La ciudad no puede ser aldea

Para que el deterioro y las violaciones urbanísticas y patrimoniales no consuman la luz de la ciudad de Ciego de Ávila, hay trecho por recorrer. Por momentos, parece que vamos a la inversa

Apenas 62 hectáreas (ha) de la ciudad de Ciego de Ávila se consideran una zona de alto valor, por concentrarse en esta superficie las 57 manzanas que componen el centro histórico. Estamos hablando de un tres por ciento de las 2 050 ha que conforman el límite urbano y se supone, entonces, que ser pequeño obrara a favor de la conservación y de su puesta en valor.

Sin embargo, nos hemos acostumbrado a que nuestro centro histórico sea lo que pueda, a veces con un parque Martí pulcro y luminoso y un bulevar impecable, y otras con construcciones patrimoniales marchitas, pintura desconchada y aires acondicionados de cara a las fachadas.

La escasez y el déficit de recursos han sido tan aplastantes como la morosidad para hacer cumplir la ley y la falta de sentido de pertenencia con la imagen ciudad de Ciego de Ávila.

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Violaciones a la orden

Cualquiera diría que Yadira Rodríguez Melo, especialista de la Oficina de Monumentos, Sitios y Centros Históricos, lleva los ejemplos a punta de lápiz y no podríamos quitarle la razón. Las violaciones urbanísticas y patrimoniales más evidentes de los últimos meses han sido detectadas a tiempo, cuando paralizar la obra no implicaba grandes perjuicios. Luego, se han notificado a la delegación provincial y direcciones municipales de Ordenamiento Territorial y Urbanismo, y no siempre el resultado ha sido el esperado.

“La vivienda que se construye frente al hotel Rueda prometía renovar la imagen del lugar, pero la altura de cuatro pisos es una violación. Con la intervención en la casa ubicada en la intersección de las calles H. Castillo y Máximo Gómez se perdieron valores en un lote importante. Ahora, se construye una falsa obra para recuperar la cubierta”.

Otros ejemplos redundan en construir por encima de la línea de fachada, alterar vanos de puertas y ventanas, portales cerrados, rejas que abren hacia el corredor público, pintura inapropiada o no pintar por lotes, sustitución de tejas, y ampliaciones en altura que no se ejecutan a partir de la segunda crujía o habitación del inmueble.

Así, podemos seguir el inventario con la placa que coronó al restaurante Molino Rojo, justo en el área fundacional de la ciudad; la extensión con entrepisos, puertas y ventanas en el inmueble conocido como El Teresiano; y las viviendas ubicadas en la intersección de Maceo y Carretera Central que dejaron sin sostén a la fachada, todavía hermosa y ecléctica a pesar del deterioro.

Conscientes de que exigir puertas y ventanas monumentales y de madera es batalla perdida, a la hora de dictar regulaciones, desde el Centro Provincial de Patrimonio Cultural han sido flexibles. Según el máster en Arquitectura Hernando Hernández Prado, especialista de la Oficina de Monumentos, Sitios y Centros Históricos, se puede utilizar cualquier tipo de carpintería siempre que se cubra de manera uniforme el espacio del vano y se pinte.

Pero ni siquiera así nos hemos salvado de imágenes caóticas, como la de las viviendas de la calle Libertad, entre Maceo y Simón Reyes, las cuales, luego del incendio, fueron sometidas a una reparación que hasta ahora tampoco se ha aprovechado para corregir la inarmonía de las fachadas.

fachadaA estas alturas demoler no es opción, debió actuarse antes

Practicar a tiempo acciones de conservación es tan importante como velar porque el centro histórico de la ciudad siga siendo eso, y no una mezcolanza de materiales y estilos. En los últimos años, por ilógico que parezca, los mismos portales que nos han valido distinción, frescura y reconocimiento nacional han cargado la mayor parte del deterioro.

Entonces han sucedido dos cosas: se caen a pedazos ante los ojos de todos y, en otros casos, se han buscado soluciones constructivas con los pocos recursos existentes, entre ellas, revestir el zinc y las vigas con madera y tejas, tal cual ocurrió con los portales de la calle Marcial Gómez, entre Máximo Gómez y Libertad.

Sin embargo, la experiencia y pericia de Hernando Hernández Prado habla de ir, incluso, un paso por delante. “Donde ya no podamos rescatar la estructura original, antes que el uso del zinc y las vigas, sería más válido y duradero insertar una construcción de concreto que aporte nuevos valores y se integre con la arquitectura de la ciudad”.

En otras palabras, no debiera suceder que una edificación nueva como la Sala de Historia del Deporte Avileño carezca de cualquier valor estético destacable. No hace falta mirar con lupa para contar otros ejemplos.

La ley… ¿hasta dónde?

Vivir en el centro histórico es un privilegio supeditado, también, a regulaciones. Para intervenir un inmueble ubicado en esta zona debe cumplirse lo establecido en el Decreto No. 327 Reglamento del Proceso Inversionista, en el caso de personas jurídicas, y en el Decreto-Ley No. 322 Modificativo de la Ley No. 65, de 23 de diciembre de 1988, Ley General de la Vivienda, cuando se trata de personas naturales.

A su vez, las Regulaciones Urbanas para la ciudad de Ciego de Ávila, aprobadas el 15 de octubre del 2014, son claras acerca del tratamiento que debe recibir el centro histórico. En este entramado, el Consejo Provincial de Patrimonio Cultural y hasta la Comisión Nacional de Monumentos son organismos de consulta para las delegaciones municipales y provinciales del Instituto Nacional de Ordenamiento Territorial y Urbanismo.

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Digamos que, antes de hacer la primera carretilla de mezcla, ya el inversor o el propietario deben saber cómo conducir la obra. En la práctica la realidad, casi siempre, supera a la ley. Ha pasado de todo: personal no capacitado en puestos claves, fluctuaciones con la mano de obra, insensibilidad, carencia de recursos que obligan a improvisar con tal de evitar un derrumbe, y falta de control y morosidad por parte de las entidades fiscalizadoras.

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Más o menos así lo explica Xiomara Pavón Santiesteban, especialista en Urbanismo de la dirección municipal de Ordenamiento Territorial y Urbanismo en Ciego de Ávila, para quien la conservación se traduce, también, en civilidad y buen gusto.

“Hay mucho de indolencia cuando hablamos del centro histórico. Desde la falta de conservación hasta la poda agresiva, las indisciplinas vehiculares, las ventas que han salido de los garajes a los portales, servicios puertas afueras que atentan contra los inmuebles y la estética, y mucho entusiasmo a la hora de construir que no deriva luego en obras felices. La ciudad es un todo y todavía seguimos mirando por parcelas”.

Desde su visión, no solo se trata de multar, sino de dar seguimiento, pues las personas asumen que pagar el gravamen les da permiso para continuar la obra. “Con tantas limitaciones económicas, estamos en contra de la demolición. Se trata de actuar a tiempo”, sentenció.

A estas alturas habría que decir, además, que el cuerpo de inspección existente en la dirección municipal de Ordenamiento Territorial y Urbanismo para asumir las labores de enfrentamiento no solo es poco, sino que pesan sobre sus hombros muchas otras tareas. Quizás esta sea una atenuante, mas no justificación.

Con la lupa puesta en lo que falta, la dinámica de trabajo ha cambiado en los últimos meses y puede hablarse ya de un recorrido semanal que suma a los responsables de la conservación del centro histórico, con el objetivo de identificar violaciones, asesorar y evaluar sobre el terreno las acciones que se llevan a cabo; con más ímpetu ahora como parte del Programa de acciones para celebrar el 145 aniversario de la constitución del ayuntamiento en Ciego de Ávila.

Al respecto Doralis Nuez González, directora del Centro Provincial de Patrimonio Cultural, explicó que se trabaja en el rescate de los portales, en lograr un ordenamiento urbano del consejo popular Centro Ciudad, en la restauración de la Casa Natal de Pedro Martínez Brito, en reparar los teatros y el cine Nicaragua, y en inaugurar una librería Ateneo.

“Los cambios no llegarán de un día a otro, pero hay proyecciones concretas y existe voluntad política para lograrlas. La disponibilidad de recursos es lo que definirá el ritmo”.

Está claro que lo que hoy se haga bien, garantizará mañana una ciudad más armónica y vital, aunque, ya lo hemos dicho aquí, para lograrlo hay un trecho que no siempre se dirime en cemento, acero, bloques y arena. Por momentos pareciera que vamos a la inversa y toca enderezar el tiro.