Tomada de Biography.com En la tierra que lo vio nacer casi se ha hecho norma escuchar la siguiente sentencia: Viena sin Strauss es como Austria sin el Danubio. Así de arraigada en la memoria de ese culto país está la música compuesta por Johann Strauss (1804-1844).
En un breve esbozo biográfico aparecen los siguientes datos de su amplia producción musical: hay registrados unos 152 valses. Él pasó a la historia reconocido como el Padre del Vals y también como el Rey del Vals. Pero a ese numerito que no es tan frío se le agregan numerosas polcas, galops, veladillos y marchas.
Se cuenta que, de pequeño, el niño Strauss se escondía debajo de las mesas de las tabernas para escribir las melodías que ambientaban dichos lugares, que dicho sea de paso eran propiedad de su padre. Pronto quedó huérfano de sus progenitores.
En las notas sobre su vida, aparece que la madrastra le consiguió trabajo como encuadernador. Pero en su interior le picaba el bichito musical y así se le vio aprendiendo a tocar el violín y la viola.
Su carrera como músico inicia en 1823, como integrante de un trío de violines que tocaban en los bailes de vals que se sucedían en las tabernas. Cuatro años más tarde dejó a un lado a Joseph Lanner, director de aquella agrupación, la cual se estrenó en las llamadas Fiestas de Pascuas, en 1827.
Una pequeña nota resalta la valía de las notas musicales. El dueño del local, Adrin Domeng, a partir de entonces “le encarga la composición de los números musicales para que los tocara el conjunto que dirigía Strauss para los carnavales de los años 1828 y 1829”. Andando el tiempo, Strauss y Lanner, ya con sus respectivas agrupaciones, conquistaban el favor del público.
Entonces sucedió que los admiradores de uno y otro compositor devinieron straussistas y lanniristas. Y en la fraterna emulación, Strauss se llevó la mejor parte, al firmar un contrato por seis años con el dueño del Sperl, uno de los centros recreativos más elegantes de la populosa ciudad.
Pero Strauss y Lanner unieron fuerzas en 1831 para dirigir la música, nada más y nada menos que en la corte del emperador austríaco. Luego Strauss y su música trascendieron fronteras y se le vio en Inglaterra. En 1834 se le nombró director de música del primer regimiento de los ciudadanos vieneses.
Debo decirles a las amigas y amigos de la Gran Red, que los valses de Strauss fueron evolucionando, al reflejar las características del lugar a partir de danzas campesinas. El suceso devino en que la música del compositor, sobre todo el vals, se reconocieran con el apellido del vienés.
Se conoce que en 1946 fue creado para él, de manera especial, el título de Director Musical de Baile de la corte austro-húngara.
Un hecho relevante es que la Marcha Radetzky, escrita en honor al anciano mariscal de ese apellido, se convirtió en un éxito absoluto. Les digo, además, que uno de sus valses más populares fue el titulado Loreley-Sonidos del Rin. Les agrego que el talento de Johann Strauss fue admirado, entre otros, por Berlioz y Paganini.
Algunos de sus valses más gustados por sus admiradores fueron los titulados Palomitas, Carnaval vienés, Tobogán de Tivoli, La vida es baile, Homenaje a la Reina Victoria, Sentimientos vieneses y Loreley-Sonidos del Rin; así como varios galops: Suspiro, Sperl, Espíritu joven, entre otros.
Curiosidades
• Cuando alguien llora y se considera que sus lágrimas no son sinceras, se dice vox populi que son “lágrimas de cocodrilo”. Sepan, amigos internautas, que los temibles saurios pueden llorar, pero sus lágrimas no las provocan ningún sentimiento. Sucede que cuando estos corren en exceso, ellos acumulan en su anatomía gran cantidad de sal, la que expulsan a través de los ojos.
• No olvide, amiga y amigo internauta, este sabio consejo: “No vayas por ningún camino que no sepas a dónde va”. Al menos así lo recomienda el poeta y lingüista español Marian Aguiló (1825-1897).
• De las orquídeas, un dato para guardar: la especie posee dos nombres: uno es del género al que pertenece; otro, el de la especie en cuestión, seguido por el nombre del descubridor.
• No se asombre al conocer que el nombre Haití nos llegó de la palabra indígena que significa Tierra montañosa.
• Observa un autor anónimo que en los pueblos antiguos el adulterio era castigado o reprimido con bastante severidad. Pero —precisa este observador— en la sociedad capitalista, cuando se conoce que determinada dama ha faltado a sus deberes matrimoniales, la costumbre es… reírse del marido.