“Los amores son como las setas, que no sabe uno si son venenosas hasta que ya las ha comido y es demasiado tarde”, aguda e ingeniosa sentencia perteneciente al novelista, periodista, comediógrafo y abogado francés Tristan Bernard (1866-1947), seudónimo que hizo popular y famoso a Paul Bernard, su nombre real.
Una muy escueta síntesis biográfica refiere que este dramaturgo galo rubricó “una ágil y brillante producción dramática en la que desde la simpleza y la eficacia características de algunos géneros teatrales menores como la vodevil”, fustigó sin descanso la ausencia e inquietudes de la alta burguesía francesa de finales del siglo XIX y principios del XX.
Les comento, amigas y amigos internautas, que Bernard ha sido catalogado como uno de los dramaturgos más representativos del teatro francés en la contemporaneidad.
Todo lo contrario de lo que podría intuirse, debido a la “acidez” de su ejercicio crítico, esto no hizo mella en sus piezas, las que gozaron, como apuntó un entendido en la materia “del público burgués que se veía censurado y ridiculizado en su teatro…”
Debo añadir al acertado juicio, que el autor se vio catapultado como uno de los comediógrafos preferidos por la crítica teatral y también por los que abarrotaban los teatros para batir palmas a favor del sentido del humor y la ironía vertidos en su obra por el genial Tristan.
Otra opinión autorizada precisa que “el efecto se su censura social era más lúdico y humorístico que agrio y despiadado”, pues en el fondo latía en sus textos una concepción de indulgencia comprensiva del pensar y el actuar de los humanos y también, “la creencia en que la vida puede sobrellevarse apelando —a la bondad natural de los hombres”.
A continuación una pequeña muestra de sus más gustadas comedias: El señor Godomat, El pequeño café, El príncipe encantador y Abrázame. Además, Tristan rubricó varias novelas sobresalientes, entre estas las tituladas: Memorias de un joven hombre ordenado, Un marido pacífico, Amantes y ladrones, Matilde y sus guantes, y París secreto, además de otros escritos literarios que coadyuvaron a cimentar su prestigio en Francia.
Cierro esta breve reseña dejándoles, para su disfrute, estos pensamientos de Tristan Bernard:
“Prefiero ser accionista de una buena empresa, que solo propietario de una mala”.
“El primer beso no se da con la boca, sino con la mirada”.
“Para mí, la vanidad es una dolencia tan superficial que basta con rascarme un rato para que se me quite”.
Curiosidades
• La música libera sustancias químicas en el cerebro que son las responsables —según los investigadores— de hacernos sentir bien.
• Sepan, amigas y amigos internautas, que son numerosas las constelaciones que han recibido nombres de animales. Ahí les va una pequeña muestra: Cangrejo, Lagarto, Águila, Carnero, Cisne, León…
• No se asombre: las llamativas colas de las ardillas les sirven para ¡¡¡navegar!!!. Así, como zumba y suena. Cuando, en el curso de una navegación, una bandada de ardillas encuentra un río, cada una toma posesión de un pequeño tronco de árbol, se instala y, después alza su cola, la cual le sirve a la embarcación a modo de remo.
• A la pasión por los libros, sobre todo, por los curiosos y raros, se le llama bibliofilia. Sin embargo, la bibliofobia también es voz médica con la que se identifica la aversión morbosa por los libros.
• En las costas y terrenos cenagosos de Cuba abunda el bagá. Este es un árbol cuyas raíces son muy porosas, a tal extremo que se emplea como corchos tanto en las redes como en las boyas.