Inco-herencias

Tal vez sea un mal heredado de los tiempos en que la comunicación no era siquiera vista como una necesidad. Pero existe. Se resume, quizás, en una frase tan coloquial y populachera como discriminatoria: “La gente siempre se entera de todo”. Y puede tener alguna razón. Solo que “la gente” merece “enterarse de todo” en tiempo y forma.

Lo argumenta la carta enviada por Daniel Joel González Jiménez, residente en calle Línea, No. 68, entre H e I, en la localidad de Ceballos; y que labora en la ciudad de Ciego de Ávila: “En el mes de  diciembre de 2021 en Dinos Pizza de Ciego de Ávila, instalación perteneciente a Palmares y ubicada en la calle Simón Reyes esquina a Joaquín de Agüero, una pizza normal costaba 67.40 pesos. Sin embargo, a partir de enero de 2022 esa misma pizza cuesta 140.00 pesos, poco más del doble.

“Obviamente yo, ni muchas personas de la población con las que conversé en la cola, nos explicamos la razón de que el precio aumentara tanto, si no ha ocurrido otro Ordenamiento. ¿Quién autorizó elevar ese precio? ¿Sobre qué base y qué razones motivaron a elevar tanto el precio en una entidad estatal? Creo que son cuestiones que deberían responder a quienes nos hemos preguntado esto.

“Ese precio es exagerado, y eso sin contar que si se le quiere echar un poco más de queso se debe pagar 50.00 pesos por encima (el burdo término de ‘doble queso’) o sea 190.00 en total. De eso no se habló en el Ordenamiento, nunca se proyectó así.

“Una cajita de almuerzo pasó a costar de poco más de 50.00 pesos en junio de 2021 a más de 100.00 pesos en entidades como el patio del Hotel Sevilla.

“En el restaurante Tía María una ración de comida, que literalmente no llena el estómago de nadie, cuesta entre 150.00 y 200.00 pesos. En el Don Pepe, los precios no están lejos de los anteriores que mencioné. Mientras tanto quienes trabajamos con el Estado, que nos quitaron los comedores obreros, ‘pues en  el salario viene contemplada la alimentación’, seguimos pensando cómo hacer para que el salario nos alcance”.

Supone este redactor, en un intento de concluir la idea del párrafo anterior, que no sea solo “pensando en cómo hacer para que el salario nos alcance”, sino también en cómo hacer para almorzar cada día alguien que, como el remitente, labora fuera de su lugar de origen, y está obligado al ayuno o a “soltar” su dinero, amarrado a los tantos gastos que exige la existencia.

Pero, tan importante como eso, gravita algo tan sencillo —al parecer también frágil— como “lo indicado”. Más de una vez se ha insistido (orientado) en el Grupo Temporal de Trabajo en la provincia, que “no puede subírsele el precio a ningún producto sin antes ponerlo en conocimiento de la población”. En otras palabras: comunicarlo a tiempo. Que, además, lo dicen constantemente las máximas autoridades de este país.

Daniel Joel espera una respuesta.