Tomada de Wikipedia Cuando apenas tenía 14 años comenzó la fascinación de Betty Broadbent (1909-1983) por el tatuaje, convirtiéndose en pionera de este arte entre las féminas y desafiando las normas y estereotipos de belleza de las mujeres de los años 30.
Trabajaba como niñera para una familia acomodada de Atlantic City y, en uno de sus días de descanso, mientras paseaba por el famoso paseo marítimo de la localidad, se topó de bruces con Jack Red Cloud, quien tenía un espectáculo callejero, mostrando por las ciudades su figura tatuada a cambio de algunas monedas.
En el físico de Jack apenas se atisbaba un resquicio de piel sin decorar y Betty quedó absolutamente fascinada por aquel cuerpo tatuado. Charlaron y ella le solicitó que le presentara a su tatuador, pues en ese momento decidió que su anatomía también se convirtiera en un hermoso lienzo decorado.
Advertida de que una vez hecho el tatuaje ya no había marcha atrás, por lo que debía estar totalmente segura del paso que daría, Betty decidió gastar todos sus ahorros en un viaje a Nueva York para conocer al compinche de Jack.
Conozcan las amigas y amigos de la Gran Red de Redes que el tatuador resultó ser el artista neoyorquino Charlie Wagner, conocido como Chas Wagner, quien se había convertido en una leyenda del tatuaje, no solo por patentar un nuevo modelo de máquina de tatuar (algo que facilitaba el trabajo del tatuador, a la vez que hacía el proceso menos doloroso), sino también, por tatuar totalmente el cuerpo de muchos enamorados de la tinta, durante la primera mitad del siglo XX.
Los tatuajes, durante mucho tiempo, eran reservados única y exclusivamente a los hombres, aunque no a todos. A principios del siglo XX se creía que solo eran para los marineros o convictos. Pero a pesar de que ese tipo de arte no cuadraba —y en pleno siglo XXI, aún a muchos no les cuadra— con la estética femenina imperante, siempre ha existido alguien que, de un modo u otro, decide romper con los estereotipos y se convierte en el primero, actitud que suele allanar el camino a otros que deciden seguir sus pasos a la hora de transgredir las normas.
Según las fuentes consultadas, el cuerpo de Betty llegó a lucir más de ¡327! tatuajes en 1927, así como zumba y suena. No todos fueron hechos por Chas Wagner. En su piel también dejaron su huella otros artistas del tatuaje como Joe Van Hart, Tony Rhineager y Roja Gibbons.
En las piernas de Betty se podían ver las caras de Charles Lindbergh, en una, y la de Pancho Villa, en la otra. Uno de sus tatuajes más famosos era el de un águila que se extendía de hombro a hombro y que, según la revista australiana Pix, requirió de unas seis sesiones para terminarlo. Bajo las alas del águila, mostraba las caras de la Virgen María y del Niño Jesús.
El periódico The Daily Telegraph publicó una entrevista a esta mujer —que lucía los más variopintos tatuajes en su cuerpo—, en la que decía desconocer que los tatuajes fueran permanentes, pero también agregaba “dolió, pero valió la pena”.
Ya con el cuerpo tatuado, no le fue difícil encontrar trabajo en el circo Ringling Brothers y Barnum and Bailey’s, donde adoptó el papel de la Dama Tatuada, pero el público, —ese que aplaude a los artistas—, la bautizó como la Venus Tatuada. Salía a escena envuelta en una túnica de terciopelo. Luego del “y ahora, damas y caballeros, la dama que está diferente” que decía el maestro de ceremonias, Betty dejaba caer la túnica y revelaba su cuerpo ceñido en un bañador para que el público pudiera admirar sus tatuajes a placer.
De otra fuente extraigo que, como mujer seria y respetable, nunca contó historias extravagantes, ni enseñó más piel de la que tapaba su bañador. Además, en un inicio no quería que la llamaran por su nombre artístico, pero lo acabó aceptando porque, de hecho, eso era lo que deseaba el público que asistía a las presentaciones para verla.
Tras varios años de trabajar como atracción de circo, Betty decidió aportar algo nuevo a su espectáculo. La artista estaba muy familiarizada con los demás números circenses y decidió actuar como amazona en el espectáculo del Salvaje Oeste del actor Harry Carey; quería innovar, ya que tenía el temor de que, al final, el público se aburriera de verla hacer siempre lo mismo.
Sepan los amigos internautas que participó en un concurso de belleza televisado en la Feria Mundial de 1939, en Nueva York, con el propósito de dar más visibilidad a las mujeres, y, aunque no ganó el premio, su participación sirvió para que la sociedad empezara a ver a las mujeres tatuadas no como una simple curiosidad circense, sino como algo a normalizarse.
Llevó su espectáculo a Nueva Zelanda y Australia, en varios circos independientes. Regresó a Estados Unidos y volvió a ser la atracción principal tanto del Circo Cole Brothers, como del Circo Sells Floto. Se dice que Betty se retiró a los 58 años, añorando las giras y todo lo que aquel mundillo de la farándula había significado para ella.
En una entrevista había dicho que, luego de terminar su trabajo, se dedicaría a hacer tatuajes; y lo cumplió, se dedicó en cuerpo y alma al mundo del tatuaje: jinetes con caballos, boxeadores con emblemas de pelea, nombres de amantes y flores en las piernas, salieron de sus manos creativas.
Fue la primera persona en entrar a formar parte del Salón de la Fama del Tatuaje en agosto de 1981, y tras una vida llena de aventuras y de éxitos Betty Boradbent, la mujer más tatuada del mundo, murió mientras dormía, a la edad de 74 años.
Curiosidades
• Sepan las amigas y amigos internautas que gustan de estas pequeñas cápsulas del saber, que, antes que Cristóbal Colón iniciara la búsqueda de un camino más corto a Asia, los portugueses habían navegado con ese propósito. Nada más y nada menos que en 1486, Bartolomé Dias de Novaes cruzó el Cabo de Buena Esperanza, en el extremo sur de África.
• El habanero Castillo de Atarés tiene forma exagonal. Su construcción ocurrió entre 1764 y 1767, bajo la dirección del ingeniero Silvestre Abarca y la intervención del ingeniero de origen belga Agustín Crame. Junto al Morro, la Cabaña y la Punta pertenece al sistema de fortificaciones de La Habana Colonial, que es hoy Patrimonio de la Humanidad.
• Para llevar el correo a sitios apartados, ya en el siglo VI a. C. existía, en Egipto, un sistema de relevos. También empleaban ¡palomas mensajeras! Y un servicio fluvial por el río Nilo. El cartero iba acostado en una embarcación de espaldas y la movía nada más y nada menos que con los pies. Así como zumba y suena.
• El brillante orador, profesor y notable escritor cubano Raúl Roa García (1907-1982) fue ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, apodado el Canciller de la Dignidad por defender valientemente nuestra verdad.
• “El acto de pintar se trata de un corazón contándole a otro corazón dónde halló su salvación”, una hermosa manera de expresar la magnitud del arte de Francisco José de Goya y Lucientes (1746-1828), pintor y grabador español.