El sabor amargo del té verde

“La química no es adecuada para aquellos que quieren ver resultados en un período de tiempo determinado”, dijo la científica agrícola bioquímica japonesa Michiyo Tsujimura (1888-1969), quien vivió un mundo y una época en que la ciencia era dominada por hombres.

Nacida en lo que hoy es la ciudad japonesa de Okenawa, en la prefectura de Saitama, estudió en la Escuela Normal para Mujeres de Tokio. Al graduarse, entró en la División de Ciencias Bioquímicas, en la Escuela Superior para Mujeres de Tokio.

Fue allí, amigas y amigos de la Gran Red de Redes, que descubrió su interés por la investigación científica, una rama que, hasta ese momento, estaba mayormente liderada por hombres.

Kono Yasui, una reconocida bióloga y bioquímica celular, que se convirtió en la primera mujer japonesa en doctorarse en Ciencias, fue la inspiradora de Tsujimura, quien, luego de graduarse, se dedicó a dar clases de ciencias en los pioneros institutos femeninos.

Sin embargo, su enorme interés por aprender la llevó a dar un paso más allá. Con el propósito de entrar a la Universidad Imperial de Hokkaido, donde no se aceptaban alumnas mujeres, se hizo asistente del Laboratorio de Nutrición y Alimentos del Departamento de Química Agrícola y trabajó sin recibir remuneración alguna, así como zumba y suena.

En aquel laboratorio se dedicó al estudio de los gusanos de seda y su nutrición y, poco a poco, comenzó a ganar cierto reconocimiento. Par de años más tarde se integró a Riken, el reputado y enorme instituto de investigación de Ciencias Naturales de Japón.

Pero su notoriedad en el amplio mundo de las ciencias, se debe a su atracción, nada más y nada menos que, por el té verde, sí, así como lo leen. Esa bebida milenaria, originaria de China y Japón, comenzó a ser consumida hace un montón de años atrás, sí, allá por el año 2700 a.C. y forma parte fundamental de la cultura de muchos países asiáticos.

Fue la curiosidad e increíble capacidad de desmenuzar las hojas del té, lo que la hizo llegar a la conclusión de que este tenía elementos curativos y beneficiosos para la salud.

En el portal cubano Ecured exponen que fue Michiyo Tsujimura, junto al colega Seitaro Miura, quienes, en la década del 20 del siglo pasado, estudiaron y analizaron a profundidad y en detalle, su composición química, lo que posibilitó comprender, entre otras cosas, de dónde provenía ese sabor amargo.

Descubrieron una fuerte presencia de vitamina C en las hojas con las que se preparaba la infusión, lo que —según la Universidad de Ochanimuzu de Japón—, generó que, en Occidente y, Estados Unidos particularmente, se incrementara el interés por el té verde, propiciando, con ello, las exportaciones de esta bebida desde Japón a América del Norte.

Les narro, a seguidas, otros datos interesantes, pues sus investigaciones no terminaron ahí. La científica japonesa logró aislar y extraer un flavonoide llamado catequina, el cual resulta ser un poderoso antioxidante natural que, además de ayudar a prevenir el daño celular, es responsable del sabor amargo del té.

Esta singular mujer de ciencia logró extraer la catequina en forma de cristales e hizo lo mismo con el tanino, otro componente antioxidante del té verde.

Para esta investigación se requería de mucha paciencia, y eso no le faltó a Tsujimura, quien sabía que ese era un principio clave en su trabajo, pues —recoge la Universidad de Ochanomizu—, necesitaba hervir una gran cantidad de té verde repetidamente para obtener una pequeña cantidad de cristales.

Conozcan, amables lectores, que, con la tesis titulada Sobre los componentes químicos del té verde, en la cual recogía ambos descubrimientos (vitamina C y catequina), se convirtió en la primera mujer en obtener un doctorado en Agricultura en su país, en 1932.

Pero su interés por el té verde no mermó y, dos vueltas al sol después, logró aislar galocatequina, otro compuesto flavonoide que tiene beneficios para la salud.

El procedimiento para extraer cristales de vitamina C de las plantas, patentado por esta científica, se utiliza hoy a larga escala en el mundo y se presenta en forma farmacéutica a través de suplementos nutricionales orales, así como zumba y suena.

Fue profesora de la Universidad de Ochanimuzu y terminó siendo la primera mujer en ocupar el cargo de decana de la Facultad de Economía Doméstica, además —luego de jubilada—impartió clases en la Universidad de Mujeres de Jissen.

En un intercambio con sus estudiantes, un año antes de su muerte, la científica, quien disfrutó hasta sus últimos días de largas caminatas junto a su perro, miró hacia atrás en su carrera como investigadora y les dijo: “Mi trabajo de investigación estaba lleno de dificultades, pero fue muy agradable” y agregó: “No encontrar arrepentimientos en mi vida, fue mi felicidad suprema”.

Curiosidades

• El pez serrano pálido Serranus tortugarum es capaz de cambiar de sexo hasta ¡20 veces al día! Puede producir esperma y óvulos simultáneamente. Es lo que se conoce como hermafroditismo simultáneo.

• Aunque no existe referencia de ningún violinista zurdo de renombre en la música clásica, sí lo hay en otros estilos musicales. Por ejemplo, el violinista de jazz Johnny Long (1914-1972) tocaba con la mano izquierda, como también lo hacía el actor cómico, cineasta y compositor inglés Sir Charles Spencer Chaplin (1889-1977).

• La pigmentación ocular es la protección natural de los ojos ante los rayos ultravioleta, es por ello que evitar la exposición al sol por un período de tiempo prolongado, y el uso de lentes especiales, es la recomendación principal para los niños albinos.

• Cultivar verduras como plantas ornamentales, resulta útil y bello, pues algunas son muy hermosas. Un macetero colmado de perejil y tomate puede ser tan bello como otro de una planta florida de… puro adorno.

• Si crees que estás viejo y tu sueño de alcanzar la cima más alta del mundo se esfuma, piensa que el esquiador y alpinista japonés Yuichiro Miura la escaló nada más y nada menos que a los ¡80 años! ¡Los asiáticos a otro nivel! Sí, lo digo porque el cuatro por ciento de los escaladores muere en el intento de escalar el Monte Everest.