Tomada de https://www.radiorebelde.cu • Oye, tú que dices que tu Patria no es tan linda/ oye, tú que dices que tu Patria no es tan bella/, yo te invito a que busques por el mundo/, otro cielo tan azul como su cielo… Así comienza esa patriótica canción, cuya letra y música corresponden a la autoría del guitarrista y compositor cubano Eduardo Saborit Pérez (1911–1963).
Conocido también como el Cantor de la Revolución, Saborit se formó musicalmente de la mano de su progenitor, de igual nombre, a la sazón músico de profesión y arreglista, y ejecutante del órgano. Pronto formó parte de la Banda Municipal de Concierto de su natal Campechuela, como ejecutante de la flauta, pero debido a una dolencia le fue prohibido tocar instrumentos de viento.
Para no perder tiempo, comenzó los estudios de guitarra clásica, y uno de los profesores que lo guió en el conocimiento del instrumento, contribuyó en el desarrollo de Saborit para que este se dedicara a la guitarra y a la composición.
Quienes lo conocieron lo describen como una persona de buen carácter, entusiasta, optimista, amable, emprendedor y portador de amplios conocimientos. Abrazó el afán revolucionario en la lucha contra el régimen, por lo que fue objeto de persecuciones y desmanes, que lo obligaron a cambiar de ubicación en varias oportunidades.
De Campechuela pasó a residir en Niquero, y de allí a Manzanillo. Desde esta última ciudad se dirigió a Camagüey, donde formó el trío nombrado La clave azul, con el que actuaba en disímiles actividades, incluso, fue llamado a Santa Clara para actuar como guitarrista clásico.
Eduardo continuó laborando como músico y compositor. Se conoce que durante la II Guerra Mundial apoyó una convocatoria realizada para llevar la recreación artística a los soldados y así estuvo en varios puntos de Europa. Al regresar a la Patria, Saborit y su conjunto campesino realizaron una extensa gira por Cuba.
Al triunfo de la Revolución, en enero de 1959, Saborit se entrega en cuerpo y alma al proceso revolucionario y llevó al pentagrama distintos géneros y facetas de la vida como él sabía hacerlo: himnos, marchas y canciones que reflejaban el quehacer del pueblo.
Se incorporó a la Campaña de Alfabetización como asesor. Compuso la letra y la música del Himno de la Campaña y el de la brigada Conrado Benítez. Dejó, para la historia, además, la conmovedora canción Despertar, inspirada en el contenido de una carta enviada a Fidel por uno de los alfabetizados.
Visitó varios países, entre estos Hungría, Alemania, Finlandia, España, Francia y la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. A su regreso del extenso periplo, compuso otro de sus resonantes éxitos: la canción Cuba, qué linda es Cuba, que fuera largamente aplaudida en el XVII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes,
Más adelante rubricó otra de sus más apreciadas composiciones: Conozca a Cuba primero y al extranjero después, que le mereció la Medalla de Oro de La Habana.
Saborit escribió boleros, sones, guarachas, canciones, sucusucos, canciones, himnos, marchas, canciones infantiles y villancicos. Además de los títulos ya mencionados, también merecen destaque El guarapo y la melcocha, El caballo y la montura, La guayabera, Tócala con limón.
• El médico y escritor brasileño Afránio Peixoto (1876–1947) es el autor de dos novelas: Fruto salvaje y María Bonita, y de un volumen titulado Historia de la Literatura Brasileña.
• Sepa que el vocablo zafra identifica la cosecha de la caña y la producción de azúcar y, por extensión, otros tipos de cosechas como las de maíz, café, papa, tabaco, etc. En minería, zafra se le llama a los escombros de las extracciones, mientras que en Valladolid, España, es el nombre de una villa.
• En cierta ocasión le preguntaron al Héroe Nacional cubano: ¿Por qué vives tú? Y José Martí le respondió a su interlocutor: “Para morir por los demás”.
• El Roquefort es un tipo de queso muy gustado, cuya elaboración es en base a leche de ovejas y pan enmohecido, lo que le da un aspecto y sabor muy peculiares.
• Y aunque usted no lo crea, Sofornia es un nombre propio de mujer, de origen griego, y significa “sensible”.