Entre las peculiaridades inherentes a cada pueblo son significativas la especificidad psíquica y las características espirituales para la conformación de la cultura nacional. De ahí que los hábitos y modos de un pueblo reflejen cómo hacer la cultura, mientras que las costumbres, el vestuario, las viviendas, los festejos y la oralidad musical, entre otros, se desarrollan según sus necesidades más sentidas.
La cultura popular tradicional constituye el compendio de expresiones que se transmiten de generación en generación y se enriquecen con el desarrollo de nuevas tradiciones. Es, principalmente, tradicional porque esta es una ley que define y determina su perdurabilidad a partir de un continuo proceso de asimilación, negación, renovación y cambio progresivo.
Sin dudas, esta categoría encuentra en Ciego de Ávila valiosos exponentes, conformados a partir del tránsito de diferentes oleadas migratorias, las cuales se asentaron aquí teniendo en cuenta factores socio-económicos e históricos como la necesidad de mano de obra barata, el fomento de las colonias y la prosperidad alcanzada por la industria azucarera.
En esos asentamientos los diversos grupos humanos comenzaron a manifestarse con sus saberes, apreciados con mayor fuerza en la cultura haitiana, hispánica y del caribe anglófono. Precisamente, esta variedad étnica será decisiva en la conformación de la identidad avileña.
En la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura se aprobó en 2003 la Convención para la salvaguarda del Patrimonio Cultural Internacional lo que facilitó que diversos estados se pronunciaran a favor de la implementación de estos lineamientos y se adoptaran acciones para promover la diversidad.
Con su instrumentación se tomó conciencia acerca de la necesidad de salvaguardar las representaciones, los usos, técnicas, conocimientos y expresiones que comunidades y grupos han considerado como parte de su identidad. Entonces, se visibiliza el tratamiento del folclore como la cultura de un pueblo transmitida a través de la tradición oral, la prosa, la poesía, los remedios, las comidas caseras, y los usos y costumbres que reflejan las vivencias.
Bajo estos términos, el patrimonio cultural avileño inmaterial ensancha horizontes y agrupa modalidades que van desde las tradiciones y expresiones orales hasta los usos sociales, rituales y actos festivos, empleo de las plantas medicinales y técnicas artesanales.
Hablamos de cuentos, adivinanzas, décimas, refranes, pregones, juegos, fábulas, ensalmos, fiestas populares tradicionales, manifestaciones religiosas, repostería y bebidas que distinguen y han dejado su huella en la conformación de nuestra cultura popular.
La comunidad haitiana fue uno de esos grupos poblacionales que se asentó aquí a partir del siglo XIX y la primera mitad del XX, sin perder en el largo proceso de adaptación la esencia de su raíz. Muestra de ello lo constituye la fiesta del 10 de octubre en Venezuela, teniendo como elemento fundacional la fecha en que Carlos Manuel de Céspedes liberó a sus esclavos.
Allí se muestran los juegos tradicionales, la culinaria y las bebidas típicas, y se realiza una ceremonia dedicada a los Loas (espíritus) del vudú haitiano, con la agrupación músico-danzaría Okay como gestora del proceso cultural. Existen otras festividades como el Eva Gaspar in Memoriam y la Fiesta a Santa Teresa, las cuales demuestran, también, la presencia haitiana en estos lares.
Las fiestas populares tradicionales constituyen otro elemento distintivo en el contexto avileño, resultado del aporte hecho por los distintos grupos migratorios sociales aquí mencionados. Podemos definirlas como una actividad promovida por algún acontecimiento colectivo, de carácter social, económico y religioso que es reconocido por un núcleo social determinado.
Su importancia radica en ser una actividad colectiva en la que toma parte, con mayor o menor grado de participación, una porción estimable de la población residente en la localidad, o que al suceder en otro lugar sienten la necesidad de participar en ella. En este sentido, la impronta anglófona es apreciable con el caso de las celebraciones del primero de agosto en Baraguá, festejo laico propio de estos emigrantes, único de su tipo en Cuba.
El Barrio Jamaicano y el grupo músico-danzario La Cinta muestran la diversidad cultural en alusión al primer día de agosto de 1834, cuando los colonialistas británicos instauraron la abolición de la esclavitud en el Caribe anglófono.
Tan diversa es nuestra cultura popular tradicional que, desde el año 1978, junto a la provincia de Sancti Spíritus, auspiciamos la Feria Nacional de Arte Popular, la cual aglutinaba todo nuestro mosaico cultural con un diseño que permitía visualizar estos componentes. Su salida de las carteleras, con una última edición en el año 2015, ha sido una pérdida considerable que atenta contra la conservación y promoción de estos valores, así como de sus gestores.
Tan importante como estas expresiones ha sido, también, la artesanía popular tradicional, la cual se ha mantenido en el tiempo haciendo gala de diversas técnicas representativas de este terruño como el tejido crochet, la muñequería, la talla en madera, la marquetería, la talabartería y el repujado en metales.
Las tradiciones haitianas ligadas a las danzas son un tesoro cultural en Ciego de Ávila
Con estas raíces todavía vitales en nuestra geografía, su continuidad está dada en proyectos que mantienen y renuevan estas esencias como son Yambambó, perteneciente a la fundación Nicolás Guillén de Morón; Manos mágicas, en la ciudad cabecera; la Cátedra Nacional de Cuentería Campesina y Tradicional, en Florencia, y agrupaciones músico-danzarias de renombre como la XX Aniversario, de Majagua; La Gran Familia, de Ciro Redondo; Nagó, de Primero de Enero; Renacer Haitiano, de Morón; y Telón Abierto, de la Universidad de Ciego de Ávila Máximo Gómez Báez. Sin embargo, no todo está hecho.
A estas alturas las preocupaciones se centran en cómo hacer perdurable lo intangible, en cómo salvaguardar y proteger el patrimonio inmaterial, formar nuevos actores que den continuidad a la tradición, y acercarnos con una visión renovada a la cultura popular tradicional. Retos que, de seguro, merecen aunar voluntades y trabajo sistemático desde diversos ámbitos.