Fitzgerald y la Generación Perdida

 scott “La vitalidad se revela no solos en la capacidad de persistir, sino en la de volver a empezar”, sentenció el novelista y guionista estadounidense Francis Scott Fitzgerald, catalogado por la crítica especializada como uno de los más importantes escritores de los finales de la vigésima centuria.

Desde muy temprano el joven Scott sintió la necesidad de poner en blanco y negro no una, sino varias novelas. Pero —siempre la conjunción adversativa— esta aspiración se negó a propinarle grandes ventajas económicas. Sucede que tanto él como su mujer gastaban a manos llenas y por lógica, la contabilidad no les cuadraba ni haciendo malabares.

Entonces, según acotan los estudiosos de su vida, para poder hacerle frente al tren que llevaban, siguió escribiendo, pero no solo las novelas, sino toda una gama de cuentos cortos que veían la luz en revistas y magazines. También comercializó guiones para películas en Hollywood.

En su mocedad hizo estudios primarios y secundarios, y cursó tres años de preparación superior, pero no pudo concluir la universidad por dificultades académicas, y se enroló en el ejército de los EE. UU. cuando este país entró en la primera conflagración bélica. Poco tiempo después fue licenciado, esto —suerte que tuvo— no le permitió embarcar hacia Europa.

Se conoce que fue durante su entrenamiento que llevó al papel su ópera prima, la novela El romántico egoísta. Una nota de la época precisa que, aunque loada por el editor, más tarde este la rechazó. Le dedicó tiempo a la revisión, la volvió a presentar, ahora con el título A este lado del Paraíso. Les digo, amigas y amigos de la gran red, que dicha obra fue publicada en 1920 y se convirtió en un gran éxito de ventas.

Les narro, ahora, que en las novelas de Fitzgerald, este “trata las opiniones de los jóvenes de su generación que arrastraban su lasitud entre el jazz y la ginebra”. De hecho, se catalogan como la llamada Generación Perdida, que engloba “a aquellos estadounidenses nacidos en la última década del siglo XIX”

Este destacado escritor rubricó unas cinco novelas. Luego de A este lado…, publicó, en 1922, Hermosas y malditas, en la cual se apreció un salto en el desarrollo del escritor. Tres años más tarde publicó El gran Gatsby —su obra maestra según la opinión generalizada—. La siguiente tuvo que esperar hasta 1934, su título: Suave en la noche y, ocho años más tarde salió El último magnate.

A su vasto currículo hay que añadir algo más que una veintena de cuentos y otras narraciones cortas. Como botón de muestra ahí les van algunos títulos: “Jovencitas y filósofos”, “Berenice se corta el pelo”, “El palacio de hielo”, “Cuentos de la edad del jazz”, “Sueño de invierno”, “Todos los hombres tristes”…

En cuanto a su paso por el cine, comparto con los internautas lo siguiente. Se conoce que Scott Fitzgerald pasó, en la década de los años 30, un quinquenio en Hollywood, la llamada Meca del Cine. Allí rubricó más guiones e historias breves para la Metro-Goldwyn-Mayer, así como su última novela, la ya mencionada El último magnate, que narra facetas de la vida del magnate cinematográfico Irving Thalberg.

El escritor contrajo nupcias en 1920 con Zenia Sayne. Tuvieron una hija a la que nombraron Francis.

Curiosidades

• El llamado Monstruo de Gila, es una de las especies de lagartos que utilizan veneno para matar a sus víctimas, una variada gama de animalejos que les sirven de alimento, entre estos, ratones y serpientes.

• No lo olviden, amigos internautas. La voz “tremolina” nos sirve para identificar la agitación ruidosa del aire. Pero, en sentido figurado y familiar, se identifica con la bulla, la gritería o gran jaleo. Tal palabra es sinónimo de escándalo.

• El francés Georges Mèliés (1861-1938) está considerado entre los más afamados creadores del arte cinematográfico o Séptimo Arte. A este pionero se le recuerda, entre otras películas, por la titulada Viaje a la Luna.

• “El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes, la oportunidad”, sentenció el poeta y escritor francés Víctor Hugo (1802-1882).

• Para el ser humano, el promedio de gestación es de 280 días, mientras que para el rinoceronte negro es de 450 y para la ballena blanca, este puede durar entre los 480 y 500 días.