¿Desde cuándo?

Una publicación bastó para encender la llama. Fue en la red social Facebook. Alguien denunciaba que un doctor vendía medicamentos que robaba de su policlínico y debía ser perseguido y condenado.

Resultó fácil descubrir que aquel perfil era falso y que la publicación denotaba muy mala fe; intentaba desacreditar a un médico bueno. Los comentarios de pacientes y conocidos expresaban enojo; lo querían bien y respetaban su honradez y apego a una profesión en perenne lucha contra el dolor y la muerte. No entendían cómo alguien podía no ver la luz que siempre había emanado.

No era un grupo de personas cegado por alguien capaz de parecer una cosa y ser otra. Eran comentarios sentidos de gente que veía que no existía mancha en ese hombre; y lamentaba que su grandeza molestara a uno.

Esos criterios me enternecieron, porque es bueno ver cómo se sigue divisando el bien pese a los deseos por hacer ver sombras, manchas, por opacar mucha obra bella. Sin embargo, en medio de todo aquello algo me asombró.

Otro grupo que no conocía al galeno, que no se pronunció en contra de quienes crean perfiles falsos, que tampoco mencionaron la mala fe; se hizo presente para aplaudir y ensalzar el supuesto hecho de que alguien tiene derecho a robar, a despojar al Estado de aquello que es de todos. Porque, según ellos, “hay que luchar, y vivir, si, total, el Estado lo tiene todo”.

Y eso enciende alarmas. Porque una se cría en una casa humilde, con la honradez y la vergüenza como banderas. Porque aprende que lo ajeno no se toca; y desea perpetuar eso en su descendencia.

Así vives. Con lo tuyo, con aquello que conquistas con tu trabajo, con el orgullo de ser feliz con lo que tienes, porque es decente y limpio, y tus hijos pequeños no desean siquiera el lápiz, la merienda o la goma del amigo del aula.

Porque robar no solo es feo, como nos dicen y repiten cuando niños. Robar es un delito con el que se despoja a la víctima de sus bienes, se despoja el delincuente de la nobleza, si alguna vez la tuvo, y a la sociedad le nace un ser torcido.

¿Desde cuándo robar es legítimo, o un ladrón dejó de ser para algunos un lastre? Entre nosotros nadie tiene que
hacerlo para pagar por la salud o la vida de un hijo. Roban para tener un estatus que no salen a conquistar a fuerza
de trabajo, pagar una vida de mentiras, para algunos maravillosa; pero el resto solo ve en ellos a seres sin escrúpulos
que nunca ofrecerán nada a los otros.

No podemos ser ingenuos ni convertir la paja en grano; es urgente mirar al fondo de uno mismo y encontrar las reservas que laten allí adentro. No podemos ofrecerle ni una sola mirada romántica a aquello que nos daña, que nos hace mucho más pobres de lo que pensamos, que nos pone al borde de un camino sin regreso.

Robar es un crimen como otros; tenía la certeza de que eso para todos era algo muy claro, mas una publicación
bastó para encender la llama, para sacar del corazón de muchos lo que piensan; y de ahí emergieron el bien y el mal. Hay que permanecer alertas.