De París, un caballero: José M. López Lledín

No tuvo ni cuna noble ni apellidos de rancio abolengo. Sin embargo, su mente ida y su personaje lo hicieron muy querido por los habitantes de la bien llamada Ciudad Maravilla, la populosa Habana, que le abrió los brazos y admiró, hasta sus últimos días, su donaire y galanura; y se puede afirmar que miles de personas lo recuerdan por su larga melena y su negra capa.

Sin lugar a dudas, este escribidor puede asegurar que ustedes, amigas y amigos de la Red de Redes, ya identificaron al ilustre personaje; El caballero de París, o sea, el español nacido en Fonsagrada, Lugo, España, de nombre José María López Lledín (1899-1985).

Fue el cuarto de ocho hermanos, de padres viticultores. Solo pudo cursar hasta la medianía de la enseñanza secundaria. Un pequeño esbozo biográfico apunta que el adolescente Lledín descubrió La Habana con 12 años, luego de una larga travesía marítima.

Muchas fueron las ocupaciones que desempeñó para ganarse los frijoles: vendedor de libros, de flores, sastre, y oficinista. Aquí, en Cuba, cursó algunos estudios con el fin de incrementar su nivel cultural y de conseguir trabajos mejor remunerados. Entonces se le vio como laborante de los restaurantes de un grupo de hoteles, entre estos: en los comedores del Sevilla, Saratoga, Royal Palm y Telégrafo.

¿Qué cuándo ganó su título nobiliario? Pues por un crimen que no cometió y por el que fue apresado y condenado a una sentencia de varios años.

Pero lo real es que aún no se conoce cuál fue el crimen, ni tampoco cuánto tiempo permaneció entre rejas. Sí se sabe que tras los barrotes aprendió a fabricar artesanalmente plumas de cabo para la escritura, las que adornaba con hilos entretejido de una gama variopinta de colores.

De igual forma —según testimonios—, allí escribió algo parecido a discursos, en los que se identificaba Papa, Rey, y en otros firmaba con el título nobiliario de Caballero. Tal parece que solo estuvo en prisión más de 30 días, como se hacía entonces por ofensas menores.

José María comenzó a hacerse notar en la mitad de la década de los ´50. Aparecía en los más disímiles sitios, aunque se le veía con frecuencia en lugares reiterados. Se movía a pie o en guaguas. Se le describía como gentil, amable, sonriente y era capaz de discutir la filosofía de su vida, la religión, la política y los sucesos que acaecían a diario, con todo el que se atravesaba en el camino.

Otra descripción nos da un individuo de más de seis pies, cabellos sin atender, de color tirando a castaño, ya canoso y barba; también descuidaba las uñas de sus manos. Se vestía de negro, capa incluida. Cargaba infinidad de papeles y un remedo de bolso para sus escasas pertenencias.

Se sabe que a veces aceptaba algún dinero de personas conocidas por él y, cuando esto sucedía, les regalaba algo: una tarjetica hecha por él, o uno de los cabos de pluma para un lápiz adornado, o un sacapuntas, entre otros obsequios. Y sepan, además, que tenía un hijo y una hija.

Lógicamente, el Caballero de París se fue desgastando y deteriorando su salud, motivo por los cuales fue internado en el Hospital Psiquiátrico de Cuba, el 7 de diciembre de 1977.

Nunca amenazó, ni causó daños físicos a persona alguna. Allí, gracias al esmerado cuidado, cambió totalmente su imagen. Incluso, fue respetado su vestuario negro, capa incluida. Y fue sometido a rigurosos exámenes facultativos. Según su diagnóstico, padecía de parafrenia. Nunca alucinó.

Falleció a los 86 años, el 11 de julio de 1985, y fue sepultado en el camposanto de Santiago de las Vegas. Más tarde, sus restos fueron exhumados por Eusebio Leal y llevados al Convento de San Francisco de Asís. En ese sagrado sitio, a la entrada, se develó una estatua de bronce realizada por el escultor cubano José Villa Soberón, en su memoria y para perpetuar su recuerdo.

Curiosidades

• Los cretenses —según la historia— fueron los primeros que construyeron cuartos para el baño en sus moradas, y también los primeros en dotar de alcantarillas sus poblados. Previsores y preocupados por la higiene ¿verdad?

• Saben ustedes, amigas y amigos de la gran Red de Redes, ¿cuál es el origen del nombre que lleva la capital de Uruguay: Montevideo? Verán: es la contracción de la frase “Un monte vide yo”, que fuera dicha en fecha tan lejana como el año 1520 por el célebre navegante Fernando de Magallanes, quien ancló su nave en la entrada del Rio de la Plata y contempló un monte solitario en medio de la bruma de una inmensa planicie.

• La primera fémina iberoamericana que condujo un vehículo automotor fue la escritora cubana Renée Méndez Capote, Y si hablamos de primicias, conozcan que el cubano Ramón Fonts fue el primer campeón olímpico de esgrima en Latinoamérica, hecho que ocurrió en 1900.

• No obstante no lo crean, fraternos internautas, sepan que cuando los parisinos dominaban en la flemática Inglaterra, fue quemado, con la presencia de bastante público, en Londres, un texto titulado El libro de los Deportes. ¿Por qué? Pues sencillamente se consideraba que las diversiones eran ilícitas en domingo.

• “Aunque estés solo no debes hacer ni decir nada malo. Aprende a avergonzarte más ante ti mismo, que ante los demás”. Interesante y agudo pensamiento del filósofo griego Demócrito de Abdera (460-370 a.n.e.)