Una historia de amor

Vuelve febrero con su carga de amor, poesía y sueños, que alguien le concedió un día. Llega callado, quedo, pareciera tranquilo, más el amor anda en vela, como remolino, de rincón en rincón. Llega febrero y este espacio quiere invitarte a que escribas una historia de amor.

Podrán participar todos los lectores de Invasor amantes de la sección Botella al mar, y de la literatura y las artes, sin distinciones de edad.

La historia debe ser basada en cualquier evento de la vida que los haya llevado a un movimiento de su alma, elevado y sublime, que resulte conmovedor y toque las fibras sensibles de quienes la disfruten.

Los géneros convocados serán crónica y poesía, y la extensión máxima será de 55 líneas, escritas en Arial 12.

Los trabajos pueden ser enviados a los correos electrónicos Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. o Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.. También se podrán dejar en formato impreso en la sede de Invasor, sita en Libertad, No. 159, entre Simón Reyes y José María Agramonte.

Se otorgará un Gran Premio, que será publicado en nuestra sección y recibirá un ejemplar del libro Cadáver público, del inolvidable periodista y gran cronista José Aurelio Paz Jiménez; e, igualmente, tres lugares que recibirán libros y plantas ornamentales, y cuya publicación en esta sección será valorada por el consejo editorial de Invasor.

El plazo de admisión de las obras será el 28 de febrero, y el jurado estará compuesto por especialistas del gremio periodístico.

Ahora les ofrezco como regalo, y como incentivo a participar en el concurso, un fragmento de Historias de cronopios y de famas, del escritor argentino Julio Cortázar:

Los cronopios necesitan caricias, besos y abrazos. Como son tan olvidadizos, necesitan que se les recuerde constantemente que son amados, que se lo digan, que se lo demuestren. El amor sin cariño y afecto no tiene sentido para los cronopios, son unos consentidos por naturaleza; pero también les encanta consentir, acariciar, demostrarle al otro con palabras, miradas, caricias y actos, cuánto lo ama y cuánto importa para él.

El cronopio no se enamora de profesiones, de éxitos, de quehaceres, de la inteligencia o del atractivo físico, se enamora porque sí, sin razón, no hay más motivo o excusa que el amor, que los sentimientos y sensaciones que esa otra alma le despierta.

Más bien, al cronopio lo deslumbran las almas. No lo enamora la inteligencia, pero sí alguien que piense y lo haga pensar. Lo enamoran las buenas conversaciones, porque el cronopio cree firmemente que con las palabras, y también con lo que no se dice, se entregan pedacitos del alma.