Tomada de Ecured “El respeto por uno mismo es la piedra angular de toda virtud”, sentenció el matemático, astrónomo, químico y fotógrafo experimental inglés Sir John Frederick William Herschel (1792-1871), quien, durante algunos años, también hizo un trabajo botánico valioso.
“De casta le viene al galgo”, dirán los internautas que conocen a esta excelsa figura, quien era hijo de Sir William Herschel y sobrino de la astrónoma Caroline, del mismo apellido. Estudió en Eton College y St. John's College, Cambridge y se graduó como Senior Wrangler. Se hizo amigo de los matemáticos Charles Babbage y George Peacock durante su época universitaria, pero tres años después dejó Cambridge y empezó a trabajar con su padre.
En un esbozo biográfico de aquella etapa, se precisa que el perspicaz joven se dedicó entonces a la astronomía y construyó un telescopio reflector con un espejo de !460 milímetros de diámetro y una distancia focal de 6,1 metros!; todo un avance científico, que le permitió reexaminar las estrellas dobles catalogadas por su padre.
Sepan, amigas y amigos de la Gran Red de Redes, que Herschel fue uno de los fundadores de la Royal Astronomical Society. Publicó el Catálogo general de nebulosas y cúmulos, una recopilación de sus propias observaciones astronómicas y de su padre, ampliando el Catálogo de nebulosas de Herschel.
Pero su sed de investigación no se detuvo ahí, ¡qué va!, consideró correctamente que el astigmatismo se debía a una irregularidad de la córnea y teorizó que la visión podría mejorarse mediante la aplicación de alguna gelatina animal contenida en una cápsula de vidrio contra la córnea. Sus opiniones fueron publicadas en un artículo titulado Light (1828) y en la Encyclopædia Metropolitana (1845).
Herschel tenía su propio dinero heredado, con el que pagó los pasajes de él, su esposa, tres hijos, y nada más y nada menos que ¡un telescopio privado de 6,4 metros!, para visitar Sudáfrica. El objetivo: catalogar las estrellas, nebulosas y otros objetos de los cielos del sur, para finalizar una extensión del estudio de los cielos emprendido inicialmente por su padre.
Fuentes especializadas en la obra del científico revelan que en el continente africano observó el regreso del cometa Halley. Colaboró, además,con Thomas Maclear, el astrónomo real del Cabo de Buena Esperanza y fue testigo de la gran erupción de la estrella binaria Eta Carinae (1837).
Conozcan los amables internautas que supo combinar sus talentos con los de su esposa, Margaret, y ambos produjeron ¡131 ilustraciones botánicas de excelente calidad!, en las que muestran la flora del Cabo. Utilizó una cámara lúcida para obtener contornos precisos de los especímenes y, a pesar de la falta de disecciones florales en las pinturas, su interpretación precisa las hace más valiosas que muchas colecciones contemporáneas. Unos 112 de los 132 estudios florales conocidos fueron recopilados y publicados como Flora Herscheliana (1996).
Ganó mayor notoriedad en el amplio mundo de las ciencias al publicar los Resultados de las observaciones astronómicas realizadas en el Cabo de Buena Esperanza (1847). En esta publicación propuso los nombres que todavía se utilizan hoy en día para los siete satélites de Saturno entonces conocidos: Mimas, Encelado, Tetis, Dione, Rea, Titán y Jápeto, por lo que recibió su segunda Medalla Copley de la Royal Society.
Y ¡vaya con los satélites! Sepan que a los cuatro de Urano que se conocían entonces: Ariel, Umbriel, Titania y Oberón, también los nombró en 1852 y todavía se utilizan hoy en día. Otros de sus descubrimientos incluyen las galaxias NGC 7, NGC 10, NGC 25 y NGC 28. Un obelisco de piedra, erigido en 1842 y ahora en los terrenos de la escuela primaria The Grove, marca el sitio donde una vez estuvo su reflector de 20 pies.
Incesante en su investigar, fue el primero en acuñar el término fotografía y en aplicar los términos negativo y positivo a las instantáneas, e inventó el proceso de cianotipo y el crisotipo.
Hizo una foto sobre vidrio, que ¡todavía existe! y experimentó con cierta reproducción del color; utilizó emulsiones fotosensibles de jugos vegetales, llamados fitotipos o antotipos, y publicó sus descubrimientos en Philosophical Transactions of the Royal Society of London en 1842, entre otros descubrimientos más.
Este insigne científico escribió muchos artículos sobre meteorología, geografía física y el telescopio para la octava edición de la Encyclopædia Britannica. Pero no termina ahí su prolífera creatividad, sino que, también, tradujo la Ilíada de Homero. Realizó hallazgos sobre los espectros ópticos de las sales metálicas, e inventó el actinómetro para medir el poder calorífico directo de los rayos solares.
Y, por si fuera poco, su fértil actividad científica lo llevó a proponer una corrección al calendario gregoriano que nunca ha sido adoptada, porque el calendario gregoriano se basa en el tiempo medio entre equinoccios de primavera (actualmente 365,242374 días).
Claro que obtuvo reconocimientos, recibió en dos ocasiones la Medalla de Oro de la Royal Astronomical Society (1826 y 1836); la Medalla Lalande de la Academia Francesa de Ciencias (1825), mientras que la Royal Society le concedió la Medalla Copley (1821). Lo nombraron Caballero de la Real Orden Güelfica en 1831 y, se desempeñó como presidente de la Real Sociedad Astronómica en tres ocasiones: 1827-1829, 1839-1841 y 1847-1849.
Sepan que los humanos han sabido corresponder a la grandeza de este hombre. Lleva su nombre el pueblo de Herschel en el oeste de Saskatchewan, Canadá, sitio donde se descubrió un tipo de plesiosaurio, el Dolichorhynchops herschelensis.
También se conocen por su nombre el asentamiento de Herschel, Eastern Cape y la Herschel Girls' School en Ciudad del Cabo, Sudáfrica; el Monte Herschel en la Antártida, y ¡hasta el cráter J. Herschel de la Luna! Además, para honrar a su ilustre familia se aceptó que una isla en el Océano Ártico, parte del territorio de Yukon, lleve su nombre; así como zumba y suena.
Curiosidades
• ¿Sabían las amigas y amigos que gustan de estas breves cápsulas que si su mascota tiene alguna indeseable garrapata, para quitarla, tiene que utilizar pinzas y pellizcarla bien cerca de la superficie de la piel y levantar con firmeza, pero sin jalar demasiado para así eliminar todas las partes de la boca junto con el cuerpo? Ah, no olvide la cabeza, ni tampoco limpiar y desinfectar bien la zona con alcohol, una esponja con yodo, agua y jabón.
• “Estoy seguro de que la buena música alarga la vida”, es una bella y profética sentencia rubricada por el violinista y director de orquesta norteamericano Yehudi Menuhin (1916-1999)
• Las bibliotecas son lugares mágicos y estimulantes. Ah, ¿no lo cree? Pues los que viajan en el crucero Queen Mary tienen la oportunidad de apreciar nada más y nada menos que ¡la biblioteca flotante más grande del mundo! y contiene la friolera de ¡6000! obras.
• Los pingüinos son aves que habitan únicamente en la parte más al sur del planeta. Solamente la especie de las islas Galápagos (Spheniscus mendiculus) vive fuera de esta zona, apenas sobre el ecuador. La mayoría vive cerca de la Antártida y, para sobrevivir a las bajas temperaturas, su plumaje tiene tres capas, además de una gruesa capa de grasa bajo la piel.
• Quizás las amigas y amigos que gustan del boxeo no sepan que la pelea más larga jamás registrada tuvo lugar el 6 de abril de 1883, en New Orleans. Allí se enfrentaron Jack Burke y Andy Brown, y duró ¡7 horas y 15 minutos!, y se extendió ¡110! asaltos; así como zumba y suena, se pasaron prácticamente toda lo noche tirándose golpes. Lo más irónico fue que, al final, el combate fue declarado nulo.