Voy a votar por ti

Le dije así a una amiga y me regaló la sonrisa más grande que nunca antes le vi. “Casi como la letra de aquella canción: voy a brindar por ti...”, me dijo, sin dejar de mostrarme su alegría.

Y es verdad, porque votar por mi amiga será como brindar por su felicidad, por la de otras amigas y amigos, y por todo el que no conozco, pero sé que por muchas décadas lo ha necesitado.

Voy a usar mi derecho de hacer dichosos a muchos tan solo con una cruz de amor y respeto, ayudar a que el porcentaje suba y alcance para un sí, que debiera ser a estas alturas, después de tantos sufrimientos, un sí unánime.

Voy a hacerlo por mis hijos y los hijos de aquellos que creen que no lo necesitan, porque esgrimiendo antiguas enseñanzas y comportamientos, que creen mejores, no hacen más que perpetuar pensamientos de posesión, cuando realmente los hijos son todo lo contrario. Posesión que alcanza lo mismo para maltratarlos físicamente, descuidarlos, avergonzarlos, que para sentarse a la mesa con ellos con un cinto en el hombro “porque hay que comer tengas hambre o no”.

Por mi madre lo haré, por mis tíos, por todos los ancianos que conozco y por los cuales siento una debilidad especial; por los que viven a cientos de kilómetros de mí, aunque sé que pueden estar siendo despojados, en el peor de los casos, de sus bienes materiales, de sus casas, por otros miembros desnaturalizados de su familia; y hasta por los que simplemente, ya sin poder o desearlo, salen cada mañana a buscar los mandados de familiares jóvenes y saludables que permanecen en casa. Por sus derechos a reclamar cuidados, atenciones, para que ningún hijo viva pensando que nada ni nadie puede obligarlo a proveer lo que sus viejos precisan.

Por los vientres de amantísimas mujeres que sufren al ver a sus seres amados deseando tener los hijos que de otro modo nunca podrán, y el amor les alcanza para, sin pedir nada a cambio, abrigar en su seno el tesoro que ha de ofrendarles luego.

Voy a votar sin temor a ofender a otros hermanos de suelo que ni siquiera saben que quizás esos derechos un día los abrazarán, porque lo que hoy no necesitamos ya no es lo que mañana.

Voy a votar por mí, por ti, por todo el que un día cualquiera se sienta despreciado, humillado; voy a ayudar a levantar el muro de contención, para aquellos que, aunque hoy se nieguen a otorgar derechos, tendrán que respetar y no envalentonarse contra otro cubano.

Voy a votar por mi nación idolatrada, por mi Cuba, tantas veces sufrida, que merece y necesita del amor y el sí de todos sus hijos. Voy a votar por ella, que, como una madre amorosa y paciente, espera este voto que será como un brindis por la felicidad de la inmensa familia que ya somos y que ella abraza.