La Avellaneda, una cubana singular

¡Que nadie lo dude!, Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873) marcó pautas en el quehacer de las letras cubanas. Conocida como Tula o bajo el seudónimo de La Peregrina, fue una destacada poetisa camagüeyana que sentenció “La mayor virtud no compensa el defecto del talento”.

Y talento es lo que le sobraba a esta hija de español y cubana, que, durante sus años de infancia y primeros de su juventud, se acercó a la literatura mediante la lectura y la redacción de pequeños cuentos y la representación de obras de teatro.

Entre sus escritores favoritos estaban Lord Byron,Víctor Hugo, Alphonse de Lamartine, Madame de Stael, entre otros.

Según el portal cubano Ecured, se traslada junto a su familia a España, y en Sevilla da a conocer sus primeros trabajos, todos publicados bajo su seudónimo de La Peregrina. En junio de 1840 estrena Leoncia, su primera obra.

Conoce a Ignacio de Cepeda, con quien vivió un apasionado amor a lo largo de su vida y su obra, a pesar de que él nunca le correspondió con la misma intensidad. Sentimiento amoroso que ella recreó con admirable maestría en la autobiografía y cartas publicadas por Lorenzo Cruz.

Luego va a residir en Madrid, donde comienza la etapa más fértil de su vida literaria. Publica el libro Poesías (1841), luego Dos mujeres (1842-1843), Espatolino (1844) y Guatimozín (1845). Representante del movimiento romántico cubano, fue precursora de la novela antiesclavista, cuando escribió Sab (1841), y además, fue una valiente defensora del papel social de la mujer.

Sepan los amigos de la Gran Red de Redes que, durante esa etapa, tiene la oportunidad de conocer y relacionarse con grandes escritores de aquella época como Alberto Lista, Juan Nicasio Gallego, Manuel Quintana, Bernardino Fernández de Velazco, José Zorrilla, Francisco de Paula y Mellaso, y algunos más.

Vivió también una relación amorosa con el poeta Gabriel García Tassara, con quien tuvo una hija que fallecería siete meses después. No obstante, en mayo de 1846 se casa con Pedro Sabater, gobernador civil de Madrid, pero este falleció seis meses más tarde y, tras la muerte de su esposo, Gertrudis se recluye en el convento de Nuestra Señora de Loreto, de Burdeos.

Recuperada de las pérdidas de su hija y su esposo, regresa a Madrid y realiza una prolija producción. Estrena siete obras dramáticas: Saúl (1849), tragedia bíblica calurosamente acogida por el público, Flavio Recaredo (1851), La verdad vence apariencias (1852), Errores del corazón (1852), El donativo del diablo (1852), La hija de las flores (1852) y La Aventurera (1853).

Reedita, además, sus Poesías (1851) y publica un relato de tema histórico: Dolores. Páginas de una crónica de familia. Así mismo, en el Semanario Pintoresco Español aparecen dos nuevas leyendas: La velada del helecho (1849) y La montaña maldita (1851).

A pesar de su vasta obra, su carácter rebelde y su defensa de los ideales feministas afectan su ingreso a la Real Academia Española de la Lengua en 1853.

Conozcan los amigos internautas que contrae nupcias nuevamente, esta vez con Domingo Verdugo y Massieu, coronel y diputado a Cortes. Escribe varias leyendas que recogerá más tarde en sus Obras literarias y estrena Simpatía y antipatía (1855), La hija del rey René (1855), Oráculos de Talía o los duendes de palacio (1855), Los tres amores (1858) y Baltasar (1858), considerada una de las mejores obras dramáticas de la Avellaneda.

Una vez más la vida le juega una mala pasada y su esposo resulta gravemente herido en una disputa originada, precisamente, a raíz del estreno de Los tres amores, por lo que resulta alterada su producción. El matrimonio se traslada a Cuba, donde el coronel Verdugo morirá a consecuencia de la herida.

De regreso a esta bella isla reanuda sus trabajos literarios. Dirige en 1860 la revista El Álbum Cubano y en este medio publica, además de sus leyendas La montaña maldita, La dama de Amboto y La flor del ángel, sus discutidos artículos sobre la mujer. Es coronada de laureles el 27 de enero de 1860, durante un homenaje que se le realizara en La Habana a esta cubana singular.

El fértil intelecto de Gertrudis Gómez de Avellaneda fructificó, además, en el periodismo, en el que desempeñó su labor cumbre en las funciones de fundadora, directora y redactora principal de Álbum Cubano de lo Bueno y lo Bello, revista literaria defensora de las ideas femeninas y de fuerte apoyo al trabajo periodístico ejercido por mujeres.

Tras la muerte de su esposo regresa a Madrid. Durante sus últimos años se dedicó, casi exclusivamente, a la tarea de corregir sus obras y preparar la edición completa de las mismas: Obras literarias, dramáticas y poéticas (1869-1871). Allí la sorprendió la muerte, después de haber consagrado una de las principales aristas de su talento a la escena y la literatura.

Curiosidades

• “Hemos aprendido a volar como los pájaros y a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir juntos como hermanos”, sabia sentencia rubricada por el  ministro y activista bautista estadounidense Martin Luther King, Premio Nobel de la Paz en 1964.

• Según investigaciones científicas, el alacrán más pequeño del mundo es el Microtytiussp, que vive en las provincias más orientales de este hermoso caimán antillano.

• El ñame es una planta de origen asiático, de la que su raíz o rizoma sirve como alimentación. Es rica en hidratos de carbono, proteínas y vitamina C.

• Si un animal o planta deja de existir no lo volveremos a ver más y puede producir estragos en la cadena alimenticia. El almiquí, la palma corcho, las polimitas, el gavilán caguarero y la gallinuela de Santo Tomás, son especies en peligro de extinción en Cuba, así como zumba y suena.

• Se dice, amigos internautas, que la ópera nació en Italia en el siglo XVI; de ahí pasó a Francia, donde se le hicieron aportes; luego a Inglaterra, Alemania y España. En esta última nación se compusieron algunas obras con partes cantadas y también habladas a las que llamaron zarzuela.