Esperanza no es lo mismo que solución

Escribe a esta sección Mayra Nodarse Díaz, residente en el apartamento 8 del edificio 170, en calle Serafín Sánchez, entre Onelio Hernández y Pasaje Fajardo, en el municipio cabecera.

Refiere ser jubilada del sector de la Educación y, al estar en plenas facultades físicas y mentales, continúa aportando a la sociedad y al país en sentido general, enfrentando las malas conductas que se generan, las actitudes negativas y las ilegalidades.

Está consciente de los problemas existentes con el transporte y apoya que se adopten alternativas con la transportación animal para paliar la situación.

Lo que no comparte —ni ella ni sus vecinos— es que en el lateral de la edificación donde viven, y al frente de la misma, haya una piquera informal —así lo aclara— de coches, con las consecuencias negativas que esto trae: orina, heces fecales, hedor y, sobre todo, mucha indisciplina social de cocheros y población cuando se les llama la atención.

“Las faltas de respeto son mayúsculas, nos acusan de creernos dueños de las calles, nos ofenden, y los usuarios se suman a ese incorrecto tratamiento, exacerbando el descontento, la afectación y la inconformidad de los vecinos.

“Hemos tramitado por los canales establecidos, y a todos los niveles esta problemática; hemos sido atendidos, pero no hemos recibido respuestas: continúan los coches, y el mal olor por la orina de los animales se ha hecho insoportable. Apelamos a este medio de prensa con la esperanza de que quienes lo leen y deciden, lo solucionen”.

Si tenemos en cuenta la premisa esgrimida por Manuel Marrero Cruz, miembro del Buró Político y Primer Ministro de la República de Cuba, en la más reciente reunión del Consejo de Ministros, celebrada en el Palacio de la Revolución, cuando dijo: “Hay que estar siempre al lado del pueblo, sobre todo en la búsqueda de soluciones para atenuar o eliminar los problemas que se nos han acumulado”, pudiera solucionarse el problema que hace más difícil la vida de Nodarse Díaz y sus vecinos.

Sobre todo, si los organismos decisores se ajustan a lo planteado por Marrero Cruz sobre actuar de forma enérgica (aunque con la sensibilidad que requiera cada caso) ante las ilegalidades y eliminarlas de inmediato, porque su permanencia en el tiempo complejiza más su erradicación.