Amelia Peláez: luz, color, Cuba

Amelia Peláez Tomada de www.granma.cu • “Nosotros, nuestro grupo, paramos la pintura en Cuba; los que vienen, que no la dejen caer”, sentenció la pintora, ceramista y muralista cubana Amelia Peláez (1897–1968), cuya inmensa obra es reconocida tanto nacional como internacionalmente.

Amelia cursó estudios en la Academia de San Alejandro, prestigiosa institución cubana de donde surgió toda una pléyade de destacados artistas de la plástica. Fue de las alumnas predilectas del eminente maestro y pintor cubano Leopoldo Romañach.

Peláez hizo su primera exposición en 1924 y, tres años más tarde, viajó a París, donde continuó su preparación. De regreso, instaló su estudio en su casa del habanero barrio de La Víbora. Tuvo una amplia participación en el denominado Movimiento de Artistas Cubanos Modernos. Incorporó a su obra elementos de naturaleza muerta y su estilo fue único y personal.

Devino, además, innovadora en Cuba del lenguaje entre signos y contribuyó sobremanera a legitimar la cerámica.

En la opinión autorizada de otro grande de las artes plásticas cubanas, Rene Portocarrero: “Ella fue la primera que supo recoger nuestro color local". Fue fundadora y profesora de la Asociación de Plásticos y Escritores de Cuba, y también de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Mereció numerosas distinciones, reconocimientos y premios.

Entre sus obras notables figuran las tituladas Las muchachas, Frutas, Interior con columnas, La costurera, Gudinga, y Las dos hermanas. Amelia Peláez realizó una treintena de exposiciones personales y formó parte de numerosas de índole colectiva.

• En fecha tan lejana en el tiempo como el año 1560, ya se utilizaba en Italia un tipo de preservativo o condón, confeccionado con lino, con el fin de prevenir el contagio de enfermedades venéreas.

• Sepa, amigo internauta, que Anselmo es un nombre propio de varón, de origen teutón, que significa “con yelmo divino”.

• En la isla de Santa Cruz, del grupo de las Salomón, perdura la costumbre de emplear cordones confeccionados con plumas de aves raras, como si fueran monedas. Se conoce que tanto el color como el largo, determinan el valor.

• Cuando se da un beso, se activan 12 músculos de los labios y unos 19 de la lengua; pero un minuto de duración de un beso francés de boca a boca, permite quemar tantas calorías como una carrera de 500 metros.

• Del pensador romano Ciro Plubio son estos dos breves, pero contundentes, pensamientos: “Nadie llega a la cumbre acompañado por el miedo” y “No acuses al mar de tu segundo naufragio".