Tomada de Internet Este patriota cubano nacido en la región central de nuestro caimán antillano, en Villa Clara, llevaba el espíritu de rebeldía en lo más recóndito de su corazón. Esas ansias comenzaron a manifestarse junto a su superación cultural.
Los he puesto a pensar ¿Verdad? Pues esperen un poquito más. Les doy otro dato: Sepan que, con apenas 16 años, los representantes de la metrópoli española lo “forzaron a marchar al exilio”. Con mucho fundamento y, desde luego, buenas dosis de respeto al despedirse de los troncos paternos, les afirmó: “No volveré a Cuba sino con el rifle al hombro”, y marchó a Nueva York. Tal era la convicción del muy joven entonces Ramón Roa (1844-1927).
En ese país se inscribió para pelear en la guerra que los dominicanos hacían contra la reconquista española. Se afirma que se entregó como si se tratara de Cuba, tanto que con apenas 20 primaveras lo ascendieron, nada menos que a coronel.
Pasado un bienio, Domingo Faustino Sarmiento —más adelante, presidente de la Argentina— fue nombrado embajador de su país en Washington y tuvo entre sus más cercanos ayudantes nada más y nada menos que a Ramón Roa, quien para ese entonces estaba de regreso en los EE. UU. y era empleado en la sede diplomática sudamericana como agregado.
El carácter del joven, muy amable, no fue óbice para que, respetando la diferencia de años, uno y otro se hicieran buenos amigos. Tan es así, que Sarmiento invitó varias veces a Ramón a que fuera con él en el rol de acompañante a las conferencias que el ilustre pedagogo dictara en centros de nivel educacional superior y en instituciones norteamericanas. Conozcan que el cubanito, incluso, le tradujo textos y discursos.
Una muestra de la confianza que le tenía Sarmiento, es el fragmento que tomo de un artículo en la web Cubarte, firmado por Ignacio Canel, y cito: “Residiendo aún en Washington, Sarmiento fue informado del triunfo arrollador de su candidatura presidencial en Argentina, y el 23 de julio de 1868 embarcó hacia Buenos Aires, llevando consigo a Ramón Roa en calidad de su secretario privado”.
Sarmiento, según José Martí, fue el verdadero fundador de la República Argentina, apreció mucho a Roa, quien en su libro titulado Pluma y machete cuenta que, al fallecer en un combate el hijo de Sarmiento, el gran hombre le propuso adoptarlo como hijo en su sustitución “y, correspondiendo a ese tierno arranque, le quise siempre como a un padre”.
En la enciclopedia Ecured, que tomo como fuente para llevarles esta breve síntesis, se señala que Ramón, sabedor del alzamiento, regresó a Cuba para sumarse a las acciones. Sepan, amigos de la gran Red de Redes, que obtuvo el grado de teniente coronel y, además, fue ayudante de varios altos oficiales: Ignacio Agramonte, Julio Sanguily y Máximo Gómez. Y, por si fuera poco, en la República en Armas fue Secretario de Relaciones Exteriores y Hacienda. Como podrán apreciar, el compromiso contraído con sus padres lo cumplió con creces.
Curiosidades
• Si de perfumes de trata, sepan, mis amigas y amigos de la gran Red de redes, que Popea, la esposa de Nerón, fue la inventora de “las mascarillas de belleza” compuestas de harina de centeno y miel diluida en aceite perfumado, base de las mascarillas actuales.
• De una moneda utilizada en Venecia llamada gazzetta, en el siglo XVI, es que proviene la palabra gaceta. El diario que se vendía en ese hermoso lugar costaba una gazzetta y de ahí que se use el tal vocablo para referirse a algunas publicaciones periódicas.
• “El amor es la poesía de los sentimientos”, bellísima y romántica sentencia brotada del intelecto y el buen gusto de Honoré de Balzac (1799-1859), destacado novelista francés.
• En el año 585, el Concilio Eclesiástico de Macôn prohibió, bajo pena de excomunión, que los campesinos y las monjas unieran bueyes a las carretas los domingos.
• En el Orquideario de Soroa, en el municipio de Candelaria, en la occidental provincia de Artemisa, en unas pocas hectáreas pueden apreciarse unas 700 especies autóctonas y otras de más de 25 países. En ese lugar se unen el disfrute estético y la educación ambiental.