del glorioso Ejército Mambí, el cual, en ambas guerras, la venció con ingeniosa estrategia desplegada por sus jefes militares, entre ellos, el Generalísimo Máximo Gómez y el General Antonio Maceo, con el apoyo de jefes insurrectos del territorio avileño, como el Brigadier José Gómez Cardoso y el Coronel Simón Reyes Hernández (conocido como El Águila de la Trocha).

Lo antes expuesto es resultado de los aportes de estudiosos, cuyos datos, son empleados en diversas publicaciones, con el propósito de difundir lo hallado sobre la Trocha hasta hoy. Personalidades de diferentes períodos históricos apuntaron datos, alguna información, y criterios acerca de la obra militar que acompaña aún a Ciego de Ávila. Historiadores, e investigadores culturales, así como creadores, han aportado a la renombrada historia, e imagen de la edificación.

El investigador Héctor Izquierdo Acuña, quien desarrolla su obra en Morón, realizó un estudio acucioso de la Guerra de los Diez Años (Premio del Centro de Investigaciones Culturales Juan Marinello) —acompañado de croquis, mapas, entre otros elementos didácticos—, de lo acontecido en el área de la Trocha y, con objetividad, pertinentes interpretaciones, tanto de la historia como de la cultura, reconociendo la inteligencia y el valor del Generalísimo, seguido por la mambisada.

Ángel Cabrera Sánchez, Historiador de la Ciudad de Ciego de Ávila, de múltiples maneras divulga la valía de las guerras independentistas y el significado de la Trocha vencida por los cubanos.
La Unión de Historiadores de Cuba promueve, junto a los investigadores del Patrimonio Cultural, la valía del sistema fortificado.

Importantísimo aporte fue el del investigador José Gabriel Quintas —en sus estudios de la denominada literatura de viajes—, quien dejó escrito cómo “en la pléyade de visitantes foráneos que arribaron a Ciego de Ávila durante el siglo XX merece un destaque especial Eva Canel, pues esta fémina periodista —amiga de Weyler—, visitó Ciego de Ávila cuando en Cuba se libraba la Guerra de Independencia, en 1897. Su viaje condicionó el Álbum de la Trocha, proyecto junto a tres colegas periodistas, y con la colaboración de Cotera, fotorreportero”. Sobre la situación en que se hallaba la otrora flamante línea militar de Júcaro a San Fernando, la Canel consignó: “Hubiese querido hacer una excursión en este ferrocarril que recorrí en otro tiempo, para ver lo que queda de la Trocha y me desanimaron diciéndome que todo se encontraría destruido (…); tan solo (…) algunas piedras indicando que allí se alzó un fortín, daban idea de la obra que no debieron destruir los cubanos”.

monumento Evidentemente, el mal estado de la Trocha conmovió a los que estaban vinculados con su existencia y uso. Entonces, la periodista, desde su desempeño, avizoró la posibilidad de la reutilización del sistema y, con ello, de otras posibilidades de empleo: “¿Estamos seguros de no necesitar jamás aquellos edificios-cuarteles, aquellas cañerías semi-surgentes, aquellos escuchas, aquellos blockhaus, aquella línea militar que pudiera servir, y esto lo menos, para ejercicios o campos de maniobras?”. Defendió el sitio militar a cabalidad porque le preocupó fuera subutilizado; añadió, incluso, la importancia de la inserción de dicha plaza de corte militar como ruta turística: “Y si no les servía de campo de maniobras, serviría de reclamo a los turistas inverniegos, que comprarían tarjetas y pagarían un día de hotel en cada población: y, sobre todo, sería la Trocha página viviente y enseñanza de ciencia militar aprovechable a las generaciones venideras”.

Una compilación del investigador José Antonio Quintana, en Videncia, en 2016, rescata “La Trocha de Júcaro a Morón” gracias a las memorias del ingeniero José Gago (Del “Memorial de Ingenieros del Ejército”, Madrid), y, facilita información sobre el proceso constructivo: “Los encofrados costaron al Estado cerca de 4000.00 pesos, y esta cifra permite suponer lo que hubiesen costado las obras si en ellas se hubiese empleado la misma clase de operarios que en los encofrados; baste decir que en la Trocha un obrero ordinario gana dos pesos y medio de jornal, y, si es de punta, hasta cuatro pesos, es decir, la paga de un coronel en España”.

Videncia ha publicado más resultados investigativos desde diferentes perspectivas a esta edificación, incluso, episodios de los encuentros entre adversarios durante y, posterior, a la etapa de su construcción.

En la investigación “Historia del arte avileño” —de la autoría de quien suscribe y con el auspicio del Centro de Investigación y Promoción para la Cultura Dr. Enrique Sosa Rodríguez— se destaca el valor artístico, connotación y significado cultural de la Trocha como exponente de la arquitectura en la etapa colonial, así como despliegues de dibujo, diseño y fotografía que de ella derivan.

Las obras inspiradas en la Trocha que datan del siglo XX (siglo pasado), y sus apreciaciones, por creadores e intelectuales, merecen mayor reconocimiento. Una colección conformada por pinturas de Nelson F. Gómez Madero, José Ramón Benítez Vieyto y otros, manifiesta la asimilación, y recreación de lo épico a través de la incorporación de lirismo desde presupuestos basados en la contemporaneidad.

Declara el equipo de trabajo de la Dirección Provincial de Patrimonio que la Comisión Nacional de Monumentos (Resolución No. 27 de enero de 1990), reconoció la necesidad de preservar la Trocha militar, “con el propósito de inmortalizar las épicas y triunfantes guerras del 68 y del 95 del siglo XIX, para las actuales y futuras generaciones”. La restauración atiende los objetos del kilómetro rehabilitado en la década del 90 del pasado siglo en sitios próximos a la ciudad de Ciego de Ávila; también, la ampliación y edificación de nuevos objetos: la Plaza de las Banderas, un Centro de Interpretación y un Mirador, proyecto de interpretación patrimonial a cargo del M. Sc. Arq. Hernando Hernández Prado.

Desde su construcción, la Trocha, y, en particular, su estado de conservación, continúa convocando a los gestores de la cultura a favor de la persistencia de este legado, como expresión de nuestra identidad cultural.