Tomada de Ecured Tener quince hijos, amigas y amigos de la Gran Red de Redes, no es juego, ni antes ni ahora.
Esos fue los que tuvo Michael Cochran, diez de su primer matrimonio y cinco de su unión con Mary Jane Kennedy. De ese último maridaje nació Elizabeth Cochran (1864-1922), también conocida como Nellie Bly.
Sepan los internautas que leen estas reseñas que Elizabeth, o Nellie, disfrutó de una infancia muy cómoda hasta que falleció su padre, quien había ascendido de trabajador a propietario de molino y luego a juez local; así fue, lo que se dice adinerado, y fundó el periódico del pueblo donde vivían.
Una vez muerto el progenitor, la fortuna, como es lógico se dividió, y su madre se quedó con cinco hijos pequeños y una más pequeña parte de su patrimonio, a lo que se sumó segundas nupcias, abusos, divorcio y mudanza.
Elizabeth comprendió que mantenerse económicamente sería su opción de vida. Se matriculó en la Escuela Normal Estatal de Indiana. Quería graduarse y convertirse en maestra, pero el dinero se lo impidió —no podía pagar la matrícula—, entonces regresó para ayudar a su madre a administrar una pensión.
En esa labor estaba cuando fue publicado un artículo en el Pittsburgh Dispatch. Ella —con 21 años—, discrepó de lo que decía referente a que la mujer tenía que estar en el hogar, “para ser la ayuda del hombre” y envió furiosa, una carta anónima, firmada como “Huérfana Solitaria”, el editor, quedó tan impresionado, que publicó una nota solicitando que revelara su verdadero nombre.
Conozcan, amables internautas, que se presentó en las oficinas del Dispatch y le ofrecieron un trabajo como columnista y lo hizo bien. ¡Increíble, pero cierto! Poco después de publicado su primer artículo, cambió su seudónimo a Nellie Bly, en honor a una canción popular.
Trabajó de incógnito —para realizar una serie sobre la vida de las trabajadoras de la fábrica de Pittsburgh — y experimentó las condiciones laborales inseguras, los bajos salarios y las largas jornadas que muchas trabajadoras soportaban a diario; su honesta cobertura de aquellos horrores enfureció a los dueños de las fábricas locales y la reasignaron como columnista de sociedad.
Eso era lo que no soportaba Nellie y se ofreció como voluntaria para viajar a México como corresponsal internacional del Dispatch; luego de seis meses, la asignaron una vez más a la sección de Sociedad y en señal de protesta, renunció.
Pensó entonces que el potencial de una mujer periodista podía ser apreciado por la enorme industria periodística estadounidense y se mudó a Nueva York. Una vez allí, tropezó con varias negativas de solicitud por ser mujer, antes de que le dieran la oportunidad de escribir para el New York World de Joseph Pulitzer.
Especialistas en la vida de quien se convertiría en una increíble periodista, señalan que recurrió a métodos extremos para lograr hacer periodismo de investigación, al punto de aparentar que padecía una enfermedad y lograr su ingreso en el Blackwell´s Island, un manicomio neoyorkino para personas pobres.
Durante diez días sufrió los abusos mentales y físicos a que eran sometidos los pacientes, incluso el que varios galenos certificaran que padecía una enfermedad mental, algo que demuestra lo polémico de los diagnósticos de la época. Finalmente, su trabajo sobre las experiencias vividas causó impresión y le valió un puesto fijo como periodista de investigación para The World, marcando, a su vez, el inicio de una era de periodismo de riesgo en la prensa nacional.
Le complacía ver que marcaba la diferencia y ansiaba hacer más. Publicó un libro bajo el título 10 días en un manicomio, en cuya introducción compartió que el gobierno municipal invirtió un millón de dólares adicionales al año para atender a los enfermos mentales. La iniciativa de Nellie había tenido un verdadero impacto social. Sus investigaciones visibilizaron las desigualdades y, a menudo, motivaron a otros a actuar.
Entrevistó a figuras influyentes y controvertidas, como Emma Goldman, descubrió el abuso de mujeres por parte de policías masculinos, identificó una agencia de empleo que robaba a inmigrantes y desenmascaró a políticos corruptos.
Su más famosa proeza fue su exitoso viaje de 72 días alrededor del mundo, en 1889. Les cuento, amables internautas que, con el objetivo, nada más y nada menos que de batir el récord ficticio establecido en la popular novela de Julio Verne La vuelta al mundo en ochenta días, se propuso hacerlo en menos tiempo y, aunque resulte increíble ¡lo logró!
Sabía que los lectores disfrutarían con sus aventuras. Además, quería demostrar que las mujeres eran capaces de viajar con un solo vestido puesto, una capa y una pequeña bolsa de viaje, desafiando a quienes argumentaban que las mujeres no viajaban si no era con muchas maletas, cambios de ropa y artículos de tocador. Así como zumba y suena.
De otra fuente extraigo que su gira la convirtió en una celebridad; a su regreso recorrió Estados Unidos como conferencista, y también su imagen se utilizó desde en naipes hasta en juegos de mesa. Relató sus aventuras en su libro La vuelta al mundo en 72 días.
Retirada de la escritura, se casó con Robert Livingston Seaman, un millonario que era propietario de la Iron Clad Manufacturing Company y de la American Steel Barrel Company, y esta singular mujer, luego de fallecido su esposo, asumió brevemente la presidencia de sus empresas.
Perro huevero, aunque le quemen el hocico reza un viejo refrán y se cumplió, Nellie Bly regresó al periodismo como reportera del New York Evening Journal. Dio cobertura a las más diversas noticias nacionales, incluyendo un desfile por el sufragio femenino en 1913 en Washington.
Durante la Primera Guerra Mundial, viajó a Europa, convirtiéndose en la primera mujer en informar desde las trincheras en el frente. A pesar de que nunca recuperó el estrellato alcanzado tras su viaje alrededor del mundo, continuó utilizando sus escritos para arrojar luz sobre temas importantes, allanando el camino para otras intrépidas periodistas.
Curiosidades
• Sepan, amables internautas, que la yuca (Manihot esculenta) contiene algunos antioxidantes que evitan que los radicales libres entren en el cuerpo y promuevan el cáncer. Se incluyen la vitamina C, el betacaroteno y las saponinas, que ayudan al cuerpo a proteger las células del daño de los radicales libres y reparar el ADN dañado.
• Dicen los expertos que la última frase pronunciada por el fundador del Imperio romano y primer emperador romano Cayo Julio César (63 a.C-14 a. C.) fue Acta est fabula, lo que quiere decir: “Se terminó esta historia”
• Gracias a nuestras cejas podemos ver mejor; ellas no solo enmarcan nuestra cara, también tienen una función: proteger los ojos de la lluvia, el sudor o las virutas de polvo. Sin ellas, reconocer a una persona es más difícil. Al final, lo importante es el marco, no solo los ojos.
• “La música es la vida emocional de la mayoría de la gente”, sentencia rubricada por el cantautor, poeta y novelista canadiense, Leonard Cohen (1934-2016).
• Si en este caluroso verano piensa bañarse en un río, lago o playa, ¡cuidado!, los cocodrilos son maestros en adaptarse a variedad de hábitats acuáticos, desde ríos y lagos dulces hasta manglares salinos y estuarios. Su piel gruesa y escamosa les proporciona protección contra depredadores y les ayuda a regular su temperatura corporal en entornos cambiantes. ¡Alertas!