Sin agua y con salidero

Con una mezcla de indefensión, malestar y justo reclamo escribió su carta Adela Viciedo Ventura, residente en la calle Honorato del Castillo, No. 156 A, entre República y Cuba, en el municipio de Ciego de Ávila.

Ha vivido allí 37 de los 67 años de su vida y está solamente acompañada por su mamá, quien ya cumplió los 93 y tiene un estado de salud delicado, por permanecer encamada.

Nos dice en su misiva que hace dos meses a su vivienda no llega agua, líquido que por distribución le tocaría cada dos días. Esta “sequía” la obliga a cargarla todo el tiempo desde la casa de los vecinos, que sí disponen de cisternas.

“Mi problema se debe a un enorme salidero, frente a mi casa, en plena calle —la cual, por demás, está deteriorada y tiene un enorme bache que ha provocado accidentes de motos y autos por su gran tamaño.

“He conversado sobre esto con el delegado (de la circunscripción) varias veces, he llamado a la Empresa de Acueducto y Alcantarillado, al puesto de mando del Gobierno, y todo sigue igual, sin solución.

“A mi entender, está en manos de quienes dirigen la provincia solucionar esta delicada situación. Es una calle céntrica, por la que pasan todos los días”.

Viciedo Ventura solicita una respuesta, consecuente con los momentos que vive el país, a su necesidad de que llegue el agua a su vivienda y, además, alerta de males mayores que podrían suceder por el incesante deterioro que sufre esa arteria de la cabecera provincial pues, de seguir así, llevaría luego a un mayor gasto de recursos.

En momentos de una sequía hidrológica moderada, que mantiene las fuentes de abasto en alerta en la mitad del territorio avileño, debía ser prioridad eliminar cuanto salidero haga correr el agua potable, más porque, irónicamente, mientras se bota, deja a muchos, como Adela, secos.