Otra victoria y las culpas del bloqueo

189 a 2 es una victoria en cualquier conteo del mundo. Y en la ONU es más: es la muestra, durante veintisiete años consecutivos, del apoyo a Cuba, del rechazo al bloqueo de Estados Unidos.

Si un día fui una ignorante bloqueada, la culpa es de toda la gente que me hizo creer en brillantes trucos que disimulaban la escasez. Y al saber que a mi madre sí le gustaba la carne y que mis chancletas de lazo eran directamente proporcionales a los ahorros de un año que, obviamente, valían menos que mis brincos, no pude reprocharles el engaño, pero tuve que reconfigurar mis recuerdos porque, entonces, no supe hasta dónde la felicidad era real y hasta dónde la inventaban para mí.

Las clases de historia, las vallas, los discursos, Fidel, los periódicos…la vida y toda la gente que un día me engañó, se encargaron de que notara la diferencia, luego. Incluso, mientras algunos se escudaban en su bloqueo nacional, no en el extranjero, y yo aprendiera del peor modo a echarle todas las culpas al bloqueo; incluso, la culpa de que, por existir, le indilgaran a él lo que no le correspondía.

Muchas veces, cuando parecía una exageración el hecho de que todo tenía que ver con el bloqueo, recordaba la descripción exhaustiva del Gabo, durante la primera noche de la Habana bloqueada, en la que todo, “salvo los relojes de pulso, que eran suizos, había sido hecho en los Estados Unidos”. El Nobel reconocería que “había de pasar un cierto tiempo antes de que la mayoría de los cubanos se dieran cuenta de lo que significaban en su vida aquellos números mortales”.

Y aunque el tiempo pasó e intentamos impulsos y empujones a la economía casera y nuevos contratos y acuerdos bilaterales y beneficios mutuos con países amigos, ninguna estrategia ha disimulado, con holgura, nuestra injusta carga: la de un país hostigado que, cada año, denuncia su condena ante la ONU y del que, cada año, el mundo se conduele, sin que, hasta hoy, la humanidad pueda revertir el “destino manifiesto”.

Veintisiete veces han sido necesarias para ilustrar el sinsentido del genocidio que ha rechazado, veintisiete veces, la comunidad internacional, con pírricos cuatro votos en contra, en el peor de los casos (y de los años), y dos empecinados que persisten: Estados Unidos e Israel

Los aplausos de 189 naciones diciendo que ya, que basta de sufrimiento, de arbitrio, de actitud rancia y de extraterritorialidad que sanciona, millonariamente, a quienes ni siquiera “pecan” de comunistas, pero comercian con ellos…, han servido solo para anquilosar la política americana, de un lado, y para dar fuerzas al empeño de Cuba, del otro.

Aun así, las trabas del gobierno norteamericano llegaron a su cúspide, este año, con ocho enmiendas que solo consiguieron dilatar lo evidente y que podrían darle real sentido a las mismísimas palabras de Nikki Haley, embajadora de Estados Unidos ante la ONU, quien, este año, dijo que el “mundo se equivoca”, y el pasado, calificara de puro “teatro político”.

Sin embargo, cualquiera de los datos del canciller Bruno Rodríguez podría contradecirla, lamentablemente. Aquí se ha sufrido muy hondo para recluir el informe Necesidad de poner fin al bloqueo, económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba, y su votación al “terreno político-dramatizado”.

Si se quiere, el drama real está en el origen del documento. En que 30 compañías estadounidenses rehusaran vender medicamentos o insumos a Cuba. En que haya que mencionar nombres y niños para ilustrar el equilibrio entre la vida y la muerte que bordea el bloqueo. En que 100 bancos cerraran cuentas o retiraran fondos o impidieran préstamos. En que los ingresos dejados de percibir y los costos del trasiego ilógico del comercio nos hayan impedido, por un decenio, crecimientos a un ritmo que ni los economistas más ilusos se propondrían en las actuales circunstancias. El verdadero drama está en que contemos y revaluemos y sumemos hasta llegar a 134 mil 499 millones, como si alguna vez pudiéramos “amortiguar” la cifra. El costo es ya impagable.

Y hablamos de lo cuantificable: sabemos de las muertes a su cargo, del empeño truncado…, de que hay niños cubanos que un día no sabrán la dimensión exacta de su felicidad. Y todo por culpa del bloqueo, y muy a pesar de la reciente victoria de 189 votos a favor, dos en contra y ninguna abstención.

La historia de una victoria #Cuba #YoVotoVsBloqueo #ONU

Posted by Roberto Carlos Delgado Burgos on Thursday, November 1, 2018