Jacques Piccard y las profundidades oceánicas

Corría el 23 de enero de 1960 cuando, a bordo del batiscafo Trieste y acompañado por el teniente de la marina estadounidense Don Walsh, el oceanógrafo y explorador suizo Jacques Piccard (1922-2008) se convertiría en el hombre que más lejos llegó en las profundidades del mar. Así como les cuento.

Resulta. amigas y amigos de la Gran Red de Redes que logró descender hasta el abismo Challenger, en el Océano Pacífico, nada más y nada menos que el punto más profundo conocido en la hidrósfera de los fondos marinos del planeta. Así como zumba y suena.

En lo más hondo de la Fosa de las Marianas, el punto más profundo de este maltratado y bello planeta, Piccard y su compañero descendieron la friolera de ¡10 911 metros!, es decir, una profundidad que supera en más de ¡dos kilómetros! la altura del Everest, la montaña más alta del mundo.

Han pasado 65 años —tiempo durante el cual el hombre logró pisar la Luna y poner en órbita estaciones espaciales tripuladas—, sin embargo, el récord logrado por Jacques Piccard continúa en pie.

Sepan las amigas y amigos internautas que la inmersión del Trieste abrió la puerta a un mundo oceánico nunca antes estudiado por la ciencia, y que hasta ese entonces se consideraba desprovisto de vida marina, además de haber roto un récord, lo cual ya era una hazaña por sí misma. 

Utilizaron las lámparas de vapor de mercurio del batiscafo al tocar el fondo, para inspeccionar un área completamente oscura, y constataron que distaba mucho de estar despoblada. ¡Increíble, pero cierto!

Agreguen a su acervo que la hazaña y sus descubrimientos no se hubieran podido realizar, si no hubiera sido porque... otro Piccard, llamado Auguste —el padre de Jacques— diseñó el batiscafo, y aquí les va una curiosidad: le llaman así por su capacidad para sumergirse y maniobrar sin estar atado a un barco, lo que hace la diferencia con una batisfera. 

Y como “de tal palo, tal astilla”, sepan que Auguste no solo fue el inventor de la máquina, sino que también era un explorador audaz que había batido sus propios récords y descubrimientos.
Conocido como inventor y, además, por poner el cuerpo para probar los artilugios que diseñaba, Auguste fue amigo de Albert Einstein y del matrimonio Curie.

Probando en compañía de su mujer —fotógrafa— una cápsula presurizada colgada de un globo que había diseñado y construido, logró alcanzar la altura récord, nada más y nada menos que de ¡16 200 metros!, y estudió los rayos cósmicos y los estratos ionizados de la estratósfera. Sus observaciones fueron recogidas por la revista Popular Science en su edición de agosto de ese año.

Sobre la base de la cápsula presurizada que había desarrollado para elevarse en el cielo, Auguste Piccard construyó su primer batiscafo, el cual utilizó para investigar las profundidades oceánicas. Fue perfeccionando el diseño, hasta que, años más tarde logró —según sus cálculos— logró uno que era capaz de resistir una presión de ¡1250 kilogramos por centímetro cuadrado!, aproximadamente la que debía soportar para que su hijo Jacques y el teniente Walsh pudieran descender hasta las nunca alcanzadas profundidades del abismo Challenger.

Apretados dentro de la esfera, el Trieste fue depositado en el mar desde una embarcación de la Armada estadounidense la mañana del 23 de enero de 1960. La agitación del mar de Filipinas dificultó la maniobra, no obstante, el batiscafo descendió, demorando ¡cinco horas! para llegar al fondo de la Fosa de las Marianas, donde, fatalmente, solo pudieron permanecer veinte minutos.

Al llegar a los 9000 metros, lo que había sido un viaje tranquilo sufrió cambios que crisparon los nervios, escucharon un ruido muy fuerte, pero no pasó a mayores, aunque: “Sonó como una explosión, después no pasó nada más. No representó un peligro de muerte, por lo menos no inmediato”, contaría Walsh. 

Posteriormente, amables lectores, descubrieron que una ventana exterior de plexiglás se había resquebrajado bajo la presión que llegó a medir hasta ¡una tonelada por centímetro cuadrado, o casi 1000 veces la presión que existe en la superficie! Así como zumba y suena.

Al tocar fondo quedaron maravillados por el paisaje que tenían frente a sus ojos: “Tuvimos la inmensa suerte de ver, justo en medio del círculo de luz que proyectaba uno de nuestros reflectores, un pez. Así, en un segundo, pero después de años de preparación, pudimos responder a la pregunta que miles de oceanógrafos se habían hecho. La vida, bajo una forma superiormente organizada, era posible en cualquier profundidad”, relató Piccard. 

Conozcan los internautas que el descubrimiento de vida en un escenario tan profundo fue determinante para que se prohibiera verter desechos nucleares en los abismos oceánicos.

El riesgo de la presión sobre la cápsula era enorme y el tiempo apremiaba, por lo que Piccard y Walsh estuvieron solo ¡20 minutos! observando el fondo del mar y comenzaron el ascenso, el cual demoró tres horas y quince minutos para llegar a la superficie, sumando más de ocho horas y media debajo del agua. 

La primera cara que vieron cuando izaron el batiscafo hasta la cubierta del buque de la Armada estadounidense, fue, nada más y nada menos que la de Auguste Piccard, quien los esperaba con los brazos abiertos.

Menos de dos años después de la hazaña lograda con su invención, falleció Auguste, pero Jacques continuó con la obra que este había iniciado y se dedicó a construir mesoscafos (sumergibles de profundidades medias), y fue quien botó el primer submarino turístico que llevó hasta ¡33 000 pasajeros! a las profundidades del lago Ginebra durante la Exhibición Nacional Suiza en 1964.

Otro récord sería protagonizado por Jacques, cuando estuvo un mes bajo el agua en uno de sus submarinos. Recorrió 3000 kilómetros con una tripulación de seis personas para investigar la corriente del Golfo. 

Esta hazaña fue de gran valor para la NASA, pues, más allá de los descubrimientos marinos, permitió, también, importantes avances en el estudio sobre las consecuencias psicológicas en una tripulación confinada en condiciones extremas. 

La audaz estirpe exploradora de la familia Piccard no se quebró con el fallecimiento de Jacques, ¡vaya familia!

Su hijo Bertrand Piccard, siguiendo la tradición de su padre y de su abuelo, ya en 2008 se había convertido en el primer ser humano en dar la vuelta al mundo sin escalas en un globo aerostático, recorriendo nada más y nada menos que ¡45 755 kilómetros! en un vuelo que duró 19 días, 21 horas y 47 minutos. ¡Increíble, pero cierto! 

Curiosidades

• Los submarinos Mir de fabricación soviética, capaces de sumergirse a profundidades de hasta ¡6000! metros, más allá de su uso militar, han abierto nuevas fronteras en la exploración oceánica, pues son un testimonio de la capacidad humana para explorar las profundidades más recónditas de nuestro planeta.

• La frase Rerum natura sacra sua non semel tradit, quiere decir “La naturaleza no revela todos sus secretos a la vez”, y fue rubricada por el filósofo, político, orador y escritor romano Lucio Anneo Séneca, conocido como Séneca el Joven (- 65 d.C.).

• El calamar vampiro (Vampyroteuthis infernatis), habita entre los 600 y los 900 metros de profundidad, puede vivir todo su ciclo vital con menos de tres por ciento de oxígeno, posiblemente por la alta concentración de hemoglobina, lo que los ayuda a aprovechar hasta la última gota de oxígeno que pueden capturar. 

• El pez diablo (Lasiognathus dinema) sobrevive a profundidades de entre ¡1000 y 1500 metros! Mide entre dos y 10 centímetros de largo y tiene un apéndice en la cabeza del que se desprenden un fotóforo bioluminiscente que utiliza como anzuelo. Generan bioluminiscencia mezclando oxígeno y luciferasa, una proteína que brilla en la oscuridad. Así como zumba y suena.

• Agregue a sus conocimientos que la planta más pequeña del mundo es la lenteja de agua (Wolffia arrhiza) cuyo diámetro oscila, nada más y nada menos que entre 0.8 y 1.3 milímetros. Habita en aguas tranquilas, carece de raíces y tallo y cuenta con hojas y flores diminutas.