Canales sin señal

Rafael Joaquín Cervantes Cervantes, residente en Pasaje Arnaldo Ramírez, entre Margarita y Tejar, en Ciego de Ávila, ha transitado por “todos los canales correspondientes sin obviar ninguno”. Y lo escribo entre comillas por ser parte textual de su carta enviada a esta sección. Otros fragmentos permiten leer: “Mi esposa, mis niñas y yo, estamos pasando momentos muy difíciles y ya no sé qué hacer ni a dónde ir para resolver el problema de mi vivienda”; “(…) mi caso es una afectación del huracán Irma, que empeora por día, sin una señal que indique que la solución se acerca”.

Publicado aquí el 6 de julio de 2019 (Échale la culpa a Río), para entonces contaba: “Durante el paso del huracán Irma, en 2017, nuestra casa sufrió un derrumbe total de techo. Fue inscripta de inmediato en la Oficina de Trámites correspondiente y, luego del proceso requerido al efecto, se nos asignó una boleta con todos los materiales que necesitábamos y se indicó a la Unidad Empresarial de Base Tranzmec, perteneciente a AzCuba, como ejecutora de dicha obra.

“(…) hace más de dos meses que Tranzmec tiene la boleta en su poder (vencida en dos ocasiones) y, al acercarnos para preguntar por qué continúa la demora, nos dicen que no poseen combustible para transportar los materiales. Ya les hemos explicado la situación en la que estamos viviendo: en una facilidad temporal de una sola habitación convivimos con dos niñas menores de edad y una de 20 años, que tienen que comer y estudiar con los libros y el plato en las manos porque no hay dónde hacerlo.

“(…) Ahora, después de varios reclamos en el Gobierno Municipal y otras instancias, nos han asignado a Comercio (…). “Hemos tenido que cubrir el techo con nailon y recortes de cuanto encontramos para evitar que, con las lluvias, se nos eche a perder lo poco que tenemos”.

Algo que ya sucedió, pues muy poco les queda de lo que lograron salvar de Irma, debido a que “llueve más adentro que afuera, ya no cierra la puerta y la madera toda se ha podrido por las inundaciones”, como refiere Rafael en su misiva. Y agrega: “(…) tenemos nuestro solar con espacio suficiente para la construcción, sin embargo, nos quieren sacar para otro lugar sin condiciones (…) también los áridos que se han contaminado en este tiempo, incluso, unos 30 sacos de cemento que se endurecieron porque no tenemos cómo protegerlos (…) y todo lo debo pagar con mi salario, único en mi casa pues mi esposa padece de tiroides y no puede trabajar, más la manutención de mis dos niñas con padecimiento de alergias y asma, acentuadas por convivir sin los requerimientos mínimos.

“Somos una construcción estatal atendida por la Empresa de Comercio; por ellos fue posible obtener la arena azul y la artificial, 10 metros de polvo de piedra, con fecha 14 de julio de 2019. La gravilla, el 17; los bloques, el 24. Antes, el 21 de ese mes, trajeron 48 barras de cabillas, ocho vigas de acero y tornillos para el techo. Una semana después, el cemento, del cual solo se pudo aprovechar una mínima parte en la fundición de los dados”.

Explica que le han dicho que el cemento lo triturarán para usarlo, pues según Vivienda no tiene reposición y se echó a perder por la negligencia de traerlo sin que existieran condiciones de almacenamiento.

Con las lluvias de los últimos días han “vivido un infierno”. En cambio, llama la atención una carta firmada por la Dirección Municipal de la Vivienda, con fecha 21 de diciembre de 2018: “Se comprobó que el recurrente está contemplado en el Plan de Inversión Estatal de 2018, que tiene la documentación establecida (…) es cierto que no se ha iniciado y por tal motivo continúa en el Plan 2019 (…) —también estuvo en el de 2020—. Siendo una queja Con razón, pendiente de solución”. Y esta, la solución, ¿cuándo llegará? Si ya agotó los canales del territorio ¿cuál debiera ser el próximo paso?